Capítulo 40

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El ruido ensordecedor de mi despertador martilleo mi cabeza, consiguiendo que saliera de el estado placentero del sueño en el que me había sumido. Conseguí estar lista en menos de quince minutos y bajar las escaleras con desgana hacia la cocina, pensando en algo sencillo y rápido de preparar para desayunar.

Cogí el primer paquete de pan Bimbo que encontré a mano y puse dos rebanadas en la tostadora, mientras sacaba un cartón de zumo de manzana de la nevera y lo servía en el primer vaso limpio que tenía a mi alcance.

—Buenos días. —me saludó Carla entrando en la cocina dando pequeños saltos como una cría.

—Buenos días. —la miré con una expresión de pregunta.

Esta soltó una carcajada poco antes de sentarse en una de las sillas de la cocina.

—¿Por qué estas tan contenta? —pregunté sacando las tostadas de la tostadora y cogiendo la mantequilla del interior de la nevera.

—Voy a tener ya mi segunda cita oficial desde que salgo con Christian. —anunció sin poder evitar una sonrisa de emoción.

—Los tíos son unos cerdos. —comenté yo con algo de asco.

—Eso lo dices por que el primero fue un cerdo, pero no todos son así. Tendrías que darles otra oportunidad. No se, inténtalo con Iván. —me intentó animar.

—Es muy... no se, parado. Ayer nos vimos y no funcionó. —expliqué soltando un largo suspiro mientras comenzaba a comer mi primera tostada.

—Aún así, no tires la toalla, quizá el indicado sea Jesús pero... —solté un gruñido antes de que terminara.

—Nunca volveré a tener algo con Jesús, y lo sabes, fue una mierda de persona. —refunfuñé comenzando a perder los nervios.

—Dicen que no fue para tanto. —comentó Andrea intentando quitarle importancia al asunto.

No es así. {BA#1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora