Capitulo 2

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Llegó el maldito día que yo esperaba que nunca sucediese. Salí de casa y me encontré con Sara y un par de mis vecinos aunque yo solo tenía ojos para Sara. Me subí al coche y escuché murmuro que pensé que era imaginaciones mías:

-Te quiero Eduardo.

***

En el horizonte ya se veía el internado. El maldito internado. Aunque vi una cosa muy extraña... Me pareció ver algo rojo que sobrevolando el internado, pero solo fue un segundo.

-Será mi imaginación- pensé.

Llegamos a las puertas del internado. El internado era muy oscuro, estaba en mitad de un bosque y solo había un camino para llegar en coche. En la entrada, había una gran verja de metal que al menos eran 4 metros de verja. 

Salimos del coche. Mi padre nos ordenó que nos quedáramos cerca del coche y que no nos moviéramos. Al entrar mi padre mi madre me intentó hablar aunque yo no le hice caso:

-Lo siento Eduardo, yo no quería. 

No dije nada.

-Sabes que yo te quiero y no quiero meterte aquí, pero...

-Él te obliga, ¿no?- lo dije enfadado.

-No te enfades conmigo por favor- dijo con lágrimas en los ojos. 

Ahí ya no pude más y exploté.

-¿QUE NO ME ENFADE CONTIGO? YA SE QUE SOLO ME TENÉIS PORQUE NO PODÉIS TENER HIJOS. YA ME VELDRÍA ESTAR MUERTO PARA QUE NO PUEDA MOLESTAROS MÁS.

Mi madre se calló de golpe. Fuí muy duro con ella. 

Estuvimos en silencio hasta que vino mi padre con el director del internado. Iba vestido con una chaqueta marrón claro, tenía una camisa a cuadros de un azul oscuro, pantalón de pana de color tostado, unos zapatos de hombre mayor. Era medio calvo y una pequeña perilla tenía. Todo un viejo, un carroza, un carcamal.

-Eduardo, este es el director del internado y tu nuevo profesor de matemáticas, el señor Dustin Diederich. 

-En cantado de tenerte Eduardo. He visto tus notas y eres un niño muy estudioso, espero le des un buen prestigio al colegio- me acercó la mano para darme un apretón y yo acepté, después prosigió- despídete de tus padres. 

-Adiós- dije fríamente.

Se montaron en el coche y se fueron. Cogí las maletas, miré al cielo para haber si Dios me quitara la tortura, pero volví a ver la extraña cosa roja de antes. Esta vez parecía que fuera escamada. Sin duda me estaba volviendo loco.

Entramos y me guió a mi habitación. Todo era muy anticuado, parecía que era un castillo de la  Edad Media. 

Al llegar a mi habitación me fijé que había cinco camas. 

-¿Qué voy a compartir la habitación?

-Sí. ¿Algún problema?

-No.

-En tu cama está un uniforme, cójelo y después vés a la clase que te toca. Tienes el horario en la pared.

Se fué y me senté en la cama. No gustaba la idea compartir habitación y todas mis intimidades. Me puse el uniforme. Era muy anticuado, como no, era una camisa marrón, unos pantalones caqui, unos zapatos negros y un chaleco negro. Sorprendentemente me quedaba muy bien. Miré el horario y me fuí de la habitación, pero antes de salir escuché una risa de una mujer, me giré, pero no había nada. Me di unos un par de golpes para despertarme y me fuí.

Busqué la clase de castellano en el segundo piso. Estaba al final del todo. Entré y todo el mundo se giró hacia a mí. La clase era bastante extraña: los chicos estaban al lado izquierdo de la clase, había bastante espacio entre los chichos y las chicas i al lado derecho las chicas. La profesora era bastante mayor aunque no era tanto como el señor Diederich. 

-¿Pelastaja Eduardo?

-Sí.

Se giró y habló a la clase:

-Chicos, este es vuestro nuevo compañero. Eduardo Pelastaja.- se volvió a mí- Sientate al lado de García.

Busqué el sitio vacio y al lado un chico con la mano levantada. El chico no era más alto que yo, pelo castaño y escuchimizado. Me senté en el pupitre y cuando la profesora se giró me bombardearon con preguntas. La primera persona que respodí fue a García.

-Hola, soy Fernando García. Me puedes llamar Fer. Una cosa ¿de donde eres, tu apellido es extranjero, tienes novia?

-Soy de Granollers. Mi apellido es finlandés porque mi tatarabuela era finlandesa. Y no, no tengo novia.

-¡SILÉNCIO! 

-Se llama Faustina Adnuges- murmuró Fer.

Al acabar la clase, Faustina me advirtió de una cosa:

-No te ajuntes con esa chusma, son mala gente.

Hice oídos sordos y seguí mi camino.

***

Al acabar las clases, Fer me presentó a sus mejores amigos.

-Eduardo, estos són Andrés, Sergio, Jorge y la chica del grupo: Alba.

Andrés tenía el pelo corto y castaño, bajito y delgado como Fer. Sergio tenía el pelo largo, ondulado y rubio, pero por lo otro era como Andrés i Fer. Jorge era un poco distinto que los otros, pelo casi a cero y negro, un poquito gordito y alto como yo. Alba era guapísima, aunque no era como mi Sara, pelo largo y castaño.

-Encantado.

-Chicos- dijo Fer- ¿le enseñamos ''eso''?

-No le conocemos- dijo Sergio un poco mosqueado.

-Lo he conocido lo suficiente para saber que no es mala persona- replicó Fer cada vez acercándose a Sergio.

Me pareció que Sergio y Fer tuvieron algún roce hace algún tiempo, pero no quise preguntar. Entonces Alba intentó calmarlos. 

-Chicos, tranquilizaos por favor.

Los dos se separaron. Entonces Andrés intentó hacer un pacto:

-Le enseñaremos ''eso'' cuando demuestre que es de los nuestros. 

-¿Qué queréis que haga? 

Andrés iba a decir algo, pero un chico tan alto como yo empujó a Jorge.

-¿QUÉ HACES JON?- gritaron Fer, Andrés, Sergio y Alba.

-Este tío se lo merecía, me ha replicado en clase de castellano.

Era un tío despreciable y se merecía un cástigo. A si que fui hacía él y me encaré.

-Ya te puedes ir por donde has venido- dije tranquilo.

-Que gracioso el nuevo- se rió- Y si no lo hago, ¿qué me harás?

-Esto.

Al acabar la frase le di un puñetazo en el estomago que le tiré al suelo. Los chicos que estaban con Jon se fueron corriendo, Jon se levantó y huyó.

Andrés se acercó y me dijo:

-Con esto nos vale.

Sonrió y nos fuimos hacia las escaleras que iban hacia el sótano.

 ____________________________________________________________________________HOLA, ME GUSTARÍA QUE LO COMENTAREIS POR FAVOR Y GRACIAS POR LEERLO

No quiero volver atrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora