Capitulo 5

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Lo crean o no estaba nerviosa, me sentía extraña, el tipo de sentimiento que suele atacar cuando te sientes triste, o cuando sientes que algo saldrá mal. Como siempre solía hacer, peleaba con mi madre por las desiciones que tomaba sin consultarlo antes conmigo, ¿Acaso creería que yo de verdad usaría algo tan llamativo en medio de una fiesta a la que no fui invitada directamente? La meta que tenía en mente era disimular mi presencia ahí, no exagerarla.
-¡No, mamá! ¿Tú crees que estoy tan loca para usar esos tacones?, mejor dime que quieres que me rompa un brazo de una vez-.
-No te romperás un brazo exagerada, es lo que se usa hoy en día.. Mejor que esos sucios tenis que llevas a todos lados.
-Será una fiesta casual.. no creo que ninguna de las de ahí usará tacones.
-¿Como estás tan segura?¿No quieres verte bonita para tu amigo?-. Fue todo, la línea de cruce entre lo que se debe decir a lo que se dice comúnmente. Enfurecí por una parte como me puse aún peor respecto a mis nervios. ¿Por qué me vestiría bien para alguien más además de mí?, sabía la importancia del asunto, pero no era el momento.
-Ahh-. Tarde en contener la respiración unos momentos antes de proseguir. -Es todo, veré que usare yo sola, te agradezco tus consejos pero prefiero ser yo misma.

¿Por qué estos asuntos me causaban tanto conflicto? Entiendo que la exageración y los nervios de una persona hacia un tema determinado es debido a la importancia que le da cada uno, pero podría entenderse en la respuesta de una universidad o una decisión importante en la vida, no una estúpida fiesta que sucede cada semana. ¿Por qué mi mamá había dicho eso?¿Acaso era muy obvia en gustarme?¿Me gustaba realmente, o era solo uno de sus comentarios metafóricos? No encontraba una respuesta lógica para eso, y me frustraba no hacerlo, la mayoría de las respuestas están ahí, escondidas dentro de la misma pregunta, pero aquí no era esa situación. Como resultado de una tarde de pensamientos incómodos, por fin logré crear un outfit que era a prueba de tontos, lo suficiente como para aguantarlo e informal para superarlo; una playera sencilla sin mangas, de color negro, pantalones de mezclilla del mismo color, mis tenis blancos de cada día y una chamarra de mezclilla que tome "prestada" de mi hermano. No suelo tomar las cosas sin antes pedirlas, pero la necesitaba, era tan grande que podía taparme fácilmente todo el cuerpo, de pie me llegaba casi hasta las rodillas, pero era cómodo, en alguna extraña e ilógica manera de pensar, simplemente cumplía con mis expectativas.

Decidí no peinar mi cabello, ya que estaba lo suficiente cansada de probar más de 15 formas diferentes de vestir, el cabello suelto me gustaba más que el recogido, no me preocupaba por si había tomado todos los cabellos pequeños o un flequillo extraño. Así era yo; el maquillaje tampoco era algo que me llamara tanto como a muchas otras, pero no estaba tan perdida, enchinar las pestañas, delinear mis cejas (depilar si era necesario), un poco de iluminador y algún labial ligero, solía sufrir de labios resecos, pero por más que los hidratara, hiciera remedios caseros o los humectara a cada momento, siempre volvían a su estado natural acompañado de un color rosado pálido. Estaba lista, esperando en la sala del primer piso a que diera la hora.. 8:30 usualmente a esta hora solía ver alguna serie de amor, con algún personaje estelar, el típico chico guapo metido en problemas, famoso por ser odiado y con una mala reputación; ¿Por qué ellos no existían en la vida real?, era un poco decepcionante volver a la vida cotidiana, lo único importante era el físico en una persona, sin importar su pensamiento, su sentimiento, su forma de pensar o su historia. Todo disminuido a un simple físico.

-Te ves muy bien Reb-. Su voz, su penetrante voz, se veía especialmente bien aquel día, con zapatos formales y unos jeans ajustados, un cinturón obscuro y una camisa azulada, su cabello peinado de forma ladeada, su sonrisa brillante llamando la atención y sus ojos verdosos resaltando en su piel.
-Tu también te ves bastante bien-. Mi voz temblaba. -Esa camisa es muy linda-. ¿Linda? ¿En serio?
-Gracias.

La ubicación indicaba que estamos a 14 minutos en auto, pero las aplicaciones siempre engañan, tras media hora de perdernos en el tráfico, mi paciencia casi se acababa por completo, contaba las luces que pasaban por mi ventana, distinguiendo las estrellas de los postes, las casas de los edificios, los autos de los camiones; la ciudad se iluminaba al caer la noche, jamás entendí porque existe la luz, pues comenzó por un miedo inexplicable a la obscuridad desde que el ser humano tenía razonamiento, pero seguimos usándola de la misma manera por un miedo a lo desconocido. Una vez en el lugar, no había ni una luz, ni un ruido, una calle tranquila de los suburbios. ¿Nos habían mandado mal la ubicación?¿O la "fiesta" era solo una broma?

-Debe ser ahí-. Baje del auto caminando detrás de sus pasos, hasta sentir su mano rodear mi cintura, me detuve por un segundo, jamás me habían hecho eso ¿debería indignarme?
-¿Qué haces?
-Perdón.. fue un reflejo.
Continuamos caminando hasta el número 14, estaba envuelta en la chamarra que llevaba, cruzando los brazos por la brisa que pasaba; solo había un portón negro de tamaño de 2 autos que estaba abierto, sin nadie en la entrada
-Vamos, debe ser adentro.
-¿Seguro?
-Si, ¿qué puede pasar?
Se le notaba lo extranjero, ya que entrar a una casa desconocida por revisar si es el lugar donde te indicaron no era lo más recomendable, al menos en México era así.

Al entrar en la propiedad, se escuchaba una leve música de fondo venir de alguna parte de la casa, breves minutos después vimos algunas luces asomarse desde un lado de la casa, escaleras cortas de concreto formaban un camino hasta ellas, haciéndonos seguir para al fin encontrar la fiesta.

Un ambiente extraño para mí, había humo por todos lados, y no necesariamente de una máquina, una mesa de ping pong en el centro, luces de colores y una música retumbante con un ritmo lento, había alcohol y algunos cigarrillos tirados, contaba con al menos 50 personas de las que yo conocía 5. No tardó mucho en aparecer la pequeña bola de chicos populares para llevárselo lejos de mí, no vi ninguna resistencia o algún tipo de señal para que lo salvara de sus manos, pero ahora no me preocupaba por él. Si no por mí. Me sentía excluida de entre los demás, habían mayores que yo, y podía apostar a que el 90% de ellos no eran vírgenes. A pesar de su aspecto siempre he dicho que no debemos criticar un libro por su portada, casi obligándome a incluirme con cualquier persona que se me cruzara.

10:50 Al cabo de un rato comencé a hablar con un par de chicos de aspecto relajado que se encontraban cerca de mí, como un saludo natural para ellos me ofrecieron un trago de alcohol al cual me negué, pero tras tanta insistencia no pude negarme más. Usualmente diría que el alcohol te hace más sensible a hacer algo que no quieres hacer porque lo escondes, pero tras ese día no tengo excusa. Los tragos iban y venían uno tras otro con más intensidad que el anterior, y para alguien como yo que no suele beber ni un poco de vino, fue peor el resultado. Me sentía mareada, pero a pesar de eso lo recuerdo todo, mi subconsciente sabía que lo que hacía no era correcto e incluso tuve la voluntad de negarme a seguir; lo que yo no sabía era lo que  ellos planeaban hacer, comenzó como un juego, las caricias de pronto se presentaban y yo lo sentía normal (en realidad, jamás lo sentí ), pero como toda escala se fue intensificando. Los apretones y los abrazos no fueron lo que me molestaron, hasta que sentí un leve golpe en mi trasero. Parecía gracioso para ellos, pero al estar rodeada sin saber que hacer no tuve respuesta. Cuando al fin apareció, no me había acordado de él en todo lo que llevaba de la fiesta  y por su aspecto parecía molesto, no pude entender con toda precisión lo que decía, pero lo sentí.

Jaló de mi mano para después sostenerme en pie, caminando a la salida donde se encontraba un pequeño jardín me ayudó a sentarme en uno de los escalones donde la música parecía bajar el volumen drásticamente
-¿Estás bien?
-Eso creo..
-Son unos imbeciles, mira que hacerte eso-. No puedo describir su rostro (y no por el hecho de estar mareada, si no por su expresión), el enojo se podía ver con claridad, con un ataque de frustración de por medio, juraba que volvería para meterse en una pelea -Será mejor que volvamos a casa-.
-¿En serio?.. pasaste toda la fiesta metido no se donde dejándome por completo sola, ¿y tú decides cuando nos vamos? No me parece justo.
-¡Por favor mírate! Apenas y puedes hablar, solo fui a socializar un poco y es todo
-Pues eres un idiota por hacerlo, y más aún si crees que puedes mandarme
-Lo lamento.. en serio, tú compañía es muy especial para mí para que discutamos por algo... ¿Puedes decirme qué es lo que quieres?¿Cómo puedo..- Fue ahí cuando lo interrumpí, terminando sus palabras con un beso necesario, hacía tiempo que necesitaba sacarlo, pero aún no encontraba la forma. Suelen decir que los borrachos y los niños dicen la verdad, pero fue esa noche cuando lo comprobé.

 Suelen decir que los borrachos y los niños dicen la verdad, pero fue esa noche cuando lo comprobé

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LOVE SICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora