Capitulo ocho.

214 34 12
                                    

James O' Conner.

Siempre supe que la vida te golpea fuerte. Pero nunca sentí el impacto y el dolor tan grande como hace cinco años atrás cuando la perdí. La arruine y me quise morir.

Joder, nunca voy a superarla.

Pero en ese entonces, pensé que había echo lo correcto. Eligiendo a Natalie, cuando me dijo que quería intentarlo de nuevo me senti un crío primerizo por volver a estar con ella por lo que no dude en aceptar. Después de todo, pensé que seguía amandola a ella en ese puto momento.

Qué mal estaba. Qué ciego fui.

Hoy, mirándolo desde el punto de vista de la chica que dejé hace cinco años atrás puedo entender el dolor que sintió. El grado de abandono y soledad que caes es tan fuerte que por un momento te dan ganas de mandar todo a la mierda y morir por la vida de porquería que llevas.

Tres meses después de la partida de Lucía me sentí perdido. Si, estaba con Natalie. Pero sin embargo me sentí presionado al elegir a una persona que en ese momento creí que amaba o era jugarmelas por otra persona con la que había empezado a salir hacia pocos meses.

Saben cuál fue mi decisión.

Elegí a la persona incorrecta.

Elegí a la persona que me abandono un año después por dejarme prácticamente en la quiebra. Por dinero. El puto dinero que siempre quiso. No a mí.
Lo tenía todo planeado, llevándose lo justo y necesario. Lo justo para hacerme saber que ella era y es la persona más vil que conozco. La más perra.

No puedo decir que volví a tener algo formal desde ese entonces. Ya pasaron cinco años y por un momento me dan ganas de volver atrás y arreglar todo. Pero no se puede.

No se puede porque sé que si la vuelvo a ver, no se lo que pasaría.

¿Estará con alguien? ¿Será feliz? ¿Qué es de su puta vida?

No hay peor cosa que la cabeza te vaya a mil y no encuentres ninguna respuesta a lo que uno mismo se pregunta.

La realidad me cae de golpe al pensar que ella ya me haya olvidado. ¿Y si es así? ¿Y si formó familia?

¿Me superó?

Miles de preguntas rondan en mi cabeza. Mientras bebo mi whisky y observo la gran ciudad de Buenos Aires en plena noche.
Las luces le dan un toque espléndido a las calles nocturnas. Qué por un momento me dan ganas de salir del hotel y salir a caminar un poco. Necesito aire. Necesito olvidar la punzada en el pecho que cargo desde hace años.

Necesito encontrarla.








ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora