-ONCE-

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El invierno debería haber acabado, pero no era así.

Las calles seguían frías y de nuestras bocas salia humo, me había quedado sola en toda la casa y miraba desde el balcón, la gente caminaba y con ellas llevaban unas capas protectoras.

Mis compañeras hacían sus cosas, trabajos y demás, yo no tengo trabajo, no creo necesitarlo por ahora.

Tenía tantas dudas, TaeHyung era el protagonista de casi todas... Casi.

Ley, ella también tenía el prestigio de estar en mi mente, ella junto con sus amenazas sin fundamento.

"Solo aléjate"

Hablarle no ayuda, sería tonto intentarlo.

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-¿Cuando llegarás?.- Pregunté un tanto molesta con su ausencia.

-Lo siento Han. Trabajo hasta tarde.- Contesto.- Tengo que colgar, prepárate algo de cenar.-

-Pero...- Ya estaba hablando sola, al parecer estaría sola más tiempo del que creí.

La noche había llegado pero mis compañeras no.

¿Todos los días serian así?

Estaba molesta con TaeHyung, no quería hablarle, pero la desgracia me sigue, ya que es mi único amigo en esta tierra.

Camine con desgano hasta mi cuarto, revise mi armario y sin meditarlo mucho, algo extraño en mi, tome el primer suéter abrigado que alcanzo mi mano.

Podría haberme quedado sola, pero no lo hice.

Cada vez me acercaba más y más a aquella tienda donde mi amistad con Tae había empezado.

-Diablos.- Insulte al verle.

Lo mismo de antes, ella estaba ahí. Algo en mi dolió, no se la razón pero aún así paso sin previo aviso.

Mi cuerpo se congelo ante aquella escena, me encontraba a pocos pasos de entrar en esta.

¿Quizás esté confundiendo las cosas?

Sin decir nada, sin pensar nada y mucho menos razonar... Me fui.

Esta sensación era igual a un balazo en el pecho.

¿Por que estoy tan mal?

¿Por que esto me afecta tanto?

¡No! No quiero creer en mis pensamientos.

Cinco pasos lejos, solo una pequeña caminata y volví a detenerme... No tan pequeña la verdad.

-¿Te encuentras bien?.- Apareció una voz masculina en mi camino, no se cómo pero había llegado a donde los autos cargan gasolina, mi mente iba totalmente enfocada en otra cosa.

Las palabras no salían, así que solo asentí con la cabeza, el portador de la pregunta se encontraba cerca de mi, me había visto caminar desorientada.

-¿Puedo ayudarte?.- El pelinegro insistió, al parecer trabaja aquí, ya que en su mano cargaba un sucio y viejo pañuelo.-¿Dónde vives?.- Parecía preocupado.

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⏰ Última actualización: Mar 19, 2018 ⏰

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