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 Mercy la llevó a un mirador en la parte alta de la ciudad, desde donde se podían observar las luces de los edificios

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 Mercy la llevó a un mirador en la parte alta de la ciudad, desde donde se podían observar las luces de los edificios. El viento había cambiado desde esa mañana, luego de que un calor sofocante amenazara a las horas en las que el sol estaba más alto, ahora comenzaba a refrescar, anunciando una posible tormenta. Faltaba poco para el juego de exhibición del equipo de fútbol, así que el cambio sería de ayuda, ya que contribuía a que el viernes las cosas estuvieran tranquilas.

Darla sonrió, sin poder evitar que su mente aún se preocupara por esas cosas y observó con atención a Mercy, quien se había recargado de barandal del mirador, sintiendo cómo el frío penetraba debajo de su ropa. Era un mal día para estar a la intemperie si tenías un cuerpo físico.

—Tu eres esa chica —dijo, sin voltear a verla.

—¿Esa chica? —preguntó Darla, levantando una ceja ante la ambigüedad de sus palabras.

—La chica del cuatrocientos diez —explicó, refiriéndose al número de habitación en el que descansaba su cuerpo—. Te he visto muchas veces antes, aunque nunca de esta forma —Las palabras del muchacho se camuflaban muy bien. Era difícil para la mayoría entender por completo sus intenciones, pues cada cosa dicha parecía una afirmación intrascendente. A Darla le molestó su tono.

—¿Y tú eres? —la chica lo miró con suspicacia, la conversación estaba tomando un rumbo que no estaba segura de si le gustaba.

—Alguien interesado en ese club que habías mencionado —espetó—. Háblame un poco más del asunto, estoy seguro de que podremos ayudarnos mutuamente —el chico pronuncio aquellas palabras con desinterés, pero había una determinación en sus ojos que auguraban que algo estaba a punto de suceder.





Archibald volvió a las habitaciones a altas horas de la noche. Sin embargo, no pudo conciliar el sueño después de todo lo que había pasado, así que decidió darse una vuelta por el portal de chismes de la escuela. Aún había muchas cosas que quería saber y terminó por descubrir algunas cosas mientras navegaba en los temas más viejos del foro.

Conforme iba leyendo la experiencia se volvía más desagradable hasta el punto en que su aversión comenzó a manifestarse físicamente. De repente tenía ganas de vomitar, sobre todo cuando se dio a la tarea de leer todos los mensajes que habían sido publicados en la pestaña de "El vigilante". Era muy desconcertante la obsesión que tenían algunos estudiantes por controlar la ubicación de los demás. No fue difícil encontrar cuentas que prácticamente acosaban a otros alumnos y había todo tipo de peleas que se generaron a raíz de esto. Entre el montón de usuarios de desvergonzados y asechadores encontró a uno que quizás estaba relacionado directamente con lo que le pasó a Darla: el nombre de su cuenta era DustInthewind96 y preguntaba frecuentemente por Archibald.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora