Capítulo Ⅲ: Falsedad

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Fred era un chico sin personalidad, su vida estaba en manos de sus padres quienes decidían su vestimenta, sus gustos, con quien tenía que estar o no y sobre todo que tenía que casarse de mayor con una mujer bella y rica y no con un hombre. El se dejaba manipular como una marioneta delante de sus padres, siempre obedeciendo y quedándose callado a cualquier cosa, aunque por dentro lo negaba completamente.  

Tenía apenas 8 años, pero a su temprana edad había conocido lo enfermiza y horrible que era la realidad. Sus padres siempre le habían dicho que para ser aceptado en la sociedad tenía que ser "Perfecto" sin cometer ningún error o algo que podría destruir su reputacion. 

Describamos una persona "perfecta" para esa época. 

La primera opción sería una persona con un buen físico y con una buena economía y la segunda opción sería una persona con buenos sentimientos y nunca mostrarse débil ante los demás. Pero, la sociedad siempre elegiría la primera opción en vez de la segunda.  

Fred nunca se considero una persona perfecta, tenía un buen físico y muchos matarian por la posición de economía que se encontraba su familia. Sin embargo era un cobarde, nunca se atrevió a decir lo que pensaba su pequeña mente acerca de las reglas que le habían puesto sus padres al hablar con otros niños, realmente estaba cansado de seguir unas normas para parecer una familia "perfecta" delante de otras personas. 

No podía hablar con otras personas de baja economía, no podía hablar con otros niños que no tuvieran buenos modales y lo más importante no podía hablar con ninguna persona que fuera homosexual, según su familia eso sería un pecado para todos y la persona que haría eso tendría que morir de una forma dolorosa donde después sería quemado en el infierno. 

  "Un hombre fue electrocutado por tener relaciones sexuales con otro de su mismo sexo"  

Fred quedo paralizado a escuchar aquello en una pequeña radio que se encontraba encendida   — Ugh, cada dia hay mas de esos asquerosos homosexuales en este pueblo— habló un hombre mayor interrumpiendo los pensamientos del pequeño pelinegro, quien tambien escucho atentamente lo que decía aquella radio — Solamente espero no encontrarme con uno de esos enfermos, no quiero que me peguen su enfermedad—contesto asqueada una mujer mientras una de sus sirvientas se encargaba de peinar su cabello —¿Te has enterado, Cariño? Los vecinos de al lado son un par de maricones, el otro dia los vi besarse en la calle, me dan asco—el pelinegro solamente se limitó quedar callado mientras escuchaba todo lo que decía sus padres, no le permitían hablar o dar su opinión sin su permiso.

El azabache solamente estaba cabizbajo mientras miraba sus pequeños pies, pero su madre le interrumpió. 

—Fred, tendrás que tomar mañana la otra ruta para ir al colegio.

P-Pero esa es la ruta más larga— protestó el pequeño —¿Y que? No voy a permitir que pases delante de la casa de esos maricones— Fred se limitó a asistir y después irse a sus habitación donde se quedó encerrarlo allí.

 ❤

Ahora el pequeño niño miraba fijamente un peluche de conejo, era un milagro que sus padres no se hubieran dado cuenta de aquel muñeco si no hubiera acabado siendo quemado en la chimenea.

Cada vez que miraba aquel peluche no podía evitar pensar en ese lindo niño castaño y ojos azules, sus mejillas llegaban a ponerse coloradas por aquello ¿Que le sucedía? Ni siquiera sabía el nombre de aquel chico y la imagen de cómo lo conoció no dejaba de repetirse en su mente como si se tratara de un disco rayado.   

  —¡Cielo, baja hay visitas!— gritó su madre, el azabache de inmediato bajó a la sala no sin antes esconder el peluche debajo de su cama, por seguridad. Su corazon empezo a latir rápidamente al ver quien se encontraba delante suyo.

Era justamente aquel niño castaño de ojos azules.  

Homofobia 【Frededdy】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora