Un Kilo De Helado_PARTE 2_ [Romance- Comedia]

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Llegamos a un minuto de que mi padre llamara a las autoridades. Nos excusamos por la lluvia y la precaución en la carretera. No dije que nada pero no había sido la lluvia lo que nos había retrasado... Bueno, no lluvia de la común sino una lluvia de besos y caricias que se hubieran hecho interminables si no hubiéramos tenido un horario de vuelta.

Nos despedimos de Alexis y entramos a casa. Mi padre entró primero, así que yo debía cerrar la puerta. Cuando lo hice no pude evitar apoyarme en ella y suspirar. Luego, ¡Vaya noticia! Mis amigas habían caído a casa como, justamente gotas de lluvia. Una tras otra, con las mismas preguntas. Corrí escaleras arriba y entré a mi cuarto para encontrarme con tres caras sonrientes y expectantes. Amy, Linda y Juli, yacían sentadas en mi cama. Les conté absolutamente todo, siendo interrumpida innumerables veces con sus chillidos. Una vez culminada la historia y los gritos, le pedí a Juli que anotara en la pizarra de pared los pros y los contras del objeto en estudio. Comencé a recordar cada detalle del tiempo que había pasado con él, de principio a fin:

1º punto. A favor. Es demasiado bueno ligando y coqueteando

2º punto. A favor. Le gusta ir rápido y sin rodeos.

3º punto. A favor. Tiene un lindo auto.

4º punto. A favor. Sabe cómo lidiar con padres celosos y como conseguir su confianza.

5º punto. A favor. Sabe, supuestamente, mucho de una persona con solo mirarla, sabe qué es lo que te gusta a la perfección.

6º punto. A favor. Sabe dar sorpresas.

7º punto. A favor. Es romántico

8º punto. A favor. Es un muy buen besador.

Y esa lista continuó creciendo. Oficialmente era la novia de Alexis, el chico quizás más codiciado de todo el pueblo. La pizarra continuaba llenándose de puntos a favor y ninguno en contra. Era perfecto, era imposible encontrar algún defecto.

Sinceramente no llevaba la cuenta pero, exactamente una semana más tarde llegó a mi puerta un hermoso ramo de rosas blancas con una tarjeta que decía:

Feliz primera semana princesa. Estas bellas flores son para ti, pero recuerda, nada se compara a tu belleza. Te ama: Alexis.

Todo lo que hacía, lo hacía de una manera única y especial.

Recuerdo que caminaba por la noche en el centro con mis amigas. La mayor parte de los locales estaban cerrados, y había bolsas basura en cada esquina.

Mi móvil comenzó a sonar. Automáticamente una sonrisa salió de mi boca al ver quién era el que llamaba. Continúe caminando mientras hablaba por teléfono, mis amigas cruzaron al otro lado de la calle, pero decidí seguir por donde estaba así tendría más privacidad.

Comenzaron a gritarme cosas a las que no preste atención. Yo seguía caminando y hablando con Alexis, hasta que se hizo insoportable e interrumpí la llamada. Pero ya era muy tarde. Un paso más y caí sobre unas cuantas bolsas de basura.

La conclusión de esto es que hasta una simple llamada podía hacer que te perdieras en el tiempo y el espacio, tanto que podías caer sobre la basura, aunque quizás eso solo me pasó a mí. De todos modos, a modo de metáfora, es muy bueno. Me dirigía directo a la basura, a su basura.

El tiempo pasaba y aun no podía encontrar ningún punto en contra. De hecho, muy dentro de mí crecía poco a poco un nuevo sentimiento. Todo dejaba de ser un experimento y se volvía real. Comencé por quererle y luego... le amaba, sin darme cuenta.

Pasó un mes. Ninguna chica había llegado al mes de la relación con Alexis. Y comencé a creer que yo sería la afortunada. Quizás yo sería la que había domado al rompecorazones. Me convencía poco a poco de que él me amaba.

Hasta ese día.

Ese día, cumplíamos un mes juntos. Estaba en mi habitación, mirando atónita mi pizarra, repleta de puntos a favor. Recibí un mensaje de Alexis.

Tamara. ¿Estás sola? Estoy yendo a tu casa.

Le respondí que sí. Que si estaba sola en casa, que si lo esperaría. Me arreglé un poco. Estaba ansiosa por saber cuál sería la sorpresa esta vez.

Sonó el timbre. Saludé a Alexis con un beso en la mejilla. Quise besarle en los labios pero quitó su cara.

Entramos y nos sentamos en la mesa del living. Alexis traía una mochila con él, y de ella sacó un pote de un kilo de helado de vainilla. Pensé que veríamos una película o algo así. Le pregunté de todos modos para qué era el kilo de helado. Y recuerdo tan bien sus palabras: para el momento en que llores cuando te deje.

Y si, así terminó conmigo. Y simplemente se fue. Se fue y me dejó con el condenado kilo de helado.

Reí. Comencé a reír por lo absurdo que era todo eso. Guardé el helado en la nevera y subí a mi cuarto. En los ítems más importantes agregué la última coincidencia, que tiempo después comprobaría.

Alexis termina con todas sus novias de la misma extraña manera. Con un kilo de helado.

La investigación había concluido. Bajé nuevamente a la cocina y observé la nevera. No paraba de reírme hasta que sentí que algo lentamente se rompía dentro de mí. Le había tomado cariño. De una risa común, pase a una risa desganada, y de una risa desganada, pase a un llanto desconsolado.

Abrí la nevera saqué el kilo de helado y éste último, cumplió con su función. Tome una cuchara de metal de las grandes y comencé a comer y a llorar al mismo tiempo.

Me deslicé sobre la nevera hasta quedar sentada en el suelo.

Cuando llegó mi padre y me vio allí tirada se asustó pero luego, él también comenzó a llorar. Al principio no entendí. Luego observé el pote de helado. Resulta que dicho producto era de la heladería Daily King que compite con Ice Pop, la heladería de mi padre.

Y con esta rara escena me despido. Chicas, si llegan a conocer a Alexis, y tienen la oportunidad de algo con él, no lo hagan. Las dejará de la manera más original que se les pueda ocurrir. Con un kilo de helado.

Sólo LeanmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora