Cinq.

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Empecé a caminar por lo que sería la tierra de los muertos, era todo tan irreal pero real al mismo tiempo. Estábamos en lo que era un tipo puente lleno de patalos color naranja, llegamos a lo que se parecía como una frontera, había un policia esqueleto que cuando nos vio a ambos se le salió la mandíbula, éste sonrio nervioso.

Nos llevaron a una habitación y el policia empezó a explicar lo de la bendición o algo asi, que se yo. Mi mirada estaba concentrada en la puerta, queria salir y aprovechar a explorar, no estaría mal ¿no?

Mientras Mikey hablaba con la policia yo sigilosamente me alejaba, rápidamente al salir baje las escaleras mientras tarareaba una cumbia cheta. Mientras corría escuche un grito que me hizo tropezar, un esqueleto se acerco a mi.

—Una niña viva, ¿Matilde?—El esqueleto vestía con ropa muy antigua, como un guacho o que se yo.

—Sí soy yo, ni idea quien seas—Me parecía conocido pero al mismo tiempo creó que no.

El sacó una fato de un bolsillo y me la mostro, se mostraba a el junto a una mujer, junto a dos niños y una bebé.

—Soy Juan, Matilde. Tu tataraabuelo por parte de Agustín—Mi padre, ahora lo recordaba el gran algún de fotos que tenia mi bisabuelo.

—El papá de franco, el bisabuelo—El asintió mientras guardaba la foto.

—¿Matilde que haces aca?—Normal de vacaciones, técnicamente si lo era.

—Mikey tocó la guitarra de un muerto y ahora estoy viendo muertos, pero los vivos no me ven a mi—.

—¿El niño también esta vivo?—Hice un gesto de obviedad.

—Estamos en la misma—Alta paja explicar.

—¿Donde esta?—Me di cuenta que olvide donde estaba Mikey.

—Ni yuta idea—Conteste.

En eso escuche unos gritos, ambos voltemos a ver arriba a unas personas cual creó que si preste atención era la familia de Mikey. Baje mi vista a Dante, el perro de Mikey quien parecía que queria que lo siguera y eso hice, empecé a correr persiguindo a Dante. Hasta que paramos en un lugar seguro, nadie me perseguía pero estuvo genial. Volteo rápidamente y choco con Mikey quien estaba corriendo, nuestros rostros quedaron cerca del uno y del otro, podia sentir su respiración y apreciar su sonrisa nerviosa.

Guitarrista | Miguel Rivera. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora