Epílogo. ¡Igual a papi!

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Mucho tiempo después para los humanos y no mucho para los dioses...

Epílogo. 

"¡Te necesito, ahora!"

La voz de Eros retumbó en mi cabeza haciéndome abrir los ojos de golpe. Fobos a mi lado, me miró extrañado.

—Eros me está llamando—le respondí al ver la pregunta en sus ojos. El dios del miedo resopló al tiempo que se dedicaba a mirar el techo de la habitación.

—¡Qué embustero! Me prometió que no volvería hacerte trabajar tan temprano—chasqueó la lengua con disgusto—Ya no se puede confiar en nadie...

—Deja de lamentarte de lo terrible de la existencia.—repliqué. Hice el ademán de levantarme, pero el fuerte brazo de Fobos me lo impidió, atrayéndome hacía él. 

—Tú no te vas a ningún lado—susurró en mi oído con un brillo juguetón en los ojos.

—Pero me llamo… — traté de decir, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no caer en sus garrar—Tengo que ir...

—¿Me abandonas por Eros?—me preguntó, fingiendo enfado.— ¿Y dejándome así?— me apretó contra él, haciéndome notar su desnudes.

—Eres peor que un adolescente — me burlé. 

Me ignoró por completo mientras besaba mi cuello, haciéndome templar. A pesar que hacía bastante tiempo que él era parte de mi vida de aquella forma, yo no lograba controlar mis suspiros ni mis estremecimientos cada vez que Fobos me besaba. 

"¡Para hoy, niña!"

Otra vez la voz de Eros en mi cabeza me sacó del maravilloso clima que provocaba Fobos. Maldije por lo bajo mientras me separaba del dios y me levantaba de la cama. 

Durante mis horas libres la pasaba allí, en la casa de Fobos, un lugar hermoso rodeado por los mares de Poseidón. 

Fobos me miró con malos ojos y yo solo me defendí diciendo:

—Es mi trabajo, y lo sabes

—Si, lo sé, pero eso no cambia el hecho de que te quiera aquí —dijo palmeando el lugar vacío que había dejado al levantarme. Sonreí, no importaba cuanto tiempo pasase junto a él, jamás era lo suficiente... al igual que a mí.

Chasqueé los dedos y en un abrir y cerrar de ojos me encontré vestida. 

—Tu ve y asusta a un par de niños en algún tren fantasma.— le sonreí camino a la puerta. —Te veré más tarde.

El resoplido de Fobos me hizo detenerme y mirarlo con curiosidad.

—¿Ni siquiera te despides decentemente? Si que tienes ganas de ir con Eros.

A pesar que sabía a la perfección que Fobos me estaba tomando el pelo, no pude evitar enojarme, y al ver el brillo de sus ojos caí en la cuenta de que era precisamente eso lo que buscaba.

—No me harás enfadar—le advertí desde el umbral de la habitación. 

Su risa inundó el lugar.

—No busco eso. —aseguró— Quiero que vengas aquí y te despidas de una forma adecuada del supuesto gran amor de tu vida.

—No puede ser.— susurré al tiempo que me acercaba. Me incliné apenas y antes de que pudiera llegar a sus labios me rodeó la cintura con los brazos, haciéndome caer sobre él.

—Quédate un rato más. —suplicó y me besó. Con lentitud y dulzura, haciéndome temblar como la primera vez.

"¡EVANGELINA!"

La aprendiz de Eros [Harry&Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora