Capítulo 1

1.3K 48 2
                                    

—Vamos Javier, tu puedes.— se dijo así mismo con una sonrisa.

Estaba sentado en un banco frente a un tocador lleno de productos para el cabello, maquillaje y otras cosas que su asesor de imagen y sus ayudantes habían utilizado para dejarlo "Perfecto".

Javier siempre había sido naturalmente apuesto, pero era un humano, uno de 20 años que aun estaba en proceso de desarrollo y por tanto tenia pequeñas imperfecciones que para todos pasaban desapercibidas, pero que en el mundo de las celebridades no tenían cabida.

Sentía el tan familiar calor proveniente del encierro y la luz artificial que en su tiempo lo había molestado pero que ahora que se había acostumbrado a la sensación de asfixia le daba seguridad.

Se levanto de su lugar y dio media vuelta, encontrándose con otro espejo, este era alto y lograba reflejar por completo la figura de Fernández.

Nunca había sido alguien engreído pero debía admitir que los encargados de su imagen sabían muy bien lo que hacían.

Un trabajo arduo de una cantidad respetable de expertos en el tema de la estética y del insignificante chico que había empezado a cantar hace unos cuantos años atrás no quedaba nada.

El trabajo de los expertos junto a una estricta dieta y al ejercicio extenuante al cual había sido sometido para que "lograra ser un cantante exitoso", cabía mencionar.

Porque claro que Javier podía tener una voz prodigiosa y un carisma envidiable desde su nacimiento, pero ,a palabras de su productor, su talento nato no debía hacer que descuidara su imagen, porque un chico de buena voz vendía, pero un chico de buena voz, galante, bien parecido y con cuerpo que nada tenia que envidiarle a un modelo de ropa juvenil, era todo un negocio.

Pero no iba a quejarse del dolor físico que la cantidad extenuante de ejercicio le había causado ni las molestas náuseas que lo invadían cada vez que veía u olía las frutas o verduras que solían gustarle por el trauma de tener que comerlas diario.

No.

Javier Fernández amaba su trabajo.

Y a la vez reconocía que no cualquiera tenia la oportunidad de presentarse ante grandes públicos, tener fans que lo apoyaran de forma incondicional y ganar una cantidad generosa de dinero haciendo lo que les gustaba.

Era el sueño de todos y la realidad de muy pocos.

Su realidad.

Y si cantar como profesional lo obligaba a hacer ejercicio como si en lugar de sacar un álbum fuera a competir por una medalla de oro en las olimpiadas o dejar su amor por la comida y los tan deliciosos como malos para su figura carbohidratos, lo haría.

Adiós amados videojuegos y deliciosa comida chatarra...

Reviso su micrófono y auricular por décima tercera vez en el lapso que llevaba esperando en el camerino.

Sus inicios lo habían caracterizado por ser un chico alegre y espontáneo, pero el paso del tiempo había hecho crecer a los nervios y las inseguridades.

Su popularidad había aumentado y más seguidores significaba más personas a las que desilusionar con sus errores.

¿Será que la magia de la música se estaba desvaneciendo en él?

La Armonía de Nuestros Corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora