Junko Furuta

47 1 4
                                    

Junko Furuta (1972-1989) fue una colegiala japonesa tristemente famosa por ser secuestrada, torturada, violada y asesinada por cuatro compañeros del mismo colegio en un suplicio que duró 44 días.

Junko contaba con 17 años cuando ocurrieron lo hechos y era una chica sencilla, hija de una familia trabajadora y muy apreciada por sus amigas y vecinos. Por desgracia para ella, había una persona que no la apreciaba tanto; esa persona era Miyano Hiroshi, un compañero de clase que era miembro de bajo nivel de la Yakuza, la temible Mafia Japonesa.

Hiroshi sentía una fuerte atracción por Junko, pero ella no le correspondía. Este hecho, sumado a la especie de inmunidad que Hiroshi disfrutaba por ser miembro de los Yakuza, le incitaron a cometer los actos que a continuación describo.

En noviembre de 1988, cuatro jóvenes (Miyano Hiroshi, 18 años en el momento del crimen; Jo Kamisaku -apellido adoptado tras su salida de prisión-, de 17; Minato Nobuharu, de 16; y Watanabe Yasushi de 17) raptaron y escondieron a Junko Furuta en una vivienda de la ciudad de Misato (Prefectura de Saitama, Japón), concretamente en el domicilio de los padres de Nobuharu.

Con el fin de evitar una investigación policial, Hiroshi obligó a Junko a llamar a sus padres para contarles que se había marchado de casa por voluntad propia junto a un amigo y que no se preocuparan ya que no corría ningún peligro. Además, Junko fue obligada a fingir ser la novia de Nobuharu cuando sus padres estaban presentes, una farsa que apenas se sostuvo unos pocos días. Junko pidió en numerosas ocasiones ayuda a los padres de Nobahuro, pero éstos nunca accedieron a ayudarla por el temor a las amenzadas de Hiroshi.

Como comenté anteriormente, esta situación se extendió durante 44 interminables días en los que los 4 jóvenes le infligieron las más crueles torturas y vejaciones. Según la propia confesión de los jóvenes en el juicio, los cuatro raptores mantenían a Junko desnuda todo el tiempo, la violaban por vagina y ano (invitando además a decenas de Yakuzas a hacer lo mismo), le propinaban palizas, orinaban sobre ella, la obligaban a masturbarse antes de las violaciones mientras tomaban cerveza, la alimentaban de cucarachas y orina, le introducían múltiples objetos por la vagina (incluyendo petardos, tijeras, botellas, barras de hierro e, incluso, una bombilla caliente que se rompió en su interior), le amputaron un pezón con unos alicates, le lanzaban mancuernas al estómago mientras permanecía tumbada boca arriba, le rompieron los huesos de la mano a pisotones, le quemaron los párpados con cera caliente, la colgaron de techo de los brazos para utilizar como saco de boxeo, la metieron varias horas en un congelador, le clavaron decenas de alfileres en los pechos y le quemaron la vagina con cigarrillos y mecheros.

El 4 de enero de 1989, Junko fue retada a jugar al mahjong, saliendo victoriosa. Esto causó la ira de los jóvenes, los cuales le dieron una última paliza para luego rociar sus extremidades, tronco y cara con líquido inflamable y prenderle fuego. Furuta murió 2 horas después a causa de un estado de shock. Los asesinos escondieron su cadáver en un bidón lleno de cemento, el cual fue abandonado en Koto, Tokio.

Poco después, un informante infiltrado en la Yakuza delató a los asesinos siendo arrestados y puestos a disposición judicial, pero por desgracia, y como suele ser habitual en esta sociedad en la que vivimos, poco tiempo después fueron puestos en libertad por tratarse de menores de edad cuando cometieron los delitos (en Japón la mayoría de edad se alcanza a los 20 años)

Historias Y RitualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora