Ella vivió de ilusiones, se aferró a la vida.
Se metió a la cama de desconocidos esperando sentirse querida.
Sólo quería sentirse deseada y con suerte poder tocar un corazón, que le devolvieran las ganas que la vida según ella le arrebató.
No pedía mucho, sólo anhelaba atención, un beso en la mejilla, un abrazo sin ninguna mala intención.
Quería un amor puro de esos que no te toman más que la mano, que te hacen sonreír y que su base no es un maldito engaño.
Pobre niña tonta, si supieras que no te hacía falta nada, lo tenías todo, pero de ir de cama en cama ahora ya no te queda nada.