El tratado de dependencia mutua

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<<Desde la mala fe y la buena,
desde el torrente o el manantial,
el monte púrpura o el peñascal.
Desde el sol que unge delicado en su otoñal tinte dorado,
desde el relámpago en el cielo que iluminó mi desconsuelo.
Desde el vil trueno que atormentó
y esa nube que se transformó
(estando el firmamento añil)
en un demonio frente a mí.>>

Edgar Allan Poe.


Blanco...

Completamente blanco...

Eso es lo que puede ver a su alrededor ahora.

¿Un sueño?

¿Estaba inconsciente o algo?

¿Ya estaba muerto de verdad?

Entonces... ¿Qué era ese lugar?

¿El cielo?

—Nada de eso.

Se sobresalta al escuchar esa voz, su vista se enfoca en la presencia que se encuentra delante. El aspecto humano, salvo detalles como las alas de color oscuro, la cola que se mueve de un lado a otro arrastrando una punta en forma de flecha y las pequeñas protuberancias puntiagudas en su sien que se mostraban entre su cabello provocan que Poe se aterre ante la idea que cruza por su mente.

—¿El...infierno?

—No, tonto—La criatura ríe ladeando el rostro, los ojos aún se mantienen cerrados durante el gesto divertido—Este es un espacio neutro en realidad.

—¿Qué...quiere decir eso?

—Quiere decir que he varado tu alma en este punto neutro porque tuviste un remordimiento antes de morir —La seriedad se establece en su voz, la mirada se muestra intimidante con unos ojos esmeralda que impiden al humano cuestionar cualquier cosa —Una oportunidad como esta no suele presentarse todos lo días ¿sabes?

—N-No entiendo.

—Estoy aquí para hacerte un favor, aparte de haber evitado que cayeras en manos de cualquier otro demonio tramposo yo puedo ofrecerte un trato justo... Al parecer te has arrepentido de tu suicidio porque hay una razón por la que deseas volver ¿No es así? Bien, hay una forma en la que puedo ayudarte...Si aceptas seré capaz de darte esa segunda oportunidad que tanto quieres.

—¿Puedes...hacer eso?

—Si aceptas mis condiciones, claro.

—Hablaste de demonios tramposos...pero tú no pareces tan confiable tampoco.

—No haría esto por ti sin obtener nada a cambio, por supuesto—Aclara con obviedad —Es un trato que requiere algo de ambos, eso es lo que lo hace justo.

Meditándolo un poco Edgar suspira sin encontrar algo que refutar en aquel argumento.

—¿Qué es lo que quieres?

—Ir a la tierra, conocer ese mundo desde un plano físico... Nos movemos en una dimensión distinta a la de ustedes asi que quiero experimentar todo desde una perspectiva humana.

—¿Y cómo se supone que te ayude a hacer eso?

—Con tu alma.

—¿Ah?

—Si me fijo a tu alma cuando esta regrese a tu mundo podré conseguir un cuerpo físico —Frunce los labios ante el gesto asustado de Allan—No me refiero al tuyo, sólo me volveré parcialmente humano.

—¿Es eso? ¿Mi alma? Pero...tú has dicho que la has detenido en este lugar.

—Sí, lo he hecho...pero sólo es temporal, yo no soy dueño de ella asi que mientras tengas ese remordimiento sigue siendo tuya. Para que cada quien tenga lo que necesita debes aceptar mi propuesta.

THE LAST WISHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora