CAPITULO 15

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Cap. 15

Un par de meses después una vez más todos se preparaban para una boda; Doug había pensado que era el segundo de sus amigos que se casaba, pero luego de la sorpresa con la que les había resultado Dave, le había tocado, como siempre, ser el tercero; en fin, sonrió mientras terminaba de prepararse; pensó en su bella prometida y en el hecho de que pronto sería su esposa y estarían lejos de allí; por mutuo acuerdo, habían decidid darse una pequeña vuelta por Inglaterra para visitar a la familia de Doug, después de eso los esperaba Capri, luego ya verían.

Respiró profundo, se sentía realmente feliz a punto de encarar el tan temido estado al que antes juraba que no se apresuraría en llegar; ahora, allí estaba; el gran día finalmente había llegado, esta vez los amigos y socios habían viajado un poco más lejos e incluso, habían cambiado de clima; se encontraban en la que para algunos era la ciudad más antigua de Estados Unidos; St. Augustine Florida; en una muy antigua propiedad que había estado en la familia McDonnell por muchos años.

Todo estaba arreglado, el ministro estaría en el antiguo templete y los novios se pondrían frente a él durante la ceremonia; luego la recepción se efectuaría en el jardín trasero de la mansión, donde varias carpas habían sido puestas para la ocasión.

En el lugar también se habían reunido antiguos amigos de la familia de Doug, además de sus infaltables invitados.

Por su parte Allison se preparaba en compañía de su hermana y su madre quien se mostraba gratamente complacida por la dicha alcanzada por sus dos hijas; además de que también se sentía liberada luego de que la noche anterior se decidiera por sostener con las chicas, la tan temida conversación acerca de lo que había sido su vida con Samuel Arms, y su inevitable desenlace; observó a sus hijas sonrientes y dichosas y decidió ir a terminar de arreglarse, ya en su cuarto, recordó cada palabra compartida con sus hijas.

...

Las había encontrado en el cuarto asignado a Allison dentro de la mansión, reían emocionadas viendo el vestido de Allison, el adecuado para una boda en exteriores en Florida, sin mangas, escote corazón, nada pomposo pero si de fino chiffon, echo con telas sobrepuestas que ondeaban cuando la mujer que lo lucia, caminaba

-estarás muy hermosa – dijo Madison – detendrás el corazón de Doug

- bueno, no espero que suceda algo como eso, lo quiero vivo por mucho tiempo – se volvió hacia su madre – hola Julia ¿te gustó la habitación?

- ¡oh! Está muy bien, sin contar con que la sala que la precede parece un mausoleo – sonrio para restarle importancia a su exagerada apreciación y se sentó en un comodó sofá – quiero... necesito hablar con ustedes y debe ser ahora mismo – las chicas la vieron detenidamente y notaron lo tensa que estaba, se vieron entre ellas y luego fueron a sentarse una junto a ella y la otra de frente

- ¿Qué ocurre Julia? Te vez extraña – Allison lucía tranquila a pesar de que al dia siguiente se casaba

- es sobre el asunto de mi separación de su padre, necesito que me escuchen

- ¡oh! – fue todo lo que emitió Madison y luego esperó atenta a lo que su madre les fuera a revelar

- nos conocimos en un bar en la autopista que lleva de aquí a Levittown; cerca del pueblo, algunas de mis compañeras decían que era un lugar al que no cualquiera iría; bien, yo decidí que podía ser una de los pocos que podría ir. Solo llevaba media hora en el lugar cuando descubrí a Samuel apostado en la barra; me intrigó y me gustó a partes iguales; sin pensarlo demasiado, decidí hablarle; al comienzo fue muy difícil, pero soy algo obstinada; pasamos toda esa noche en ese bar, su padre era serio y callado pero yo hablaba por los dos. En fin, así empezó todo; 3 meses después, estábamos viviendo juntos, nos habíamos enamorado perdidamente; inicialmente todo era muy agradable o por lo menos, nunca vi en Samuel desaprobación; pero solo dos meses después empezó lo malo, la vida de hogar no era para mí, acostumbrada a las fiestas, al baile y a la diversión, y por mucho que amara a su padre, empecé a salir de fiesta, un día si y el siguiente me esforzaba por quedarme en casa, pero mi esfuerzo nunca pasaba de un par de horas; al final terminé saliendo cada noche y lo que al comienzo eran buenas intenciones que me obligaban a regresar a casa pasada la media noche, al final terminó siendo demasiado poco, de esta manera terminaba pasando toda la noche de fiesta y regresando a casa cuando ya amanecía. Despertaba a medio día, bebía café en abundancia y luego me ocupaba de lo que hubiera, en la casa hasta que Samuel regresaba al caer la noche, cansado y hambriento. Finalmente me embaracé, justo cuando las cosas entre su padre y yo ya estaban tensas; pero cuando el esperaba que el embarazo me detuviera, no fue así; oculté mi embarazo por casi 6 meses usando ropa un tanto más grande; bebía más poco pero en definitiva, mi comportamiento no mejoró, al contrario; empecé a perderme de casa por espacio de dos y tres días; Samuel se tornó silencioso, ya evitaba discutir conmigo viendo que era algo totalmente inútil; cuando naciste – dijo viendo a Madison con un poco de pena – mi entusiasmo duró muy poco; me di cuenta que si no quería verme atada definitivamente, tendría que acostumbrarte a comer de un biberón; por eso sin que Samuel supiera, tomé medicamentos para secar la leche materna; viéndonos obligados a suministrarte leche de fórmula; al tener dos meses mi bebé, ya estaba de regreso en los bares sin ningún tipo de remordimiento; el tiempo pasaba y nada cambiaba, todo iba de mal a peor; finalmente después de que Madison tuvo su primer cumpleaños, unos meses después, la relación se desmoronó por completo y Samuel me pidió que me fuera, lo más lejos que pudiera de los dos, dijo que mi presencia solo les hacia daño y que él no deseaba que su hija creciera al lado de una madre que amaba más la fiesta, el baile y la bebida, que a ella. Me sentí desolada por primera vez, pero ya él me lo había advertido muchas veces; esta vez no había nada que pudiera hacer para convencerlo, ni siquiera una promesa de enmendarme porque ya las había agotado todas, las había roto una y otra y otra vez. Samuel mismo recogió mis pertenencias, me entregó mil dólares que tenia ahorrados, me dijo "es probable que te los bebas en el primer bar que encuentres pero ese ya no es mi problema" luego agregó sin mirarme siquiera "pon la mayor distancia entre tu y nosotros, si te veo cerca de Madison alguna vez, haré todo por las vías legales y ten por seguro que será peor; si en algo te importa, no te le acerques, tu presencia solo puede dañarla" sabía que tenía razón, pero dolía desde luego, no me dejó ni darte un beso, tampoco insistí, me fui y desde ese día me establecí en Altoona; dos días después supe que estaba embarazada; como la pasaba de juerga, no lo supe antes, ya tenia 8 semanas; fue entonces que reaccioné, decidí darle una oportunidad a mi otro hijo de tener una madre; con una voluntad férrea y mucha convicción, me propuse cambiar y lo logré; no fue fácil, pero lo hice; después de un tiempo, de vivir solas; mi pantera y yo; empecé a escribir cartas, pensaba que Samuel me perdonaría, iría a buscarme y los 4 podríamos hacer una vida juntos como la familia que me gustaba pensar que todavía éramos; ahora sé que nunca las abría, jamás las leía, le hice tanto daño, maté un amor que hubiera sido lindo cuidarlo y conservarlo, porque aun quiero creer que amaba a su padre, aunque de manera egoísta. Mi único contacto al comienzo de mi partida, era Anna Collins, con quien compartí una corta comunicación por carta, pero ella se mudó y le perdí la pista, hasta que hace poco supe que se casó con mi... con Samuel. – en esto se detuvo, sintiendo todavía la indignación, la misma que sintió el día que conoció a Monique – eso es todo chicas, esa fue mi historia con su padre y esas las razones por las que nos separamos; todo por supuesto fue mi culpa las 3 guardaron silencio por unos minutos, finalmente Madison se puso de pie y habló

DE TU PIEL A MI PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora