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Los ojos de Darla estaban perdidos en el cielo gris

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Los ojos de Darla estaban perdidos en el cielo gris. Su expresión se veía ausente y su mente también lo estaba, no sentía dolor, sólo un extraño mareo que le dificultaba respirar. Mientras permanecía tendida en su sitio la sangre comenzaba a manchar su vestido blanco, desde la parte alta de su abdomen extendiéndose por su pecho, como una rosa abriendo sus pétalos hacia el sol. Claro que aquella no era una rosa y la imagen que ofrecía era mucho menos romántica que la de la flor.

La respiración de Archibald se cortó de golpe y al verla tendida a mitad del campo, rodeada de velas y algunas líneas trazadas en el suelo sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Su primer impulso fue gritar, retroceder y correr, sin embargo, se quedó quieto, tragó duro y se inclinó hacia ella.

—Nicole —su voz tembló —. Ve por ayuda —apenas y pudo empujar aquellas palabras fuera de su garganta. Los segundos pasaron, pero Nicole no se movió de su sitio—. ¿Nicole? —preguntó, girándose hacia ella y cuando la vio a los ojos supo que la chica no se movería, estaba congelada observando la manera tan escandalosa en que la sangre se escapaba del cuerpo de Darla, no era una imagen agradable, la chica ya no era dueña de su cuerpo en ese instante—. ¡Nicole! —exclamó tratando de sacarla de su trance, sin tener suerte en ello.

Al no obtener respuesta se giró hacia Darla, preguntándose si estaba muerta y o si pronto lo estaría "¡Que no esté muerta! ¡Por favor! ¡Que no lo esté!" se repetía para sus adentro, mientras sus manos se movían desesperadas, sin saber que hacer ante aquella situación. En St. Rudolph siempre hablaban sobre prepararlos para el mundo real, pero el nunca recibió consejos de cómo actuar frente a una chica herida de muerte.

—Maldición —murmuró, presionándose para ser valiente.

Archie tuvo que tomar una bocanada grande de aire antes de tratar de comprobar el pulso de la chica, tocando su cuello para sentir los latidos. No tenía una puta idea de cómo se suponía se hacía aquello, así que se sorprendió cuando halló el débil sonido de su corazón. Entonces fue cuando Archie supo que debía actuar rápido y sin preocuparse por otra cosa, tomó a Darla en brazos, tratando de levantarla. Ella no era muy pesada, pero las piernas le fallaron cuando quiso pararse, yéndose de espaldas y llevándose a la chica consigo.

—¿Qué estás haciendo? —Nicole parecía horrorizada ante la escena frente a ella, pues retrocedió dos pasos, dejando claro que no estaba dispuesta a participar todo lo que estaba ocurriendo.

—Tenemos que ayudarla —respondió Archie, tomando aire y afirmando las piernas antes de tratar de levantarse otra vez. En esta ocasión si consiguió incorporarse, aunque los primeros pasos le resultaron una tortura. Mientras avanzaba hacia el edificio de la escuela, su mente comenzó a llenarse de ideas y de ansiedad ¿Y si no conseguía salvar a la chica? Tenía que apurarse, Darla necesitaba atención médica. De inmediato la imagen de la muchacha en el tejado apareció cómo un flash en sus recuerdos, sonriente, con los ojos azules llenos de vida, sin embargo, ahora yacía en sus brazos, lánguida, con el rostro más pálido y cubierta de sangre.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora