Líða

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Un nuevo día en Asgard, otro día más fingiendo ser Odín, otro día más pensando cosas absurdas, pero había algo extraño ese día, desde que despertó sintió un extraño dolor en su cuerpo, era un malestar inusual que lo persiguió la mayor parte de la mañana, probablemente sea por el uso constante de la magia que invertía para hacerse pasar por el Padre de Todo pensaba.

Otra vez la misma rutina aburrida por la tarde; transcurrió el día con normalidad, hasta reunirse con Heimdall, esta vez él fue a verlo al Bifröst, quería salir de esa sala así que prefirió escuchar el reporte en aquel lugar.

-Así que sigue sin haber novedad - dijo Loki mientras observaba el lugar por donde se abrían los puentes de luz que los transportaban a otros mundos. El sol se empezaba a ocultar y entonces sintió nuevamente ese dolor invadir todo su cuerpo, se inclinó hacia adelante y colocó una mano sobre su pecho.

-¿Se encuentra bien Mi Rey?- Heimdall se acercó a Odín y trató de ponerle una mano en la espalda, pero en ese momento el Padre de Todo recobraba su postura.
-Estoy bien, solo estoy cansado, me iré ahora, gracias por todo Heimdall - Loki ocultó el dolor, era leve pero aún así le molestaba, lo hacía sentir débil.

Otro día más, lo mismo de siempre. Se olvidó del dolor del día anterior, durmió tan placenteramente que en verdad creyó que era cansancio, pero ese dolor regresó nuevamente en la noche. Estaba en la sala del Rey sentado en el trono, acaba de hablar con Heimdall y este se marchó una vez que dio su reporte. Ese dolor era más intenso que el del día anterior, colocó una mano sobre el reposo del trono y la apretó fuertemente, no había nadie en el lugar más que él; no le gustaba que los guardias estuvieran a su lado así que desde que se apoderó de Asgard, los dejaba en la entrada de la sala de Rey. Echó la cabeza hacia atrás y se puso de pie, tomó a Gungnir, aquella lanza que era arma de su padre y que ahora le pertenecía, la utilizó para apoyarse; al llegar a la habitación del Rey, se tumbó en la cama, dejándose caer sobre ella y quedando boca abajo y en esa posición se quedó dormido.

Y los días se repitieron de la misma forma, ese dolor regresaba en la noche pero cada día parecía aumentar más y más, a tal grado que creyó ya no podría sostener su hechizo de ilusión. Después de cinco días tomó la decisión de salir de Asgard.






-¿Está seguro de esto? - Heimdall miraba a Odín con desconcierto, su Rey le había pedido abrir el Bifröst en el mundo solitario del hielo y la neblina eterna.
-Hay algo que tengo que resolver Heimdall, no puedo postergarlo más, querido amigo quiero pedirte que en mi ausencia te encargues de Asgard y sobre todo, no me busques - Loki estaba parado frente a la entrada del Bifröst esperando a que Heimdall lo abriera para él -. Esto que voy a hacer es algo que nadie debe saber hasta mi regreso - sentía ansias de salir de Asgard, ya le era imposible controlar el dolor por la noche y decidió irse hasta encontrar el origen de aquel malestar.

Heimdall abrió el puente del Bifröst y el Padre de Todo desapareció. Llegó a Niflheim, era un lugar muy diferente al que se describía en los libros, al que se relataba en las historias; no estaba completamente congelado, era un lugar hermoso, árboles enormes y rebosantes de vida, un pasto verde cubría cada centímetro de aquel lugar, a lo lejos se veían un par de montañas cubiertas de la punta con nieve, se podía escuchar las aguas de los ríos que se encontraban ahí; ese lugar era descrito como un mundo helado cubierto por una espesa neblina, pero era sólo para proteger la fuente eterna que alimenta todos los manantiales del universo.

-Se que no me vas a quitar la vista de encima, así que... Adiós querido amigo - Loki alzó la mirada hacia el cielo, sabía perfectamente que Heimdall no podía ver con claridad ese lugar, a pesar de ser el centinela de los nueve mundos y poder observar detenidamente cada reino, había mundos y universos que escapaban de su vista porque estaban protegidos y Niflheim era uno de esos lugares, lo único que podía ver era un mundo sumergido en la oscuridad y la niebla glaciar.

A los ojos de Heimdall, Odín desapareció entre la tormenta de nieve y la negrura del lugar; sabía que el Padre de Todo lo haría así que no le sorprendió, cerró los ojos y esbozó una pequeña sonrisa.

Son Of Magic: Born Of LightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora