VI

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     Mis manos sudaban y mis pies hormigueaban, está claro que no temía de mis padres, a pesar de su trabajo me consentían con viajes, productos y servicios que necesitaba. Nunca fui la niña consentida ni la mantenida; pero ¿A quien no le gusta un regalo de vez en cuando?

— ¿Y cuando te vas? ¿Con quién te vas? ¿Cómo te vas? ¿Por qué te vas? —el cuestionamiento de mi madre empezó.

— Ya pronto inician vacaciones de Semana Santa, decidí ir con Víctor y Vanessa para despejarme y meditar bien su desicion de separarse. Puede que sea muy repentina la situación y que sea tan precipitada, sin embargo creo que me merezco unas vacaciones de dos semanas.

— Te comprendemos hija, solo que es muy rápida esta noticia, ¿Por qué a Italia?

— Víctor me convenció, además nunca he pisado Roma ni Venecia, tu papá ¿Qué opinas?

— Camila, está bien —un suspiro salio de sus labios y de manera monótona se quitó sus lentes y sorprendentemente me abrazó.

     Sería poco decir que me gustó su abrazo, en el transcurso de los años los abrazos solo consistían en palmadas en la espalda. Con la bendición de mis padres, me encaminé a mi habitación para empezar a empacar y verificar a donde viajaría; Roma se veía bonito y me llamaba la atención Venecia, sin embargo la provincia de Arezzo me dejó cautivada.

     En la tarde hablé con Víctor acerca de nuestro destino a Italia.

— Víctor ¿Qué te parece Arezzo?

— No, es muy común

— Y dale con lo mismo, ¿Qué tiene que sea común? Cancún también es común y aún así recibe muchas visitas cada semana.

— Pero México no tiene mucho que ofrecer, Italia si, vamos a Trento.

— ¿Qué hay en Trento que no haya en Arezzo?

— Un ecosistema muy bien cuidado, además ¿no te gustaría ver lobos?

— ¿Lobos?

— Sí, lobos, esos que aullan y son los mamíferos más importantes del mundo mundial y...

— Si se  lo que es un lobo, solo que me dan un poco de miedo.

— ¿Miedo? —disparó una carcajada— ¿Tienes miedo de los lobos? ¿Qué crees que pasará? ¿Qué un lobo te comerá o que te mostrará sus hermosos y afilados dientes?

— Pareces psicópata, llama a Vanessa y pregúntale, será a decisión de votos, vas a ver como mi mejor amiga me apoya.

— Seguramente...

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— Eres una traidora Amelia Vanessa Libreros Cabrera, pensé que me apoyarías.

— Lo siento, pero quiero ir a Trento, quiero ver los lobos negros, son mi pasión, de hecho me casaría con un lobo.

— ¡Estás loca! Pero, los lobos negros no existen.

     Vanessa se paró de golpe, me sujetó de los hombros y al estar bien agarrada me dió 3 sacudidas.

— ¿Te sientes bien? ¿Te dió Alzheimer? ¿Qué comiste?

— Te pareces a mí mamá, estoy bien, recuerdo todo y comí Tostadas.

— ¿Con pollo y crema?

— Con pollo y crema.

— ¡Que rico! Pero no es el caso, los lobos negros son híbridos entre un lobo y un perro, son la cruza más perfecta del universo.

— ¿Quién te entiende?

— Yo la entiendo —mencionó Víctor asustandonos.

— Estúpido, mi corazón ¡Idiota! —comentó Vanessa.

— JaJaJa, ¡Que gracioso! ¿Listas para Trento? —preguntó Víctor.

— ¿Tengo otra opción? —custioné.

— No, ¡Vamos! Anímate, que tú fuiste quién dió la idea de viajar.

—. Exacto, yo di la idea de viajar, no la di de ir a Italia ni a Trento, el responsable fue acá mis ojos.

     Y así siguió la discusión del viaje, las vacaciones siempre me gustaron y nunca me cansaron. México fue hermoso, pero no sé comparó con los demás países, Popocatépetl nunca superó a El Everest, y La Isla Mujeres quedó corta si mostramos a Bora Bora.

     Sin embargo, ser mexicana es representar culturas, gastronomía, flora y fauna única en su especie.

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    En mi maleta llevaba lo necesario para sobrevivir dos semanas afuera de México, una maleta de 8 kilogramos era lo que tenía en mente, y para mí no sorpresa fui la más liviana, debido a que la de Víctor pesaba 10 kg y la de Vanessa 15 kg.

— ¿Qué es lo que llevas en tu maleta? ¿Piedras?

— No, llevo 10 libros, ropa, mi botiquín y mi estuche de maquillaje, ¿Crees que necesite más libros? Se me hacen muy poquitos.

— ¡No! ¡Pobre Víctor! Le vas a desacomodar su espalda, que por si no recuerdas va a llevar tu maleta.

— En mi defensa, él se ofreció.

— Como sea, no lleves más libros, con esos son más que necesario. Por cierto ¿No has visto a Victoriano?

— Ese gato me odia, siempre me rasguña así que no necesito saber dónde está.

— Es tu culpa por jalarle la oreja y exigirle que te diera un beso. Es un gato, no te va a dar un beso, ni a mí me lo da y eso que soy su dueña.

— Como sea, pregúntale a Víctor, de seguro que el lo tiene, es su "mejor amigo" —enfatizó mejor amigo.

— Vamos —caminamos a su cuarto y lo que vimos nos sorprendió mucho.

— Víctor ¿Qué te pasó?






Mi destino en la boca del lobo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora