Capítulo 28

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29-01-2015

En ese mismo momento en que me dispuse a dormir, aparecieron aquellas inconfundibles e inigualables ganas de escribirle. Entonces, inmediatamente caigo en cuenta que no hay peor instante del día en el que llega la despedida, porque me quiero quedar, disponer de todo su tiempo, hacer su tiempo mío y así mismo ofrecerle completamente el mío a él, y sonará egoísta, pero no quiero compartir su tiempo con nadie. Pero entonces me despido y el sueño se aleja, como recordándome que no es lo mismo, que ya no decido cuando dormir, porque ha llegado alguien que me ha robado más que el sueño. ¿Y como pelear con ese alguien que controla algo tan indispensable?

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