-Te irás este viernes al internado- dijo mi padre con voz autoritaria.
No dije nada. Estuve sumiso.
-Ahora vete a tu habitación y empieza a estudiar.
Mi madre no dijo nada. Ella no quería enviarme allí, pero mi padre era quien me mandaba. Mi madre me quería. Era una mujer muy inteligente, pero muy tonta porque se enamoró de mi padre que no dejaba que expresase todo su talento.
Ellos no podían tener hijos así que me tuvieron que adoptar. Mi padre me lo recuerda cada día. Lo odiaba.
Cuanto llegé a mi habitación, cerré el pestillo para que nadie me molestase, abrí la ventana y me deslicé por el tejado hasta llegar al suelo. Siempre me escapaba para ir a ver a Sara, mi único apoyo. Al llegar al suelo me fui discretamente a la casa de Sara para despedirme.
La casa de Sara estaba a un par de manzanas de la mía. Al llegar, me subí al árbol que daba justo a la ventana de Sara, piqué y ella la abrió.
-Hola patito- dije tristemente. La llamo así porque cuando eramos pequeños siempre llevaba consigo un pequeño patito de goma.
-Hola guapetón. ¿Te pasa algo?-comentó preocupada.
-Tengo que contarte una cosa.
Se dió cuenta que pasaba algo grave. Me dejó entrar y me senté en su silla al lado del gran escritorio que ocupaba la mitad de su pared. Ella se sentó en su cama rosa que estaba en frente del escritorio.
-¿Que pasa Eduardo?
-Me voy- dije fríamente.
Ella rompió a llorar. Sus ojos de color miel se difuminaron por las lágrimas de desconsolación.
-¿Cuando?¿Por qué?-dijo cuando se tranquilizó un poco.
-El viernes, mi padre me obliga ir a Lofad Hertli.
-¿Por qué estas tan pasivo con esta situación?-cada vez alzaba más la voz- Es el internado más duro que hay.
Era verdad. Estaba muy tranquilo. No sabía por què. Sabía de sobras que no volvería a ver a Sara durante mucho tiempo. Ahora entiendo que en el fondo sabía que al final me iba a quitar del medio y por eso estaba tranquilo. En ese momento no me di cuenta.
Me quedé hasta que dejó de llorar y me fuí.
Me tumbé en la cama y estube pensando en todo esto hasta que me dormí.
No me di cuenta que mi vida iba a cambiar. Y me alegro. Ahora se con toda seguridad que...No quiero volver atrás.