Castillos

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Es usted la princesa de todos mis palacios y no tiene ese título porque se lo haya dado Dios... se lo he dado yo.

Tiene derecho al honor, a la tierra y a mi. A promulgar decretos y cambiar de sitio mis deseos. Puede tirarlo todo por los aires siempre que yo y mi universo estemos de acuerdo.

Le concedo el derecho, por leal decreto, de ser la princesa que tantas veces me esforcé en crear y en inventar. Usted y yo fuimos cobardes y hoy, demasiado valientes. Siempre en exceso, pero ojalá siempre el uno al lado del otro.

No tiene la sangre azul ni deseo que la tenga. Usted no lleva corona, aunque la merece. Su capa se ha caído de tanto que ha trabajado. Sus manos siguen intactas pese a todo lo que se han electrocutado.

Y he llegado yo para regalarle todos los momentos que alguien que le quiere le puede dar.

Usted merece un título, un reinado, un castillo. Yo, aunque llevo toda la vida diciéndole que tengo mucho... en realidad no tengo nada. Solo soy un joven que se ha equivocado muchas veces y que tiene muchas ganas de aprender a tu lado.

Quiero que usted sea la princesa de todo mi universo, no solo de mi palacio y mi mundo, que me acompañe en mis derrotas y forme parte de mis locuras.

Su majestad, entre el clavel blanco y el rosa, siempre fui yo la más dichosa. Y siempre fui yo sumas complicada esposa.

Se usted bienvenido a su nuevo reinado.

Eres la princesa de todos mis palaciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora