Capítulo 1: El Entrenamiento

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Estaba tranquilamente, como de costumbre, en mi entrenamiento de baloncesto cuando se oyó un gran estruendo donde se encontraba mi entrenador. Rápidamente, fuimos al almacén ya que suponíamos que el entrenador necesitaría ayuda. Cuando Ana y yo llegamos al almacén, encontramos una cosa totalmente inesperada, el entrenador se estaba refugiando en una esquina del pequeño salón. Muy nervioso nos señalizó que no entráramos, pero ya era demasiado tarde. Ana entró primera, pero al ver qué se ocultaba detrás del armario, el cual desde mi punto de vista no llegaba alcanzar, alzó la voz y chilló como nunca había hecho y salió corriendo, apartándome bruscamente. En ese momento me asaltaron las dudas, así que decidí echar un vistazo y ayudar a mi entrenador guiándome por mi intuición. Cuando entré en la sala, mi entrenador actuó como si nada hubiera pasado. Se levantó, se puso firme, se limpio el polvo de su sudoroso chándal y me mandó de nuevo al entrenamiento. Ana, como era una persona muy sensible, antes de que me hubiera dado cuenta ya se había ido a casa. Cuando finalizó el entrenamiento quise  mencionarle lo sucedido al entrenador, pero parecía evitar mis preguntas y lo sucedido. Yo estaba muy extrañada ya que el comportamiento de los dos no era nada habitual, y lo que era menos habitual es lo que sucedió en el almacén, ¿que vieron el entrenador y Ana que yo no vi?¿qué pasó después?¿porqué reaccionan así?.
Antes de llegar a casa, paré delante de casa de Ana para ver qué había ocurrido y saber por qué el entrenador estaba tan indiferente. Al llegar a la puerta, oí los pasos de una persona dispuesta a salir de esa casa, así que me escondí detrás de unos arbustos. Se ve que una persona se me había adelantado para visitar a Ana, y ese era el entrenador. Segundos después de que el entrenador se fuera, entré en casa de Ana. Ana se veía con la misma expresión que el entrenador, indiferente.

Sin saber cómo reaccionar, no le mencioné lo sucedido ya que daba por supuesta su reacción. Más tarde, llegué a casa. Debían ser las 8 cuando cruzaba por la puerta y ya se volvían a oír los mismos gritos de siempre. Papá y mamá nunca han sido la pareja perfecta, su amor es un tanto peculiar... tan peculiar que, muchas de las veces en las que llegaba a casa, mi padre le lanzaba cosas a mi madre, pero mi madre nunca las frenaba porque mi padre le lanzaba muy fuerte y a lugares donde se alcanzaba difícilmente el objeto. Una vez recuerdo haber visto la puerta de su habitación medio cerrada y al asomarme, ver que mi padre le lanzaba un cuchillo a mi madre (por suerte falló) y luego la golpeaba contra la pared. Mi madre siempre ha sido una mujer muy atractiva con su cuerpo alto y delgado, con unos ojos azules como zafiros cuando mantenía contacto visual, siempre me transmitía dulzura y seguridad. Sin embargo en estos momentos ya no la veo tanto ya que se pasa la mayor parte del tiempo en su habitación y las pocas veces que sale es solo para hacer la comida. Una vez entre a su cuarto y la vi llena de moratones y heridas, cuando mi madre se percató de que estaba en esa sala me echó rápidamente con la excusa de que había resbalado en la bañera e, incrédula de mi, lo creí y no hice nada al respeto... pero no me culpo, tenía apenas 6 años.
En cambio, mi padre siempre ha sido todo lo contrario a mi madre. Con una mirada fría que parecía estar de mal humor, y con un físico no muy atractivo. Pero mi madre decía que no siempre había sido así, antes era un buen hombre, al que todos admiraban, pero una desgracia sucedió e hizo que mi padre cambiara bruscamente de carácter. Recuerdo cuando era más pequeña, mi padre y yo, jugando con mi abuelo, que era minusválido, pero eso no le prohibía pasar un buen rato con nosotros. Un día cayó muy enfermo y papá me contó que se había ido de vacaciones a un paraíso y que estaría allí un largo tiempo. Estuve mucho tiempo esperándole. Mis amigos se reían de mí cuando les contaba que estaba esperando a mi abuelo, yo no entendía por qué, pero siempre decían que no volvería.

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