El Destino Llama

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-Me...me has derrotado-

Vergil Sparda se encontraba de rodillas en suelo, su respiración dificultada. A pesar de todo lo que intentará, su hermano menor, Dante era superior a él aunque él sea el mayor.

-¿Qué te pasa? ¿Eso es todo lo que sabes hacer? Estoy seguro que todavía tienes más trucos bajo la manga...- decía Dante, quien a pasar de salir victorioso también se encontraba agotado, pero no podía demostrarlo en ese momento.

Vergil reunió sus fuerzas y se puso de pie, sosteniendo a [Yamato] con fuerza, en su espalda cargando la espada de su padre, [Force Edge].

De pronto todo el lugar donde los gemelos se encontraban empezó a temblar, causando que ambos hijos de Sparda se tambalearan levemente.

-Con la separación de los amuletos el portal del mundo de los demonios se está cerrando, Dante- advirtió Vergil.

-Entonces acabemos con esto...- repuso Dante, agarrando con fuerza a [Rebellion].

Ambos gemelos empezaron a correr, sujetando sus espadas...listos para dar el golpe final.

Finalmente cerraron la distancia entre ambos, lanzando sus ataques al mismo tiempo.

Tras el choque, ambos quedaron dándose la espalda, solo separados por unos cuantos metros.

De pronto Vergil soltó el medallón de madre Eva, junto con [Yamato].

Negándose a caer, recogió su medallón y su espada a la par que retrocedía hasta aproximarse a la cascada cuya desembocadura era un gran y oscuro abismo.

-Nadie nunca tendrá este amuleto Dante, me pertenece a mi...uno de los hijos de Sparda- dijo Vergil, llegando justo al borde de la cascada.

Dante al ver las intenciones de su hermano, corrió lo más rápido que pudo para alcanzarlo.

Justo cuando estaba por llegar con su objetivo...la punta de [Force Edege] le impidió avanzar más.

-Marchare si no quieres quedarte atrapado en el Mundo Demoniaco...yo me quedo, este era el hogar de nuestro padre- dijo Vergil, dejándose caer al vacío.

Dante trató de estirar su mano, pero en cambio solo recibió un corte horizontal en esta, viendo impotente como su última familia se perdía para siempre en la oscuridad.

Vergil empezó a caer por la cascada, la brisa siendo un pequeño recomfort para lo que vendrá.

-Se fuerte...hijo mío- pensó, recordando brevemente a la amante que tuvo en Fortuna, y el hijo que jamás conocerá.

Con esos últimos pensamientos, no se dio cuenta de que poco a poco, su cuerpo se empezó a descomponer en partículas, hasta que solo quedó su sombra, la cual poco a poco también se empezó a perder también.

...
La luz era cegadora.

Eso fue el primer indicó de Vergil para saber que algo andaba mal.

Abriendo sus ojos, Vergil se vio en enorme prado, tan grande y vasto hasta dónde llegaba la vista.

El cielo nocturno de vía libre contaminación, lo que él dio a Vergil la sensación de estar en Territorio Virgen, sin humano alguno en el lugar.

Su corazón se calmó un poco al notar que aún tenía sus espadas y su medallón, lo que lo llevó a las dudas.

-¿Dónde estoy?- pensó en voz alta, puesto que hasta su idiota hermano adivinaría que esto no era el Mundo Demoniaco.- ¿El Cielo?- se cuestionó, solo para negar de inmediato, sabiendo que jamás sería admitido en un lugar así.

Devil's FateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora