♥YOU'RE A MONSTER...

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Nota importante al final.

En lo profundo del bosque, había una casa.

Una casa abandonada.

Y él, que estaba dentro de la casa, también estaba abandonado.

Miraba la lluvia caer, con el corazón hecho pedazos... Tan roto, que quizá ya no hubiera sentido nada si hubiera querido ya no hacerlo.

Miró una gota en el cristal, que caía al mismo tiempo que la lágrima por su mejilla, y por un momento pensó que era la misma.

De pronto, escuchó un ruido: el ruido más hermoso que había oído desde que llegó a esa casa. Un maullido.

Giró la cabeza, y ahí había un gato negro, completamente empapado y sacudiéndose. Quizá haya entrado en busca de calor.

—Hola, pequeño— saludó con voz rota, y el gato le dedicó una curiosa mirada, antes de seguir limpiando su cuerpo.

—¿Cómo te llamas?— el felino le miró confundido— Tranquilo, no me asustaré si hablas.

El silencio no era incómodo. Era la única compañía que había tenido en semanas, y le agradaba.

—¿Tienes nombre?... Bueno, quizá no hablas... ¿Puedo ponerte nombre?

Se lamió su patita.

—Rakasa... No, mejor no. Así me decían a mí, y no es lindo.

Parecía pensarlo profundamente.

—¿Qué te parece...? Hujan. Sí, creo que queda con la situación...

Se sintió estúpido de pronto.

—¡Perdóname! Quizá no sepas de lo que estoy hablando. Rakasa significa monstruo, por eso no te lo puse. Hujan es lluvia, está lloviendo y te acabo de conocer— rió ligeramente—. Creo que también debería decirte qué idioma es ¿no? Es indonesio.

Hujan terminó de sacarse el exceso de agua, subió a la destrozada cama y se sentó junto a él. Se recargó a su pierna, buscando calor.

—Soy Magnus, por cierto— Hujan le miró—. Perdona mis terribles modales.

Parecían estar realmente cómodos, pero Magnus quería hablar con alguien, y Hujan no parecía tener prisa, y la lluvia tampoco.

—Gato negro...— susurró Magnus— ¿Es por eso que estás solo? ¿La gente cree que eres de mala suerte?... ¿que eres malo?

El gato le dirigió una mirada triste, como si Magnus hubiera adivinado.

—Te... ¿te abandonaron?— un lejano trueno se escuchó fuera de la ventana—. A mí también.

Hujan ahora no dejaba de verle.

—¿Puedo contarte una historia?

Sonrió.

—¿Ves esto?— señaló sus ojos, eran verde y dorado, y tenía las pupilas verticales: como un gato. Brillaban con intensidad— tengo ojos como los tuyos. Tengo ojos de gato... Pero yo soy un humano, y eso no debería suceder...

»Bueno, al menos creo que soy un humano. Pero no tengo muchas razones para creer eso, realmente.
¿Sabes qué es un demonio?

El minino le miraba con atención, y Magnus se sintió feliz de que alguien quisiera escuchar su versión de la historia.

—Oh, no sean tímidos. Acérquense— dijo Magnus, señalando al frente. Hujan miró, esperando encontrar a alguien ahí. Pero no había nadie. Miró confundido a Magnus.

Cuéntame un Cuento, Magnus...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora