El Pensamiento/La Frase

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Quiero gritar.
Quiero gritar tan fuerte que me tiemblen las manos, tan fuerte que me duela la garganta una semana y derrumbarme en un mar de lágrimas. Quiero gritar.
Muy alto, que todo el mundo me escuche. Que hasta los sordos sepan lo que digo. Y todo eso en un arrebato de tristeza, mezclado con ira y desconcierto.
Quiero gritar.
Pero no lo hago. Primero, porque se que me haría mucho daño. Y segundo, por vergüenza. Porque lo que quiero gritar no es una vocal, como haría cualquier otro mortal. Yo quiero gritar una frase, una que me lleva atormentando semanas, tal vez meses.
Te quiero.
Muchos pensareis que es una cursilada. Pero... Sabéis qué? Que no se a quien se la quiero formular. No es para nadie. Esa frase, La Frase se ha adueñado de mis pensamientos. Y no se la puedo decir a nadie.
Porque es algo más profundo lo que la ancla a mi mente. No es solo que no me guste nadie, eso aparte. Es más... Complicado. No es el significado simple, el cursi. No. Es el significado solitario, doloroso y difícil de explicar que no puedo expresar con palabras.
Pero ya no puedo más, siento que voy a explotar. Nadie me entiende, ni siquiera me entiendo a mi mismo.

Ayer me mudé a un apartamento, aunque por lo pequeño que es, más bien yo lo llamaría estudio. Estoy yo solo. Es un lugar muy bonito pero muy soso. Las paredes, blancas, deberían darle un aspecto alegre pero a mí, me resulta tétrico.
Te quiero.
Pienso que aunque no es muy grande tiene lo que necesito para vivir. Una mesa para comer y estudiar. Una cocina, una lavadora, un armario, una cama y un archivador. Hasta una pequeña puerta que da al baño. Y mi lugar preferido: el balcón. Su uso pricipal es para secar la ropa pero sus vistas son preciosas. Al menos para mí, porque cualquier persona normal diría que las vistas a la calle no son precisamente espectaculares. Pero eso es porque no saben apreciar lo maravilloso que puede ser el paisaje urbano. Adoro apoyarme en el balcón y mirar a la gente pasear. Inventarme historias. Ver pasar el autobús. O simplemente ver las nubes. Para mí es sencillamente sensacional. En mi antigua habiatación la ventana daba a un cartel publicitario. Muy molesto.
Te quiero.

Hoy he ido al supermercado. Y mientras compraba comida vi una oferta. No era muy cantosa, ni muy interesante pero a mi me llamó la atención. Esta decía: Por un bote de pintura te llevas dos. Mi corazón pegó un salto. Mi pulso se aceleró. No era el destino, tal vez la casualidad. Pero una idea surgió de las tinieblas de mi mente. La Frase dejó de repetirse en mi mente por unos segundos. Y lo ví muy claro.
Te quiero.
Como si toda la pintura del mundo fuese a desaparecer de un momento a otro, me deplacé al pasillo ocho a una velocidad vertiginosa. Agarré con fuerza un par de botes de color rojo y una brocha grande. Pagué a toda prisa y eché a correr hacia mi casa. Gotas saladas surcaban mi rostro. No estaba triste, más bien emocionado. Las lágrimas del rostro me delataba en los semáforos, donde la gente me miraba con una mezcla de tristeza y risa en la cara. Pasé mucha vergüenza. Muchísima. Pero eso es lo que pasa cuando sabes que vas a gritar no?
Te quiero.
Llegué a mi casa por fin. Y ahora estoy observando mi obra maestra.
Ante ese arrebato de inspiración, cogí la brocha, la hundí en la profunda marea roja y escribí en la pared:
Te quiero.
Por fin podía gritar. Entre brochazo y brochazo reía y lloraba de alegría. Y gritaba. Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
A cada pincelada lo chillaba. A cada pincelada el mundo me escuchaba. Y mi pared, blanca y sosa al principo, blanca y roja al final, figuraba con La Frase en medio.
Te quiero.
Eso es lo que leo al despertarme y al acostarme. Al cenar y al desayunar. Y me gusta.
Te quiero.
Ahora ya no escucho nada. La Frase no está en mi mente. Y lo agradezco.

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