Todo toma su curso

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Tener su sonrisa y saber que era todo lo que hacía falta para sentir que el mundo volvía a dar vueltas alrededor del sol, era lo más maravilloso que podía existir, ahí estábamos observándonos en medio de todos los que nos quieren, Alex había insistido en chequearla "por si las dudas", Maggie y Lyanna la regañaban por estar "descansando" durante dos meses, Clark sonreía mientras le contaba algunas anécdotas inesperadas para la gran mayoría pero ella no lucía tan sorprendida, ya que antes de que peleara con Bizarro le comenté mis sospechas.

Su mirada tan azul y penetrante no abandonaba la mía, estábamos allí de forma corpórea pero nuestras almas se encontraban más cerca, más dentro, más profundamente, hablábamos a través de nuestros ojos.

Sin previo aviso ella alejó a Alex e interrumpió lo que hablaban los demás, se levantó sin romper nunca el contacto visual conmigo, me sonrió como solo ella sabe, rodeé su cuello y me elevó en sus brazos caminando fuera hasta el balcón del DEO, sentir la brisa golpear mi cara, a varios metros de altitud por primera vez no causaron angustia ni miedo, me sentía plena porque eran sus brazos los que me sostenían y tenía la absoluta certeza de que nunca me iba a soltar.

El aterrizaje en mi departamento fue suave, ambas estábamos perdidas la una en la otra, no necesitábamos decir nada, por eso la besé.

La besé con una fuerza arrolladora, era un "te extrañé" dulce y apasionado, además de mutuo. Ella, literalmente, arrancó mi ropa apenas cruzamos la puerta de mi habitación e hizo lo mismo con la suya, me miraba ansiosa, con un amor y una adoración que cualquier Dios envidiaría...

Sus manos se posaron en mi piel y yo podía jurar que ardería en deseo, amo a Kara en todos los sentidos, no querría nada más en la vida si ella se queda conmigo. Sus labios encontraron los míos en un beso, decididamente, más hambriento, su deseo bordeaba mi excitación a tal punto que no creía que necesitara tocarme demasiado para sentir la gloria, me colocó con delicadeza sobre el colchón y buscó rápidamente el collar que hemos utilizado tantas veces, poniéndolo alrededor de su cuello con gracia, sus manos temblaban y eso era tan tierno como provocativo, mis ojos no podían dejar de devorarla.

Su lengua trazó cada curva de mi cuerpo, sus dientes marcaron mi piel como suya, sus manos escribían una poesía erótica que evocaba gemidos que avergonzarían a los más puritanos.

Esa rubia tenía la capacidad de volverme loca, de hacer que perdiera total control sobre mis acciones y reacciones, que necesitara cada vez más de ella.

Y tocarla... ¡Dios, tocar su cuerpo es la cosa más divina que he podido disfrutar!

Es como tener la escultura más hermosa del mundo y poder descubrirla a trazos, como un ciego deslizando sus dedos para reconocer un alguien o un algo a lo que sus ojos no pueden darle luz pero que sus manos le dan la vida... Un placer de esos pecaminosos por el cual me iría al infierno con una sonrisa.

Sus abdominales bien definidos eran de las partes favoritas de mi lengua y que además la volvía loca, sobre todo si mis dedos la acompañaban al compas de sus gemidos.

Ella es perfecta, tímida en ocasiones y una salvaje en otras, no podía haber tenido mayor fortuna. Admirarla dormir a mi lado ya sin el collar que contenía sus poderes llenaba mi ser con una calidez que no podría expresar correctamente, tuve tanto miedo de perderla, no era capaz de contener todos esos sentimientos que me embargaban, la amé desde el primer momento aun cuando no sabía definirlo entonces... Estoy perdida y felizmente enamorada.

- ¿Qué tanto miras? – dice de pronto, sacándome de mis pensamientos

- Que eres hermosa... – Ella sonríe y abre los ojos despacio permitiéndome así el placer de ese pequeño cielo que tiene en ellos.

Entre Luthors y SupersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora