V. ¿Amor...?

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Los personajes no me pertenecen.
Escribí esto con fines de lucro y, la verdad, me divertí muchísimo.

Quiero también darte las gracias por tomarte un minuto de tu tiempo para leer♡ Y de paso, a todas las bellas personitas que han comentado en capítulos anteriores. ¡Son bellísimas!❤

Solo advertir que Laurens aquí será activo.

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Los días siguientes, contrario a todo lo que pudo pensar el pecoso, no fueron para nada incómodos.

Ni un poco.

Alexander dormía en su enorme y cómodo sillón de la sala, sin problemas.

Incluso aceptaba que era agradable tener a alguien rondando por el departamento tal libremente como él.

No malentiendan, nunca se había sentido solo, disfrutaba sus momento de paz, pero podía admitir abiertamente que era bueno tener a Alexander -al menos por un tiempo- ahí con el.

Aunque... también tenía sus momentos vergonzosos cuando, disimuladamente, este intentaba lanzarlo por un precipicio llamado tentación.

Es decir, no es como que agacharse a tomar una simple pluma se pudiera volver algo sexual... a menos que tu apellido sea Hamilton.

Laurens se lo tomaba con calma, inmutándose ante cualquier insinuación por parte del menor. No importaba cuantas veces se le acercara lo suficiente con la tonta excusa de que tenía algo en el rostro, o que se inclinara sobre la mesa, levantando las caderas en su dirección... cualquier cosa sería insuficiente para poder hacerlo caer.

O eso intentó hacerse creer.

Que no caería.

Pero sabía que fue demasiado tarde cuando sus manos recorrían los desnudos muslos de Alex, mientras este le rodeaba la espalda, jalando su camisa sin delicadeza para quitarla de una vez.

Segundos atrás lo había subido al mesón de la cocina.

Las pálidas piernas encerraron las caderas de Laurens, manteniendo más cercano el contacto y los roces.

Las respiraciones se hicieron torpes al igual que los movimientos. La ropa pronto fue lanzada bien lejos de ellos mientras que la escurridiza mano de Hamilton daba un firme apretón en la despierta erección de Laurens.

El morocho relamió sus labios, y Laurens mordió los suyos ante la sensual imagen dada.

—Diablos, estoy tan caliente...—jadeo cerca de su oído el de negros cabellos, logrando activar eso que había estado ocultando todo el tiempo.

Sus bocas se rozaron, dispuesta a ir por otra ronda de besos.

Pero el timbre de la puerta los sacó de la sensual atmosfera.

—Yo abro, tu cambiate —Laurens bufo, con un tono de voz ronca debido a lo anterior.

Antes de que se pudiera alejarse un poco, unos pálidos brazos le rodearon el cuello, atrayendolo y dejandolo caer nuevamente, sólo por unos segundos, en el delicioso aroma que desprendia su travieso inquilino.

—Me vestire...

Asintió sin más, y levantando su camisa del suelo, se la puso camino a la puerta.

E S  J U S T O » LAMSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora