Me pregunto cuando acabo todo en ruinas, y yo ni siquiera quise recoger las cenizas
Te di mi corazón y tú te lo comiste.
No dejaste nada para repartir y eso fue lo que más me gusto de ti siempre, que eras y volvías a ser dos veces
Que luchabas por lo que te gustaba y que te daban igual los silencios.
Que anhelabas y anhelabas. Que vivías y sentías y que eras eso que los daltónicos en amor como yo llamamos princesa.
Te quise, como pocas veces lo eh hecho. Hasta el punto de ir de nido en nido para demostrarte que era igual el donde y lo importante era el quien.
Te quise, como el que da y no espera recibir nada a cambio.
Te quise, como tantos otros hicieron y seguramente, te quise y te supe a poco.
Porque tú, cariño, eras insaciable. Y yo tenía sed de algo más que de lágrimas.
Quizás, si no hubiéramos dejado unos cuantos besos y caricias de menos, en vez de más, hubiera seguido siendo daltónico.
Lo que si se es que hasta que me di cuenta que el quien, el donde y el cómo me habían dejado de importar, te seguí queriendo.
Hasta que tus formas pudieron con mi todo. Te cuide y te amé como nunca lo hice con nadie.
Porque si escribir una novela es difícil imagínate hacer que no se apague una llama cuando el viento no deja de soplar en su contra.
Solo para que al final no quedaran ni llamas ni formas, ni mensajes y mucho menos palabras. Al final después de tantos gritos y susurros, lo único que quedo fue eso que tan poco te gustaba;
El Silencio.
ESTÁS LEYENDO
Eres la princesa de todos mis palacios
RomanceMe escondo muchas veces para que no descubras lo que hoy te confieso. Aquí hay relatos de amor, promesas incumplidas y, en ocasiones, odio. Del bueno y del malo. Hablo de ti y hablo de mi. Sobretodo de ti. Quiero acertar de una vez por todas. Logras...