Capítulo 2.

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Han pasado poco más de 4 meses, de mí en esta casa, descubrí el nombre del hombre al que trabajaba, era Gavin Freckman, trabaja como un mayor general entre los nazis en el campo de concentración. Increíblemente, sentía una gran atracción hacía el. Hacia mis labores a diario, lo típico: limpiar, cocinar, limpiar, ordenar, limpiar, cocinar… Y así era todos los días de este mes, uno que otro más me quedaba sola con Alen, ese niño me adoraba con su ser, le leía, le cantaba, y ¡hasta me enseñó un poco de alemán! , sumamente increíble e inteligente Alen. Me explicó lo que significaba la frase cerca de los cuadros “Es una promesa”, aunque desconocía el por qué de ello.

Tenía 2 días sin ver al señor Gavin, suponía que estaba cubierto de trabajo. Ya a la hora de la noche, y acosté al pequeño Alen en su cama, y lo dejé dormido. Al salir de la habitación, fui a mi cuarto, junto con el cuaderno regalado por el propio Gavin, tenía la habilidad de dibujar lo que veía o reflexionaba de momentos rutinarios. Pasaban 3 horas y dibujaba  a Alen y a Gavin riéndose, sin saber por qué lo dibujaba, igual lo hacía. Escuché un estruendo de la puerta, y unos pasos.

-       ¡AVA, POR FAVOR VÉNGASE DE INMEDIATO! – Dejé el cuaderno en la cama y corrí a ver a Gavin.

Lo vi. Estaba su brazo ensangrentado, una herida leve pero igual sangra y no paraba, me miró y gimió de dolor.  Salí a buscar en los baños, una pequeña caja con medicamentos, y todo lo necesario. Me senté con él, en el sofá, y le trataba de sanar y parar el sangrado, al final lo logré. Estaba sentado a mi lado, con la mirada perdida en el vacío, como si tratara de descifrar algo.

-       Gracias Ava. – Dijo con su mirada sin irse del vacío. – fuiste de gran ayuda.

-       A la orden, señor. – Dije segura.

-       No me digas señor, a lo mejor tendrás mi edad, y me siento viejo al escuchar decirme “señor”. – Reí por su comentario, e igual me imitó y rió.

-       De acuerdo, Gavin. – Sonreí de lado y fijé mi mirada en la pared.

Sentía su mirada en mí, pero no estaba dispuesta a actuar de la misma manera y mirarlo. Pasaron varios segundos, hasta creo que fueron minutos; me tomó de la barbilla y pronunció esas palabras alemanas que desgraciadamente no sé que fueron: “Ich liebe jeden Teil deines Seins, schöne jüdisch .” , quedé sin palabras, igual, ¿Qué podría decirle si no entendía lo que dijo?...

-       Me encanta cada parte de ti, hermosa judía. – Me sorprendieron sus palabras igual que su tacto en mi rostro.

Otra vez, me había quedado sin palabras, sonrojada como nunca lo he estado en mi vida, me acarició el rostro, tomó mi barbilla, me acercó a él y me besó…

A la mañana siguiente, me desperté junto a Gavin, me tomaba de la cintura pegada a su torso desnudo. Me voltee a verle su rostro y sonreí al ver que igual estaba despierto.

-       Du bist wunderschön – Dijo con su voz aun preñado en sueño.

-       Buenos días. – Sonreí y le di un beso a la mejilla.

Me paré enseguida, al recordar del desayuno para Alen, mientras buscaba algo para ponerme y tapar mi cuerpo desnudo, Gavin se encontraba mirando detalladamente todo acto que hiciera. Ya al pasar los 10 minutos ya me ubicaba en la cocina, preparando el desayuno a Alen. Gavin ya se estaba preparando para ir al campo a trabajar. Y volví a mi rutina de siempre.

Historia de una judía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora