EPÍLOGO: 28 AÑOS

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El sistema judicial venezolano es una calamidad, a cualquier nivel. Una persona elegida al azar en la calle podría asegurarlo si se le consulta sobre el tema.

Los padres de Verónika ahora libraon una batalla titánica en tribunales, donde la palabra "paz mental" no existe. Deben lidiar con el hecho que una de sus hijas no existe y tuvieron miedo de  que José Javier pueda fugarse de prisión.

Esta sospecha se debió a que el joven fue trasladado de los calabozos del Cicpc Barcelona a un retén en Cumaná, estado Sucre. Todo esto lo ordenó el tribunal que lleva el caso. Los parientes de la víctima se opusieron desde que lo supieron por el peligro que representa que de ahí, pueda salir del país vía marítima, que es la más cercana.

Además, hay quien alega que José Javier no podría ser recluido en el Internado Judicial José Antonio Anzoátegui (Puente Ayala), porque otros reos lo matarían apenas sepa quién es y qué crimen cometió. Ya se ha visto la saña con la que el pranato actúa desde que controlan el sistema carcelario a sangre y fuego y con la anuencia de autoridades ministeriales. José Javier sigue aislado.

También, la falta de transporte ha dificultado que las audiencias no se efectúen, dilatando el sufrimiento de una familia que ha perdido un miembro de la manera más espantosa que se pudieran imaginar. Y eso contando algunas calamidades, porque podría haber ineptitud planificada en los propios tribunales. La señora Lara informó en febrero de 2019 que varios documentos del caso estaban extraviados. Aunque se logró recuperar los más importantes, no deja de ser sospechoso esto.

Aún así, pese a todas las trabas antes descritas, el día llegó. El juicio se llevó a cabo el 4 de marzo de 2020. El coronavirus oficialmente aún no tocaba a Venezuela y estaba haciendo estragos en el resto del mundo.

La sentencia fue firme: culpable.

A José Javier Barreto Curbata le cayó una pena de 28 años de cárcel y se encuentra recluido en el anexo agropecuario del Internado José Antonio Anzoátegui (Puente Ayala). Esa parte de la prisión se encuentra bajo régimen penitenciario del chavismo, por lo que las aberraciones criminales de los pranes no se desarrollan allí, al menos no de forma tan notoria.

De haber sido enviado a una cárcel más vieja y común, Barreto habría muerto apenas ponía un pie allí. La ley de los reos es algo sumario y con lo que es mejor no meterse.

Hubo dos peticiones que Javier Barreto hizo: rebajar su pena por la confesión del crimen y que la familia de Verónika no acudiera a la audiencia. Ambas cosas fueron denegadas. Los juristas habrán observado que haber escrito una obra donde él asegura que matará a alguien y luego ejecuta ese asesinato, es un crimen premeditado.

La familia de Verónika aseguró haber estado satisfecha con la sentencia y de que al fin Barreto esté pagando condena por haber arrancado de este mundo a una joven inocente. 

Aunque una de las piezas sigue faltando: Johnatan Quijada, primo de Javier, sigue prófugo. 

Cuando recibí mensajes suyos, aseguró estar en Perú, pero otras fuentes me aseguraron que se escapó a Colombia. Como sea, todos esperan que él también pague por ese crimen.

Las letras de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora