Prólogo

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Alistair Kade tenía algo especial. Muy dentro él, el niño de ocho años lo sabía. Para su corta edad, era demasiado alto y extremadamente hermoso. Oscuro cabello ondulado rozaba su frente y dos esmeraldas estaban en lugar de sus ojos, o por lo menos esas eran las palabras que su madre usaba para describir sus llamativos ojos verdes.

Aquella calurosa tarde de verano se encontraba jugando futbol americano con su amigo Trent en su patio trasero, esperando emocionado los fuegos artificiales del Cuatro de Julio. De todos los días del año esté era su favorito, no solo porque era el día de independencia de su país, sino porque también era su cumpleaños. Su madre, Sally Kade, estaba ocupada preparando más té helado, mientras que su padre estaba detrás del asador cocinando perros calientes. Este era el Cuatro de Julio tradicional de los Kades: perros calientes, té helado y futbol.

Algunos vecinos llegaron con refrigerios y como en todos los años, un pastel fue preparado para el cumpleañero. Esta vez, el tema de su pastel era la bandera de los Estados Unidos. Varias personas pensaron que era un poco extraño que un niño pidiera un pastel decorado como una bandera, pero no lo cuestionaron. Al fin y al cabo, era su cumpleaños. Su amigo Trent, sin embargo, no dejo que este detalle le impidiera hacer preguntas sobre el tema.

— ¿Por qué escogiste este pastel? Pudiste haber escogido cualquier otro —preguntó, con sus ojos brillosos por la curiosidad. Trent era un niño muy fisgón y observador; también era el mejor amigo de Alistair.

Alistair contestó rápidamente su pregunta:

—Porque yo nací para ser un héroe. Mi mamá me contó hace unos días que mi nombre significa "defensor de hombres" y eso es exactamente lo que voy a hacer cuando crezca. Me voy a convertir en soldado para poder defender a las personas que lo necesitan. Voy a ser un héroe.

Trent sonrió de oreja a oreja al escuchar la respuesta de su amigo.

— ¡Yo también quiero ser un héroe! —exclamó, tirando a un lado la pelota de futbol y llamando la atención de sus padres, quienes simplemente lo miraron enarcando una ceja.

Alistair miró a Trent directamente a los ojos y, con la cara más seria que a un niño de ocho años se le permitía hacer, dijo:

—Seremos héroes, Trent. Ya lo veras. 


CatarsisWhere stories live. Discover now