Capítulo 1: El regreso

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Pasados varios meses luego de la última guerra santa, los caballeros sobrevivientes poco a poco se recuperaban de sus lesiones en batalla, sin embargo el número de caballeros que quedaban vivos era muy bajo, no había casi santos de plata (encargados de buscar y entrenar más guerreros), no había santos de oro y mucho menos un patriarca.
Dada la crítica situación del Santuario, Atena decidió revivir a los 12 caballeros de oro, a Saga y también a Shion.
Una vez reunidos todos los caballeros de oro en el lugar, éste se tornó de un ambiente nostálgico, el reencuentro entre compañeros y con sus discípulos fue motivo de algunas lágrimas de alegría.
Hyoga y Shiryu se apresuraron en acercarse a sus maestros: Camus que se encontraba por allí entre los demás caballeros, observó a Hyoga acercarse, sin expresar gran emoción; su discípulo mostraba una enorme mezcla de alegría y ansiedad, quería abrazarlo como a un padre que no vió por años y a la vez mantenía la distancia y el respeto que inspira su maestro con su sola mirada. Camus lo miro a los ojos por un instante, en silencio, con el ceño fruncido tal como el mismo Hyoga lo recordaba... frío y distante, observó a su alumno y todas las marcas de lo que fue una dura batalla, marcas que lo harían crecer como hombre y como caballero. Sintió orgullo de él. El rostro del chico lleno de lágrimas, ansioso, feliz, lleno de todas esas emociones que él no demostraba, pero que podía sentir en su pecho... Finalmente en su rostro se dibujó lo que parecía una sonrisa muy sutil, casi imperceptible y abrazó a su joven discípulo, con fuerza, bruscamente, intentando parecer rudo, pero a la vez transmitiendo con este gesto, todo aquello que no decía con palabras. Hyoga no lograba contener sus sentimientos, y las lágrimas continuaban brotando de sus ojos, y algunas también de su maestro.
En ese momento también Shiryu se reencontraba con Dohko, a quien encontró un poco aparte del grupo de caballeros y se acercó:
Shiryu:- ¡Maestro! ¡Es un milagro volver a verlo!-
Dohko.- ¡Shiryu!-
Ambos caballeros se acercaron y Dohko lo recibió con un fuerte apretón de manos seguido de un abrazo.
Dohko:- Shiryu, estoy muy orgulloso de tí, veo que fuiste capaz de sobrevivir a una guerra santa que puso a prueba todas tus habilidades.-
Shiryu:- ¡Así es, maestro! Y todo gracias a usted y la última técnica que me enseñó. Estoy muy agradecido y muy feliz de poder estar con usted una vez más.-
Así entre medio de toda la gente se escuchó un pequeño que venía corriendo y gritando...
Kiki:-¡Señor Mu!, ¡Señor Mu!-
Mu:- Tranquilo Kiki, ¿Qué sucede?.- Decía un asombrado Mu;
Kiki:-¡Señor Mu! ¡Está vivo, es un milagro!.- Decía el pequeño Kiki mientras se abrazaba a las piernas de su maestro y lloraba sin parar.
Mu se sonrió, acarició su cabeza y trató de calmar al niño quien no podía contener sus emociones y lloraba desconsoladamente, de alegría por volver a verlo y de tristeza porque recordaba el momento en que dejó de percibir el cosmos de su maestro. La escena conmovió a los demás caballeros que se acercaron a consolar al niño.
Aldebarán:-¡Ya, niño! Para de llorar o vas a hacer que el gran Mu desee estar muerto otra vez, ja ja ja ja.- Exclamó el caballero de Tauro mientra palmeaba torpemente la espalda de Mu y reía a carcajadas.
Aldebarán:-¡Ya no tienes por qué llorar, hemos vuelto y pretendemos vivir tantos años como sea posible ja ja! ¿Verdad que sí, eh Mu?-
Mu:- Hemos vuelto por voluntad de la diosa Atena, y debemos reunirnos con ella para conocer el motivo de nuestra presencia aquí. Pongámonos en marcha.-
Los caballeros asintieron a las palabras de Mu y emprendieron el camino hasta la recámara del patriarca, al final de las doce casas.
Una vez allí, los caballeros dorados se formaron frente a la gran estatua de Atenea, cada uno rememorando las trágicas escenas del pasado, de las que ese lugar fue testigo. Pronto un haz de luz detendría esos recuerdos para enfocarse frente a los santos, quienes inmediatamente se arrodillaron al reconocer el cosmos de la diosa misma; así fue que apareció Atena con el aspecto de Saori quien se dirigió a ellos encargándoles nuevamente la protección del santuario. Sumado a esto, los caballeros que no tuvieren discípulos, escogerían al menos uno de los candidatos que Shaina y Marin habrían estado reuniendo de todas partes hasta comienzos de la guerra.
Shion sería nuevamente el patriarca, y también tendría un pupilo: encargó que Saga sea discípulo de Shion, de manera que Kanon continuaría siendo el guardián de la casa de Géminis.
El patriarca y su alumno se encargarán de organizar los kumité para comenzar a distribuir las abundantes cloth de Plata sin dueño, entre los nuevos postulantes.
Incluso Mu debería dejar a Kiki en el santuario para que éste mejore su entrenamiento físico y sería el único permitido de escoger o no otros alumnos, ya que su misión principal será restaurar todas las cloth dañadas.
Había mucho trabajo por delante, incluso Saori estaría lejos del santuario, organizando todo de nuevo en la fundación. De todas formas los caballeros recibieron una recompensa especial: tendrían dos días libres para poder hacer lo que quisieran y luego se pondrían al tanto con el trabajo. Esto incluía al patriarca también.

[SaintSeiya] Algo Más Que GuerrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora