Capítulo 4 - Trent

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Narrado por Alistair

Cerré la puerta del único baño que había en la librería con fuerza. Lo que menos quería era seguir recibiendo miradas impresionadas por mi aspecto físico. Miradas que decían "eres un monstruo."

Con coraje, golpeé la pared y me senté en el suelo. Sabía que había dejado una hendidura, pero no me importaba. Ahora lo único en lo que podía pensar era en lo injusta que era la vida. ¿Por qué tenía que lucir de esta manera? ¿Por qué tuve que sufrir ese accidente? Tallé mi rostro con fuerza y pensé en lo triste que sería mi futuro.

Al fin y al cabo, ¿Quién querría salir conmigo? Lucia como una creación de Frankenstein.

Mi respiración se volvió agitada cuando escuche los pasos de Melanie acercarse a donde me encontraba. Vi su sombra debajo de la puerta y pánico me invadió. No pensaba abrirle la puerta. Sabía que había actuado de una manera ridícula —salir huyendo no era exactamente lo más maduro que pude haber hecho— pero ver su mirada impresionada me había dolido más que cualquier otro insulto.

No iba a mentir, ella era hermosa. Su largo cabello castaño y sus ojos color miel me intimidaron desde la primera vez que los vi. Antes del accidente, no hubiera dudado en invitarla a salir. Pero ahora, me conformaba con que no me mirara con disgusto.

Desde que la salve la noche anterior supe que nunca tendría una oportunidad con ella; la suerte no estaba de mi lado. Sin embargo, al ver que decidió venir hasta la librería para agradecerme nuevamente pensé que las cosas serían diferentes. Cuando decidí mostrarle mi rostro pensé que tal vez ella podría ver más allá de mis cicatrices.

Claramente me había equivocado.

No salí del baño hasta que escuché como se alejaron sus pasos. Una vez fuera, me despedí duramente de mi tía y me monté en mi coche. Tenía que alejarme de este lugar. Ahora.

En cuanto encendí el motor, arranqué y conduje hasta llegar a mi casa. Con más fuerza de la necesaria, cerré la puerta del coche y maldije en voz alta. Tenía demasiada ira dentro de mí.

Años atrás, tenía una vida perfecta. Padres perfectos, amigos perfectos, físico perfecto, novia perfecta... y todo me fue arrebatado en una noche. No sabía si dios existía, pero si lo hacía ¿Por qué me dejo probar el paraíso para luego mandarme al infierno?

Subí a mi habitación y me puse ropa de deporte. Necesitaba cansarme físicamente para cansarme mentalmente. En mi habitación tenía varias máquinas de ejercicio para poder mantener mi cuerpo en forma. Después del accidente, los doctores pensaron que no volvería a tener la misma condición atlética de antes, pero les demostré lo contrario. En cuanto salí del hospital y me di cuenta de todo lo que había perdido, me dediqué a ejercitar mi cuerpo para subir un poco mi autoestima y olvidar mi infelicidad.

Con mis audífonos puestos, comencé a golpear el saco de boxeo. Una canción de rock estaba sonando y dejé que la música guiara mis movimientos. Comencé a sudar rápidamente y sentía como mi ira se desvanecía con cada golpe.

Mi espalda estaba mojada por el sudor y mis nudillos estaban sangrando, pero aun así no me detuve. Me gustaba imaginar que ese viejo saco de boxeo eran mis problemas y sabía que una vez que empezara a golpearlo, no pararía en mucho tiempo.

Me detuve cuando mi celular comenzó a sonar. Solo tres personas tenían mi número: mi padre, mi tía Georgiana y Trent. Así que recibir llamadas no era algo que me pasaba a diario. Contesté cuando vi el nombre de mi único amigo en la pantalla.

—¿Qué sucede, Trent? —dije, con la voz agitada por el ejercicio.

—Generalmente las personas dicen "Hola ¿Cómo estás?" al contestar el teléfono —se burló.

CatarsisWhere stories live. Discover now