#5. Tranquila, Anahí.

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Se quedó hablando con Leo hasta que tuvieron que separarse para que cada uno fuera a dormir en su respectiva cabaña, no podía creérselo. Al principio solo eran oraciones cortas, un pregunta y respuesta, pero luego la incomodidad fue disipándose, dando paso a una amena conversación sobre lo que sea. Al recordarlo, Anahí tenía ganas de chillar y enterrar la cabeza en su almohada. Durmió solo cuatro horas, por andar fantaseando, pero aún así sentía que podía sonreír tanto que sus mejillas se romperían.

—Me estás asustando —confesó Travis al verla con esa sonrisa y unas ojeras—. Ani... ¡Ani!

Toma sus hombros y la zarandea.

— ¡Vuelve, hermanita! ¡Deja ese cuerpo puro, demonio! —grita con dramatismo, llamando la atención de todos.

En vez de enfadarse, Anahí solo palmeó su mejilla, aún sonriente.

—No hay un demonio aquí, tranquilo.

—Entonces... —El rostro del muchacho se puso pálido, y se acercó a ella para murmurar con complicidad—. ¿Te gusta alguien?

Cuando la otra se sonroja y observa con interés el techo de la cabaña, Travis pega un grito al cielo. Esta vez sus hermanos no fueron condescendientes y lo mandaron a callar mientras le lanzaban sus almohadas. El muchacho abrazó a la más joven, estrujando el rostro de esta contra su pecho mientras acariciaba su cabello.

—Mi única niña inocente —lamenta—. Se suponía que éramos los tres monjes.

—A ti te gusta Katie.

¿Khá? —exclama chillón, la aparta mientras carraspera —. Claro que... Bueno, si tú no haces preguntas, yo tampoco las haré.

Chocan las manos mientras ella sonríe mostrando unos ligeros hoyuelos en sus mejillas. Travis entrecerró los ojos.

—Eres una chantajista, así que ya no queda decir que eres un ángel.

—Ambos sabemos que nadie piensa que soy un ángel.

—Ese chico de la cabaña cinco sí lo cree —canturrea picando su mejilla con el dedo índice.

Anahí frunce el ceño, observándolo confundida.

— ¿Qué?

—Cuando golpeaste a Clarisse y le ganaste, había una persona en su cabaña que parecía estar bien con eso —comenta como vieja chismosa, mientras toma uno de sus rulos y juega con él—. Hasta babeaba.

Esa revelación la hizo sentirse incómoda, y empujó a Travis mientras arrugaba la nariz.

—Seguro solo estaba feliz con que golpeara a Clarisse, deja de armar películas con cosas simples.

—Bueno. Si piensas que solo es cosa mía, entonces no quieres saber quién era.

Travis se voltea mientras comienza a contar en su mente. Iba por el número seis cuando Anahí trotó para llegar a su lado, y le tomó un brazo con expresión avergonzada.

—La verdad sí quiero saber.

🛠⚒🛠⚒

Mientras estaban en ronda, como ya comenzaban hacer religiosamente, esperando al próximo dios, Anahí se sentía inquieta. Deseaba que Travis no le hubiera dicho lo de Colton, el hijo de Ares que ahora notaba, y que no dejaba de mirarla cada dos minutos.

Ah, al menos quedará en la distancia y se cansará en algún momento. Pensó, pero luego recordó que ella misma comenzó de esa manera con su interés por Leo, y ahora hablaban más. Entonces maldijo. Bien, yo no pienso darle falsas esperanzas.

Aprieta los labios asintiendo conforme con sus pensamientos. Pues a ella le gustaba Valdez y se sentía capaz de avanzar con él, así que no debería avivar los sentimientos de otra persona que no le gustaba.

—No, claro que no —murmura para sí misma.

Siente que chocan contra su hombro en el momento en que las nubes se arremolinan, el dios de aquel día estaba por llegar. Anahí se giró para ver de quién se trataba, y quedó paralizada al ver a Colton allí.

Él le sonría poco, con timidez. Era casi ridículo ver a un Arnold Schwarzenegger adolescente mostrándose tímido. Estuvo tentada a salir corriendo.

—Hey —murmura él.

—Ah... Ah... Hola —balbucea mirando al frente con cara de horror.

Por favor vete y habla con una chica de Afrodita. Yo no soy para ti, yo no soy para ti.

Pero no importaron las veces que gritó eso en su mente, Colton seguía a su lado. Y, demonios, podía sentir su mirada de adoración sobre ella.

—Te llamas Anahí, ¿verdad?

—Hmmm.

Intenta concentrarse en el rayo cayendo, esperando que él pillara la indirecta.

—Yo soy Colton Brooks, de la cabaña cinco... Estuvimos juntos en clase de equitación una vez, tu pegaso me pateó en el estómago.

Y recuerda cosas como esas, por el Olimpo.

El humo en medio de la ronda se estaba disipando casi por completo, y no se encontraba ningún dios allí. Anahí frunció el ceño, ahora en verdad no prestaba atención a Colton. ¿Dónde estaba su torturador del día?

—Qué dolor de cabeza cuando la gente no pilla las indirectas, ¿verdad?

Luego de escuchar aquello, un par de serpientes se enroscaron en el torso de Anahí y Colton pegó un grito al verlas, apartándose corriendo. La morena no pudo evitar soltar una carcajada al reconocer a George y Martha.

— ¡Disculpen! ¿No han visto por si acaso un par de culebras?—grita Hermes volando sobre la multitud.

Y todos gritan comenzando a aplaudir. Su padre le sonríe mientras aterriza ante ella. Anahí se siente profundamente agradecida con su interrupción, aún si no fue con esa intención.

—Dejenla en paz y vengan aquí —regaña liberándola del par. Luego sacude su cabello—. Hola, pequeña cabeza de esponja.

Rueda los ojos ante el apodo, mientras él vuelve a elevarse entre los semidioses.

— ¡Campamento mestizo! —exclama con solemnidad, y el rostro serio—. Debo confesarles una cosa... No he planeado nada. Así que...

Se encoge de hombros y saca un pequeño papel de su bolsillo, el cual se hace cada vez más grande a medida que lo desdobla. Hasta que se convierte en un enorme cartel que decía, con una caligrafía algo fea, "Actividad número tres: Ser tan vagos que los confundan con una roca."

— ¡Día de descanso! —exclama al notar que ellos solo se quedaron mirando.

Y los gritos llenos de júbilo volvieron.

Despeinada. [Leo Valdez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora