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El féretro bajaba con una lentitud tortuosa. Camus aun no podía creer que su amado Sicario estuviera ahí adentro, que ya no lo volvería a ver dar vueltas por ahí, que no escucharía nunca más su risa, su voz, que no volvería a ver esos hermosos ojos celestes, nunca más sentiría sus brazos dándole proteccion, nunca más... nunca más lo tendría con él, ¿y todo por culpa de qué? De una mujer rencorosa, de una loca que la primera vez que se interesaba por uno de sus ex Sicarios, termina acabando con la vida de otra persona que solamente hacia su trabajo.

"Maldita bruja" 

En el entierro pensó solo en encontrar familiares y amigos, nunca creyó que algunos de los Sicarios más buscados de Grecia, y hasta el propio Hades estubieran ahí. Athena jamas asistiría al funeral de alguno de sus muchachos.

Pero hubo uno de ellos que logro hacer que su corazón se apretara y sufriera como nunca antes, acompañando a Hades se encontraba un joven muy parecido a Milo, el mismo tono de piel, la misma expresión, solo cambiaba el color del pelo y lo ojos que eran más oscuros.

La primera vez que lo vio entre la gente creyó que los Dioses lo estaban torturando, haciéndolo ver a su griego en todas partes, si dijera que no quiso lanzarse sobre ese hombre pensando que era Milo, mentiría.

Una semana había pasado desde ese día, del día en el que perdió a la única persona que había amado en su vida, y desde ese momento una palabra no se alejaba de su mente; Venganza... venganza en contra de la mujer que le arrebató todo.

- En algo estas pensando, y se nota que no es nada bueno.- la voz de Écarlate lo hizo salir de sus pensamientos.

- No es nada que te importe.

Tuvo la suerte que Kardia lo dejara seguir viviendo con ellos, despues de todo y como había dicho Milo ya era su familia.

- No me mientas Camus, te conozco poco, pero ese poco me sirve para saber que estas pensando. Si planeas matar a esa loca te ayudare.- se había sentado al frente de él.

-No solo voy a matarla, la haré sentir en carne propia lo que se siente perder a alguien...- su mirada se oscureció más de lo que Écarlate conocía- pero no quiero que te entrometas. Si me descubren, sera mejor que solo me persigan a mi.

- Pero...

- Nada. Solo cuida de Kardia y Mystoria, tengo cosas que hacer.

Sin hacer caso a nada de lo que le dijera, Camus fue al arsenal de Milo, saco varias armas de tortura, pero en especial las agujas que tanto amaba ocupar su pareja. En esa semana no había perdido el tiempo, averiguo cada detalle la rutina de su presa, los lugares que frecuentaba, sus horarios, todo, no dejo nada al azar. Ahora se dirigía en su busqueda.

Espero hasta que a su victima lo dejaran solo sus matones, una vez ocurrido eso lo siguió en sus auto desde una distancia prudente, hasta llegar a la zona de la ciudad más acaudalada y por ende con menos publico. Escondiendo sus cabellos, espero hasta que el griego bajara del auto, y sin perder el tiempo comenzó su plan.

Cuando Julian bajo del vehículo sintió como alguien lo tomaba por la espalda  y tapaba su boca.

- Sera mejor que no arme un escándalo, señor Julian. Bien podría matarlo ahora.- Cuando el otro se calmo retiro su mano.

- Si lo haces te perseguirán hasta encontrarte.

- Me da igual, ya no tengo nada que perder...

Media hora de viaje hasta el lugar en donde esperaría a su otra victima. No se molesto en taparle la vista a Julian, después de todo él lo conocía como la palma de su mano. El  celular de Poseidon sería su primera trampa.

Mi Hermoso Enemigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora