Mentira

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Luis Miguel
Al fin, había logrado encontrar una manera de sacarme a Mariana de la mente, no era la manera correcta de hacerlo, o tal vez si, no podía asegurar que amaba a esa chica, era solo una atracción carnal, o eso creía, es que su cuerpo era atractivo, sus piernas eran perfectas, no era el estereotipo de mujer al que me había atenido, su cabello era castaño, no rubio, sus ojos eran color avellana, no azules, no era delgada hasta los huesos, pero no era gorda, sus caderas no eran tan grandes y redondas,su cintura no estaba bien definida, pero aún así algo me hacía querer perderme en su cuerpo.
De todas maneras yo no era lo mejor para ella, la entendía, venía de un romance él cuál había sido desastroso para ella, al igual que yo, eso me detenía, no quería lastimarla, pero él sólo pensar que en su cuerpo podía olvidar todos los sentimientos que Mariana había causado en mi, me daba unas ganas enormes de unirme a ella igual que había hecho con todas las demás.
Pero ella no era igual a todas las demás.

Jeffry golpeó la puerta de la habitación, rápidamente apagué el cigarrillo y abrí la ventana.

-¿Qué sucede?- dije abriendo la puerta

-si, ¿desea que arregle una reservación para la noche?

-no creo Jeffry- dije

-entonces, ¿qué desea que compre?

-nada Jeffrey-me miro extrañado

-¿desea que cancele su cita?-negué con la cabeza

-no Jeffry cocinaré yo, entonces tal vez deberías llamar una ambulancia para después de probar mi comida- ambos reímos-Gracias

Jeffrey se retiró, pero decidí salir de la habitación y empezar a ver qué prepararía.
Entre a la cocina, abrí el refrigerador, saqué un poco de crema, algunas verduras, luego de la alacena saqué un paquete de pasta, no debería ser tan difícil.
Empecé a buscar la licuadora y ahí puse la crema y las verduras, luego saqué un filete de pescado.
Después seguí cocinando, no me había esforzado así por una chica desde hace mucho.

Eleanor
Miré el reloj y casi daban las seis, debía apurarme, pues últimamente el tiempo no me rendía, tomé una ducha y luego decidí vestirme como en realidad soy, sin importarme si iríamos a algún restaurante caro.
Me puse un vestido negro, en línea a con estampado de calaveras, unos tenis negros y luego trenzé mi cabello aún húmedo, me maquillé muy poco y aún me sobraban un par de horas.
Decidí salir al balcón a mirar el atardecer, pero al salir me di cuenta que la ventana de mi vecino estaba abierta y con las cortinas corridas, por simple curiosidad decidí echar un vistazo, vi como una silueta se reflejaba contra la pared y escuché música, Frank Sinatra, tal vez estaba con alguna chica.
Sin explicarme porqué, este pensamiento me provocó algo de celos.
Me impulsé para ver un poco más, ahí estaba él, pero no había rastro de ninguna chica.
Solo él, con una toalla atada alrededor de su cintura, su marcado abdomen aún estaba húmedo, su cabello aún escurría mientras se mecía al ritmo de la canción, mi mente se llenó de obscuros pensamientos y decidí regresar adentro, pero la canción se quedó atascado en mi mente.
Después de tararearla varias veces, me di cuenta de que estaba callando por un hombre.
Pero no por cualquier hombre, uno que era mucho peor que Emilio Harrison, uno que no solo tenía dos mujeres, si no uno que desfilaba una diferente entre sus sabanas cada noche.
Corrí al costado de mi cama y tomé el teléfono, marqué el número de Paul.

-Paul, ven a mi casa, por favor- dije
-¿Qué ocurre Ele?
-necesito tu ayuda, urgente
-¿llevo algo?
-tequila, mucho tequila
-de acuerdo y llevar películas
-tú siempre sabes cómo alegrarme
-¿Elvis, verdad?
-por algo eres mi persona favorita.
Me acosté sobre mi cama a esperar a que Paul llegara y lo hizo después de una hora y media, en cuanto escuché el timbre corrí a abrir la puerta.

-traje lo qué pediste- dijo-¿Qué sucede?
-Todo es tú culpa y nada más que tú culpa.
-¿mi culpa?
-si, si tú no me hubieras abandonado en esa fiesta, yo jamás hubiese accedido a salir con Luis Miguel.
-!wow! ¿Cuando será? ¿Sabes cuantas mujeres desearía estar en tu lugar?
-ese no es el punto, si no, que ese hombre estará aquí en unos diez minutos y si voy me dejaré caer y pasará lo mismo que con el último.
-Eleanor- dijo sentándose en el sillón y destapando la botella que llevaba en la mano- sabes que yo no te forzaré a nada, pero debes dejar de pensar que todas tus relaciones serán iguales ¿dónde puedo servir esto?- dijo señalando el tequila

-¿Quién hablo de una relación?- dije y le arrebaté la botella de la mano y bebí directamente de la botella, mientras el líquido recorría mi garganta el timbre sonó

-dame eso- dijo Paul, luego me arrebató la botella- debes de abrir.
-!No!- dije- por favor, por favor, dile que no estoy- me arrodille- haré lo que quieras
-no es lo mejor, pero la haré porque no permitiré que te vuelvas a humillar, ahora levántate.
Paul camino hasta la puerta y yo me escondí detrás del sillón después de reír victoriosa.

Mujer de Fuego || Luis Miguel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora