Algo tan misterioso como un gato

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<<No fui en infancia como los otros,
ni nunca vi como los otros vieron.
Mis pasiones yo no podía
hacer brotar de fuentes iguales a las de ellos;
Y era otro el origen de mi tristeza,
y era otro el canto que despertaba
mi corazón para la alegría.
Todo lo que amé lo amé solo.
Así en mi infancia, en el alba
de mi tormentosa vida, irguiose,
desde el fondo de todo bien o todo mal,
desde cada abismo, encadenándome,
el misterio que envuelve mi destino...>>

Edgar Allan Poe.

Un quejido se ahoga en el callejón ubicado a un par de cuadras del colegio, los botes de basura se vuelcan a causa del cuerpo que es empujado contra éstos. La tos provocada por la respiración agitada y el golpe en el rostro que ha hecho sangrar la nariz se entrecorta ante el nuevo empuje que lo deja definitivamente en el suelo.

—Bien, Allan—Habla uno de los tantos adolescentes que forman el grupo de bravucones que han dejado al de cabellos caoba en aquel estado desastroso, levantando una mochila busca en ella hasta encontrar la cartera de su víctima y vaciarla—Ésto es suficiente por hoy, pero para la próxima pídele a tu querido padre que comience a aumentarte la mesada ¿quieres?

El estudiante intenta incorporarse, sus manos se apoyan en el piso logrando levantar el rostro que muestra un gesto hastiado.

—¿Qué? ¿Vas a poner siempre esa cara? Al parecer no has tenido suficiente ¿verdad?

Acercándose de nuevo para continuar con los golpes se ven frenados por percatarse de una figura que se muestra fuera del callejón.

—¿Por qué se detienen?—Esa suave voz inexpresiva hace al de orbes índigo dirigir la vista hacia aquella persona.—Continúen, no tienen que fijarse en mí.

De alguna manera intimidados por la presencia del chico de cabello negro se excusan con fastidio y dejan el lugar al momento.

—Vaya inútiles.

—Dostoyevski...—Murmura Edgar, extrañado por la repentina aparición de su compañero de aula—¿Qué...estás haciendo aquí?

Sin dar respuesta el otro le mira desde arriba, Poe se estremece ante esos ojos violeta comúnmente inexpresivos y desinteresados que ahora le prestan atención. Hay algo en esa mirada, no lo juzga ni lo compadece, no es su amigo ni su enemigo, sólo contempla su ser y acciones. La idea de la semejanza con una especie de dios o ser superior que se dedica a observar a los seres inferiores se establece en su mente durante aquella efímera conexión.

—Es una pena ¿verdad?

—¿Eh?

—Que un alma como la tuya no tenga ninguna utilidad en este mundo.

—¿De qué...hablas?

—Estás cansado de esto, la escuela, los abusos, la presión, tu soledad...tu vida completa ¿no?—Se inclina un poco para acercarse, teniendo entonces los rostros separados por escasos centímetros—Deberías dejarla ir...Ya que no hay nada por lo que valga la pena quedarse.

Concluyendo con esas palabras se levanta para dejar a Allan, el eco de los pasos se pierde dejando un absoluto silencio donde el estudiante ni siquiera se ha movido.

—Nada...¿Así que no hay nada?

Poco después ha llegado al fin a casa pero no es que sus ánimos mejoraran con ello, al abrir la puerta del departamento es recibido por el frío de un sitio vacío y ensombrecido. Adentrándose y dejando la mochila deslizarse por los hombros para luego dejarla caer sin interés se dirige a su recámara.

THE LAST WISHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora