I: UNA OLEADA DE RUMORES

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Desde la tarde del 31 de enero, la ciudad de Puerto La Cruz (Anzoátegui, noreste de Venezuela), se empezó a convulsionar con mensajes que corrieron en las redes sociales. Todas las misivas daban cuenta de intentos de rapto y desapariciones de personas a manos de presuntos secuestradores.

Al principio, las denuncias se centraban en la desaparición de personas, especialmente, jóvenes de no más de 22 años. Estudiantes. De allí un nombre empezó a destacar entre los comentarios: Verónika Odaissa Corona Lara (16 años). Desde ese día, no volvió a ser vista por sus parientes.

Su nombre empezó a cobrar relevancia con el pasar de los días, mientras la ola de rumores de raptos seguía inundando la ciudad, generando un pánico generalizado nunca antes visto.

Esto supuso una escalada en el nivel de inseguridad que ya sufre Venezuela (es el país más violento del mundo. Organizaciones como Insight Crime lo confirman). A nivel de región, Puerto La Cruz siempre es la segunda o tercera ciudad de Anzoátegui que mes a mes registra más asesinatos que las otras en la entidad que consta de 21 municipios.

El nombre de esa chica estuvo  sonando con más fuerza en las redes sociales. Hubo otras personas que también dijeron haber visto a unos sujetos a borde de una camioneta negra, o gris, o algún otro color oscuro. Aseguraron que estos tomaban a cualquier joven y lo raptaban, o al menos lo intentaban porque las presuntas víctimas decían haber escapado del plagio.

Como es costumbre en las ciudades del interior de Venezuela, la mentalidad de "pueblito" comenzó a hacer lo suyo: la gente empezó a inventar teorías conspirativas al respecto. Primero afirmaban que era una red de secuestradores que les extraían los órganos, otros decían que era una red que prostituía menores y eran provenientes de Filipinas o algún otro país de Asía. Algunos, llegaron a decir que detrás de esto estaban policías. Se comprende esa última parte pues los órganos de seguridad fueron utilizados activamente para minimizar las protestas que en 2017 hubo en el país y donde se vieron muchos hechos escandalosos por parte de los gendarmes, y fuera del contexto de las protestas, hay mucha corrupción en cuerpos policiales venezolanos.

Sin embargo, todo esto se iría despejando con el pasar de los días.

El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) fue la agencia de investigación que manejó estos supuestos hechos y la desaparición de Corona. 

Gracias a las investigaciones, se fue despejando el humo que se cernía sobre Puerto La Cruz en esa semana. Por ejemplo, hubo una estudiante de la Universidad de Oriente (UDO), que había sido reportada como perdida. Apareció al día siguiente y se supo que simplmente se había ido con el novio y se mantuvo incomunicada con amigos y familiares. Hubo otro joven que aseguró fue raptado, pero apareció en la misma calle donde lo perdieron de vista y en poco tiempo.

Un tercer caso lo despejó el mismo Cicpc. El comisario general José Castellanos, director en ese momento de la delegación Anzoátegui de la policía forense, dijo que el despacho recibió la denuncia de una chiquilla de 13 años que aseguró ser raptada por lapso de un día. Al ser interrogada, lograron determinar que ella mintió. Se fue con unas amigas y no le contó a la familia, por lo que se inventó la excusa de los secuestros que tan de moda estuvo en esa semana intentando evadir el castigo de sus padres. Los pesquisas dedujeron esto al ver que no presentaba alguna lesión visible o no se veía seriamente afectada.

Los rumores empeoraron por poco tiempo más, pues el diputado Omar González Moreno, sostuvo como real el hecho de que había una red de secuestradores que prostituyen niñas y adolescentes para así ofertarlas a extranjeros. Dichos compradores, supuestamente llegaban en embarcaciones desde la bahía de Pozuelos.

Desde que esta ola de mensajes salió, apartando las dos desapariciones resueltas y a Verónika, ninguna de las presuntas víctimas estaba identificada y la policía forense no manejaba reportes de esas desapariciones. 

Aún cuando hubo personas que describían con exactitud la camioneta de los secuestradores. las pistas resultaron ser falsas. Hubo quien averiguó esos detalles en Mercado Libre y descubrió que las placas pertenecen a un vehículo totalmente diferente a los descritos y estaba siendo vendida en un estado lejos de Anzoátegui.

La paranoia en esos seis días fue tan fuerte que se empezó a notar un absentismo en las aulas de clases por parte de estudiantes de niveles básicos de educación. Ya esto era notorio por la emigración masiva que experimenta Venezuela, pues muchos de los migrantes se van con sus hijos en algunos casos, pero el miedo generalizado hizo que los salones escolares quedarán con más vacantes visibles.

Mientras tanto, el nombre de Verónika Corona seguía latente como la única desaparición confirmada, tanto por la prensa local, como la policía de investigaciones y los propios familiares de la chica.

Las letras de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora