¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sentía los rayos del sol que entraban por la ventana, abrí los ojos obligadamente y fue lo mejor que pude hacer en mi vida ¿Por qué? Porque la vi allí recostada sobre mi con la cabeza posada sobre mi pecho, se veía tan angelical dormida, sus cabellos, sus labios, sus pestañas negras y brillosas que cubrían cómo dos cortinas sus hermosos ojos marrones. -Buen día-susurré paseando una mano por cu cabello. Se removió apenas y abrió los ojos, alzó la cabeza y me sonrió con aquel rostro adormecido, pero que a mi me encantaba igual. ¿Quién iba a decir que estaría de esta manera por alguien? -Buen día-saludó-¿Cómo descansaste?
Maravilloso.
Pensé. -Bien-respondí-¿Y tú? -También-respondió sin borrar aquella expresión. Era hora de levantarnos, fui al baño rápido y en cuanto salí entró ella. Aproveché y me fui abajo a la cocina dónde Dante estaba revisando la nevera. -Buenos días querido hermano-saludó alzando el rostro para observarme. No le respondí solo seguí de largo y puse para preparar café. -Te veo diferente-dijo cerrando la nevera y cruzándose de brazos-¿Puede ser por cierta persona?-pregunto alzando las cejas. -No me pongas de mal humor a estas horas, no te conviene-advertí. -Llamaré a la nena para que calme tu mal humor, es la única que te puede domar-comentó burlón y se fue antes de que lo matara. -Maldición-maldije llevando dos dedos al entrecejo. Esto iba a durar por mucho tiempo, yo y mi maldita boca.
