Capítulo 18

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La confesión de Emily no me asombró. Cuando Tate mencionó que Chase la molestaba desde su ingreso, me pareció absurdo que, después de dos años, se animara a abusar de ella. Una voz en mi me decía que esa no había sido la primera vez, pero también me decía que, a partir de ese momento, de mí dependía que ese hijo de puta no se acercara a ella.

Emily puso infinidades de escusas para justificar el por qué de su rechazo a la denuncia.

Sé que Tate y yo habíamos planeado acercarnos a ella para sacarle información, pero decidí no seguir indagando, suponía que era algo personal y no quería presionarla.

Aún que el plan, de acercarnos a ella y sus amigas, siguió en pie. Cuando se lo comentamos a los chicos, estos -como había previsto Tate- aceptaron inmediatamente.

Al principio Emily se mostró reacia a entablar una amistad con nosotros, pero sus amigas la convencieron de que no era mala idea. Tiempo después, supimos que el problema de Emily era que sentía vergüenza hacia Ben y hacia mi porque ambos la habíamos visto en esa horrorosa situación con Chase. Una vez aclarado el tema de que ella no debía sentir ningún tipo de vergüenza, nuestra amistad comenzó a surgir naturalmente.

Comenzamos charlando de vez en cuando en los talleres y en la cafetería, pero luego los dos grupos nos volvimos uno. Inseparables.

-Es increíble que no haya hecho mis deberes por leer ese libro, condenada Emily. Siempre que me recomienda libros, no los puedo dejar hasta que los acabo, es muy buena recomendándolos, jamas me ha disgustado uno que ella me haya sugerido.-

En este momento caminaba junto a Violet hacia la cafetería, lo único que había hecho desde que salimos del taller que compartíamos, había sido auto-insultarse e insultar su lectura, alegando que gracias a ella no había realizado sus deberes.

Solté una gran carcajada.

-Hasta yo hice los deberes.- Me burlo.- Deberías haber visto tu cara cuando el viejo te pidió tu trabajo, parecías una hoja de papel, digo, por lo blanca que estabas, juro que creí que ibas a vomitar.- Otra carcajada salio de mi, ganándome un golpe y la mirada fulminante de la pelirroja.

-Aveces me pregunto por qué los chicos de la vida real no son como los de los libros, como del que estoy leyendo ahora justamente. Deberías leer lo tierno que es, incluso con una parte menos de su cuerpo y todo.- Decía Violet mientras sonreía como boba de solo pensar en ese personaje.

-Ay, si como no. Son así de tiernos porque los describen sus autoras MU-JE-RES, es obvio que si yo escribiera un libro el chico no sería así.- Digo haciendo un mohín.

-Para que lo sepas, este libro lo escribió un hombre.-Dice ella, con una sonrisa victoriosa sabiendo que me calló la boca.

-Pff, como sea. A todo esto. ¿Qué libro estas leyendo?-

-Bajo la misma estrella de John Green.-

Suelto una risa y sin pensarlo dos veces lo suelto.

-¿Sabes qué? Emily también me recomendó ese libro y al fin...-

-No te atrevas, Mccall.- Violet me mira con severidad y me apunta con su dedo índice.

-Gus muere.- Sonrío.

-Hijo de...-

No escucho lo que sigue -aunque sé como termina-, en cambio, comienzo a correr hacia la cafetería en busca de auxilio, mientras río a carcajadas y escucho los pasos – e insultos- de Violet detrás de mi.

En ese momento me doy cuenta de que jamas en mi vida, siquiera cuando mi hermano vivía, había reído tanto como en estos cuatro meses que llevaba en el centro.

Ethan© •|Sin Editar|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora