Cada comienzo parte de una idea, por un deseo o una atracción.
Flor de Cactus trata de las proclamaciones entre sueños y deseos que permanecen arraigados en el corazón de una chica, eso que a veces pocos logran conocer de ella, eso que se esconde detrás de su sonrisa, la verdadera esencia de su alma en sí, su nobleza, delicadeza y hasta ese toque de atrevimiento que puede estar escondido.
Su fe tiene fuerza de león, nobleza de paloma, alas de águila y rostro de hombre.
En el recorrido de esta pequeña historia se accionará eso que permanece en su interior, ella empezará a lograr cosas pero a hacerlo tan real y transparente... La llegada de el misteroso él será la clave.
Disfruten, voten, comenten, pero lo más importante: sientan.
Capítulo tres
Ella está sentada en el suelo con el cabello cubriendo parcialmente su cara como una cortina negra. Hay un libro en su regazo y sé que es una de las pocas cosas que logra sacarla completamente del caótico mundo en el que tiene que vivir.
Han pasado dos años desde que su padre se marchó y su madre es como un fantasma en su casa, luchando con su cabeza y con los recuerdos de un pasado demasiado hostil que no ayuda a mejorar su estado de salud. Mónica sabe que, estando allí, sus párpados se sentirán como de piedra, pero que, una vez cerrados, volverán a abrirse para arrastrarla en dirección contraria al sueño.
—¡Moni!
Mónica lee las últimas tres líneas restantes del capítulo y entonces lo cierra, dejándolo en la mesa del comedor y caminando hacia la ventana abierta. Arrastra los pies, porque está cansada, pero su corazón ha reaccionado un poco después de tanto silencio.
—¡Moni!
—¡Ya escuché! —grita ella, tirando la llave por la ventana para que Nicholas entre.
El chico la ataja en el aire y abre la puerta principal, cerrándola detrás de él.
—¿Estás sola? —pregunta. Mónica asiente desde la cocina, donde toma un vaso de agua sin mirar hacia donde él se encuentra.
Tiene dos horas sola en casa desde que su hermana salió con su novio y ella no ha querido salir de su encierro. Estaba demasiado embelesada con el libro que su mejor amiga le había prestado el día anterior. Además, tendría el resto de la noche para compartir con sus amigos.
—Mira lo que traje —anuncia Nick. Levanta una caja de pizza y ella contiene una expresión de sorpresa y emoción. Se está muriendo de hambre.
—Gracias —camina hacia él para tomar la caja. Él toma la oportunidad para darle un beso en la mejilla.
—No es toda para ti —dice con una sonrisa. Ella asiente, aunque rueda los ojos y luego se dirige hacia la pequeña sala, conformada por un par de muebles raídos y una pequeña mesa de madera en el centro. Es ahí donde se sitúan Nicholas y ella para comer.
Nicholas, el chico que la lastimó una vez y lo ha hecho muchas veces más sin darse cuenta. El chico que estuvo con ella y que ahora es solo su mejor amigo. El chico que le cuenta sus aventuras con otras chicas sin saber lo lastimada que ella se siente al sentir cómo su corazón todavía late por él.
El chico que, pese a todo, es el único que sabe sobre su situación y que jamás se ha apartado de la familia. El único que las ha ayudado en toda circunstancia.
Incluso aquella vez en la que no sabían dónde se encontraba su madre y él la encontró de camino a nadie-sabe-dónde, casi perdiendo el control del auto por sus fuertes dolores de cabeza. La había llevado a casa para dejar el auto y buscar a las chicas y entonces les dio un aventón hasta el hospital. Como siempre, el único.
Mónica siente como el alma le vuelve al cuerpo con el primer trozo de pizza que hace contacto con sus papilas gustativas. Suspira de gusto y cierra los ojos, disfrutando de los pequeños placeres de la vida.
—Gracias —dice de nuevo. Nick se alza de hombros y degusta su propio pedazo.
—Vengo a asegurarme de que vayas hoy a la casa de Alan. Mira que sin ustedes dos no hay fiesta —dice al cabo de unos minutos. Moni se ríe y sus hombros se sacuden ligeramente.
Quita un maíz de su pizza y se lo lanza al chico, que le responde del mismo modo hasta que el pequeño juego se convierte en un desastre de maíz regado por el suelo.
Ahora Nick se encuentra haciendo cosquillas a Moni y, si pusiera más cuidado, podría sentir cómo su corazón palpita. Aunque de hacerlo, tampoco le daría mucha importancia. Él la quiere, la aprecia, pero no la respeta lo suficiente como para interesarse por lo que ella siente. Tantas son las veces que se ha disculpado que no le importaría hacerlo de nuevo, más aún sabiendo que ella lo perdonará por sus imprudencias.
Se acerca lentamente hasta que sus labios dan con el cuello de ella, quien cierra los ojos y suspira con cierta melancolía. Pensando en lo mal que está todo pero sin detenerlo de dirigirse a su boca. Sus labios hacen contacto por primera vez después de tantos meses. Ninguno de los dos ha sido jamás de los que hablan demasiado, así que fue el silencio el cómplice de Nicholas para ir a donde ha llegado. Tampoco lo había planeado de esa forma. No obstante, y pese al sentimiento agridulce, el muchacho mueve sus labios lentamente sobre los de ella, sin poner cuidado de su respiración irregular.
Si él supiera cuánto vale ella, cuán grande es su corazón, la sostendría como si fuera una hoja de papel demasiado importante, como una preciosa gema que puede romperse con cualquier impacto, y no como una chica con la cual besarse cuando no tiene nada mejor que hacer.
Si él realmente supiera, se habría detenido. La habría mirado a los ojos y habría deseado sostener su corazón y no su cintura.
Pero ella se siente bien. A pesar de que es incorrecto, ella deja que el momento siga adelante. Haciendo caso omiso de lo que su corazón y su mente dictaminan. Haciendo caso omiso de que una voz en su cabeza dice que más tarde se sentirá terrible por lo que está haciendo.
Ella sabe que hay alguien esperando por ella.
Yo.
Ella sabe que sé todo sobre ella, que hay alguien mejor que cualquiera de los chicos que solo quieren poner sus manos sobre ella.
Está perfectamente consciente que yo la valoro por lo que hay en su corazón y no por lo que hace, pero todavía no está preparada para comprometerse, para sentirse querida de esa forma.
Pero yo —ja—, yo sé, que más adelante deseará haber vuelto a mis brazos mucho antes. Aún así, no importa, solo importa que lo haga en algún momento y que estemos juntos por la eternidad. Ese momento está por llegar.
Su sonrisa será porque su corazón así lo quiera y no porque se demande a sí misma esa alegría infundada. Ese órgano vital ya no será para mantenerla respirando sino que saltará en su pecho porque no necesitará más que el gozo que yo quiero brindarle. Sus ojos brillaran con alegría y no con lágrimas de tristeza.
Su sonrisa se ensanchará y será luz para muchos. Incluso para mí.
Oh, cuánto anhelo ese momento. Cuánto deseo hacerle saber lo hermosa y especial que es. Lo valiosa, lo importante, lo preciosa que resulta a mis ojos.
No hay nada que quiera yo más que sostenerla y verla sonreír aún más, por mí. Decirle cuán fuerte ha sido a pesar de todo. Honrarla por su fortaleza y lealtad. Adorarla por su valentía y coraje.
Estoy ansioso —y enamorado—.
Estaremos juntos, solo es cuestión de tiempo.
De días.
De horas.
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Flor de Cactus
Non-Fiction❝Ni las espinas ni el desierto hicieron de ella algo incierto. Es real, es hermosa y para un cactus, la corona.❞