Jane me tiró el tarro de mermelada sobre las rodillas mientras se batía en retirada hacia el cuarto de baño refunfuñando.
-¡Inventan el teletransporte,pero todavía no saben fabricar tarros de mermelada con abre-fácil!
¡Vaya sociedad moderna! bromeé.-¡Escribe un libro sobre eso! respondió.
Terry levantó la nariz de su bol y me miró, muy serio:
-¿De verdad vas a escribir uno, papá?.
-No puedo, estoy empleado de por vida en la abertura de tarros de mermelada recalcitrante.
Jane regresó un poco después exhibiendo un bonito pulgar adornado con una tirita estampada con cabezas de ositos. Me lo enseñó riéndose.
-¿Podrías comprarla en versión adulto? Me parece que en público van a causar furor...-Prometido.¿Las quieres de Hello Kitty o de Pikachu?.
Me dirigió su propia versión de la sonrisa n3.
Diez minutos más tarde,Jane me beso rápidamente y cruzó la Puerta-T empujando a los gemelos delante de ella. Y el silencio inundó la casa. El tarro de mermelada ya no se mostraba tan gallito,sino que ocupaba el lugar de honor sólo,abierto y abandonado en la mesa en medio de las migas de pan.
La Puerta-T. La mire con desdén,pero por poco tiempo.
Como si el objeto un día pudiera hacérmelo pagar. La Puerta en si no era más que un accesorio que se mezclaba con la pared de una casa cualquiera. El sistema se localizaba en el umbral de la puerta de entrada. Jane la cruzaba y aparecía en su trabajo. En tres segundos.Merry y Terry iban al colegio,en tres segundos también. Los tres segundos,palabra del constructor,eran un plazo incomprensible. Poco importaba la distancia o la masa transportada. Siempre había un plazo de tres segundos. Todo el mundo coincidió en decir que no era mucho.