Mi maldita amada - Capítulo 12.

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¿Quién diría que estaría junto a Vergil? Después de todo detrás de ese personaje frío y sin corazón que mostraba realmente se ocultaba alguien con sentimientos, unos muy hermosos

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¿Quién diría que estaría junto a Vergil? Después de todo detrás de ese personaje frío y sin corazón que mostraba realmente se ocultaba alguien con sentimientos, unos muy hermosos.
Terminé de lavarme el rostro, arreglé un poco mi cabello y abandoné el baño.

Vergil Sparda.

Pensé su nombre, con solo hacerlo sentía un cosquilleo en el estómago, bajé las escaleras y encontré a Dante tirado en el sofá viendo la televisión.
-Hola Dante-saludé apareciendo detrás del sofá.
-Hola nena-saludó alzando los ojos hacia mi-¿Cómo estuvo lo de anoche? No los oí.
No respondí, solo solté una risa ahogada a lo que Dante rió a carcajadas.
-Es broma nena, me gusta hacerte poner nerviosa.
-Eres malo-dije sonriendo de lado mientras negaba levemente con la cabeza y le removía el pelo.
-Tu principe azul está en la cocina-señalo con los ojos hacia la cocina-se lo notaba más contento, es raro en él-agregó.
No pude evitar sonreír ¿Vergil no era así? Entonces estoy produciendo algo muy lindo en él.
-¿Si?-pregunté curiosa.
-Si, la verdad que comienzas a cambiarlo-acotó sonriendo de lado.
-Bueno, entonces me alegra saber que estoy haciendo las cosas bien.
En ese momento salía Vergil de la cocina y nos observó a ambos curioso, pero no dijo nada.
-Debo irme a trabajar-dije observando hacia Vergil.
-Te acompaño-dijo él, solo asentí como respuesta y dirigí la mirada en Dante.
-Nos vemos luego Dante-lo despedí sonriendo.
-Nos vemos luego nena-se despidió Dante con la mano sin moverse de su lugar.
Abandonamos la agencia y en el camino Vergil estaba en silencio pero iba a mi lado con la mirada perdida.
-¿Sucede algo?-pregunté observándolo preocupada.
-No-respondió volviendo en si y observándome-no es nada.
-¿Seguro?
-Si, seguro.
No quise preguntar más, no quería sonar irritante, si queria él luego iba a contarme lo que sucedía.
-¿Quieres que luego del trabajo te pase a buscar?
-Claro-respondí-bueno, ahora tengo una razón por la cuál verte por más tiempo-se me escapó, me había dado cuenta tarde y cubrí con una mano los labios.
No quería pero lo hice, observé hacia Vergil quién me observaba con una ceja alzada y una sonrisa ladeada, eso hizo que me pusiera más roja que el semáforo con luz roja que teníamos que pasar.
-¿Acaso me has dicho un piropo?-pregunto en un tono un tanto divertido.
-Yo... perdón-dije hundiéndome de hombros mientras quitaba la mano de mis labios y sonreía aún roja, si, no se iba a ir así como si nada. Maldita seas que siempre digo lo que pienso.
-No soy de decir esas cosas-dijo aún con la mirada en mi-pero hoy te ves muy hermosa ¿Cuenta cómo uno?
No pude evitar soltar unas risitas y me atreví a abrazarme a su brazo.
-Si, uno muy hermoso y más si sale de ti-dije sonriéndole.
-Lo has hecho de nuevo.
-¡Ay perdón!-dije apenada, más que roja ya estaba bordo.
Llegamos a la cafeteria la cuál ya estaba abriendo.
-Gracias por acompañarme-agradecí deteniéndome frente a él, solo asintió observándome ¿Debía besarlo? ¿O no? Todavía no sé como reaccionaría a mi forma de ser tan...
Mi cabeza dejó de maquinarse en cuanto me tomó entre sus brazos y depositó un beso sobre mis labios.
-Más tarde vengo por ti-susurró apartando su rostro apenas del mio.
Solo asentí atontada por aquellos ojos azulados y se fué despidiéndome con una leve sonrisa.
-Despierta mujer-me dije a mi misma mientras volvía en si.

Sabes que es el hombre más hermoso del mundo pero concentrate tonta.

Pensé y entré a la cafetería.
Comencé a trabajar, todo iba bien hasta el momento. Muchos clientes satisfechos por su comida y por la atención al cliente, pero entre todos ellos uno me hizo poner la piel de gallina, uno que recién entraba, era cabellos rubios y ojos claros, lo conocia, sabia quién era.
Se había sentada en la barra mientras buscaba con la mirada ¿A quién? Y fue cuando fijó sus ojos en mi, me tensé y tragué fuerte ¿Qué debía hacer? Había mucha gente en la cafetería, no creo que sería capaz de hacer algo malo.
Obligadamente me acerqué a la barra y sonrió.
-Buenos días señorita-saludó muy normal, no respondí solo me mantuve en silencio observándolo-¿Qué sucede? Parece que has visto un fantasma-y aquello último lo dijo un tanto sombrío.
-¿Qué quieres?-pregunté de mala manera.
-¿No es obvio? A ti.
-¿Y si no quiero ir?
Sonrió de lado.
-Es una muy mala desición, míra a tu alrededor.
Observé hacia la gente y pude ver en algunas mesas a personas que había atendido que observaban hacia mi con una sombría sonrisa y ojos rojos.
-¿Quieres que matemos a todos los que estan aquí? Tú decides.
Maldito, sabe cómo jugar sucio.
-No iré.
Tensó la mandibula, alargó el brazo hacia mi el cuál me tomó de la muñeca y apretó con fuerza.
-Vendrás quieras o no-gruñó entre dientes, me quejé retorciéndome apenas llamando la atención de un cliente que al verme se acercó de inmediato.
-Oiga, suéltela, la está lastimando-dijo el hombre pero nada, no hubo respuesta-¿Eres sordo?
Con la otra mano libre lo tomó por el brazo y de un movimiento veloz se lo sacó de lugar. Un grito desgarrador hizo que todos vieran la escena con asombro y otros con miedo.
-¡Detente!-alcé la voz desesperada.
-Vienes conmigo o esto será peor-advirtió.
-Esta bien, iré contigo-dije firme, en sus labios mostró una sonrisa que dejaba a vista todos sus dientes amarillentos.
Aunque me hiciera la fuerte por dentro moría de miedo y no tenía a Vergil conmigo para que me protegiera.

꧁𝓜𝓲 𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓪 𝓪𝓶𝓪𝓭𝓪.꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora