Un hombre busca una mujer

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Luis Miguel

Decidí que la mejor manera para borrar a Mariana de mi mente sería volver a mi vieja casa, donde pase mis mejores noches, así que temprano en la mañana tomé mis maletas y regresé.
La casa estaba un poco descuidada, pero seguía conservando su esencia.
La playa virgen detrás de esta la llenaba de vitalidad y me brindaba la privacidad que necesitaba.
El único que la había habitado era Jeffry, mi mayordomo, aunque en él podía encontrar una especie de mejor amigo.
Las otras personas que estaban ahí eran el productor español, Emilio Harrison y su pareja, en la casa de atrás
Pero no salían mucho así que la playa era para mí solo.
La perfecta desintoxicación de todo lo que había ocurrido en mi turbulenta vida en los últimos años.
Al llegar, Jeffrey me recibió con la calidez de siempre, en cierta manera calidez de hogar.
-Buenos Días señor, no esperaba verlo tan temprano

-necesitaba salir de ahí cuanto antes, ven acá- dije abrazándolo- necesitaba verte amigo

-yo también lo extrañe ¿viene solo? O debo preparar el cuarto especial

-no, eso quedó atrás- dije sacando una cajetilla de cigarros, la abrí, saqué uno y lo encendí

-creí que habíamos dejado esos hábitos atrás

-yo también creí muchas cosas Jeffry- contesté- y tú ¿has estado solo todo este tiempo?

-si señor, sería incapaz de meter a alguien a su casa

- nadie debe estar solo, puedes hacerlo cuando quieras- dije y aspire el humo de nuevo

-se lo agradezco, de hecho he empezado una amistad con su amable vecina

-oh! ¿Qué le pareció eso al "gran Harrison"?- pregunté exagerando

-en realidad el "gran Harrison" no vive más aquí

-¿ah si?

-si, la señorita se quedó la casa para si sola

-semejante casa para una sola persona- dije y tiré la colilla del cigarro

-yo también estoy solo aquí todo el tiempo señor

-lo se, la soledad apesta Jeffry

Entré a la casa, de inmediato subí a ver mi vieja habitación
Las sábanas blancas seguían estiradas, perfectamente pulcras, igual que la última vez, la única mujer que las había profanado había sido ella.
Nunca nadie había tocado mi privacidad ni mi corazón de esa manera.
Mujeres hubo muchas, cientos de ellas, ninguna había entrado a este cuarto, ninguna fue tan especial.
-pondré sus maletas aquí- dijo Jeffry dejándolas junto a un mueble de madera blanca

-gracias,¿no crees que este cuarto necesita algo de color?

-bueno señor, considero que está bien, se ve limpio

- y en eso has hecho un buen trabajo, pero le falta vitalidad, alegría, magia

-me encargaré de eso señor

-gracias Jeffry, ahora déjame dormir

-con permiso

Jeffrey cerró las puertas de la habitación.
Me recosté sobre la cama, el calor era insoportable, antes entre más calor solo era más insoportable.
Entonces abrí las puertas de la terraza, retrocedí abrí un cajón, saque un bañador negro y me cambié ahí sin importar que las ventanas estuvieran abiertas.
Me senté en la orilla del Jacuzzi.
De pronto una canción llamó mi atención desde la casa de al lado.
Una chica alta,con cabello castaño se sentó y empezó a ponerse bronceador en las piernas.
Debía ser la ex novia de Harrison, encendí un cigarro para ver si el humo la hacía voltear, pero ella parecía no notar mi mirada.
Salí del agua, me puse la bata negra que había sacado antes y me acerqué a ella.

-nunca te había visto aquí- murmuré, ella volteó asustada

-tal vez porque nunca estás aquí

-!uy! Que hostilidad- al parecer no era tan amable como Jeffry había dicho- Luis Miguel, pero supongo que eso ya lo sabes- estire mi mano y ella se volteó sin estrecharla

-uhu

-¿y tú preciosa?

-¿te importa?- se dio la vuelta y empezó a caminar hacia el mar, mientras lo hacía tiró su bata de flores al piso, dejando su bikini azul a la vista

-lindo Bikini- grite intentando que no se fuera, pero rápido idee algo para detenerla- es algo que hacen las fans para mí, no tienes idea de cuantos bikinis azules he visto- se detuvo en seco

-yo me visto para mí- luego siguió caminando

-"mi" debe ser muy afortunado - pude ver cómo sonrío antes de lanzarse al mar como una sirena.

Inmediatamente volví dentro de la casa, baje las escaleras de nuevo, Jeffrey llevaba una charola con una botella de vino y una copa

-pensé que querría algo de tomar

-si, es una gran idea, ¿porqué no me acompañas

El dejó la charola en la mesa de cristal en medio de la sala, sacó otra copa de la cantina y se sentó en el sillón blanco frente a mi

Mujer de Fuego || Luis Miguel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora