CAPÍTULO V

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Sentí un dolor de cabeza horrible y un fuerte dolor en mi tobillo derecho. Aún no había abierto los ojos cuando llegué a la gran conclusión: Me caí del árbol... de nuevo, pensé. Era consciente de que estaba acostado en el suelo, pero estaba en diagonal, mi cabeza estaba alzada. No era una roca la que la sostenía, si hubiera caído sobre una probablemente no estaría vivo. Además, era una superficie suave y firme, por lo tanto no podían ser hojas. Abrí los ojos, casi todo estaba completamente oscuro. La luna ya estaba haciendo su aparición y el frío nocturno ya se empezaba a sentir.

—¿Despertaste? —escuché a una voz susurrante y demasiado cercana preguntar.

Súbitamente intenté subir la cabeza para ponerme en compostura, pero fue en vano, el dolor punzante no me hizo más que volverla a bajar.

— ¿Quién está ahí? —pude decir mientras me quejaba del dolor y me tocaba la cabeza.

— Me llamo Verena. Te vi caer del árbol mientras caminaba por el bosque.

Aún seguía con la vista ofuscada, concentrado en el dolor en mi cabeza y tobillo, pero reconocía esa voz, era de una mujer y la había escuchado antes. Mi cabeza no estaba sobre una piedra, la voz se escuchaba muy cerca y venía de arriba. Entonces mi cabeza debía estar recostada sobre sus piernas.

Verena... El pueblo era pequeño, conocía a casi todo los pobladores a causa del negocio familiar, pero no había escuchado nunca sobre alguna Verena.

— Creo que tu tobillo se dislocó. ¿Dónde sientes dolor? Sí recuerdas que caíste, ¿verdad? —me dijo con una voz preocupada mientras tocaba mi frente.

— Mi nombre es Gael— dije sin sopesar en sus preguntas.

— Bien, pero agradecería otro tipo de información, te recuerdo que estás lastimado y en el suelo de un bosque oscuro —me regañó con el ceño fruncido.

Solo recuerdo haber reído. Luego todo se volvió negro. 

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