Encuentro

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El pio de los pájaros hacía eco por todos los lados del bosque, no había lugar donde no se escuchase ese sonido junto con la respuesta de sus compañeros.
Era la hora perfecta para cazar. El sonido de fondo distraería a sus presas. 

Silenciosamente se acercó más a su objetivo, para tenerlo en un mejor rango de vista. Y en un abrir y cerrar de ojos, la bala que tenía cargada anteriormente estaba clavada justo en el centro del muslo de un ciervo, un tiro certero.

Con satisfacción, acabó con rapidez con el sufrimiento del animal y volvió a su campamento montado hace solo un día.

Separó la piel de la carne, encendió un fuego y la cocinó. No solo era un As con la puntería, también en cocinar y preparar unos estofados para chuparse los dedos.

Cuando, al terminar de preparar la cena, un sonido que provenía de la oscuridad provocada por la densidad de los árboles lo alertaron, cerró su boca que estaba lista para dar un bocado. Fijó la vista hacia donde se encontraba el animal o cosa que hacía ese ruido y sin dudarlo, cogió su revólver.

-Venga sal, bichajo.

Ante aquel insulto, entendible para el animal que se escondía detrás, reacción un poco violento.

Se abalanzó sobre quién le había faltado el respeto con todas sus fuerza, su objetivo principal: matarlo. Sin embargo, el cazador reaccionó a tiempo y esquivó el ataca de dientes y garras, exponiendo a su agresor ante la luz.

Se quedó un poco paralizado ante lo que sus ojos contemplaban; un lobo, un precioso lobo de pelaje blanco como la nieve, con unos matices plateados, lo miraba con profundo odio a través de dos grandes perlas que parecían de oro. Era precioso y tenía que ser suyo.

La idea que tenía anteriormente de matarlo y quedarse con su piel para venderla se le esfumó y no volvió a aparecer nunca más. Tal vez haya dedicado lo que había vivido de vida en ello, descuartizar animales con un pelaje bello, pero esto era diferente. Su impotencia, su mirada y lo que esta transmitía era diferentes a cualquier criatura que haya visto jamás.

Bajó el arma y levantó los brazos muy lentamente en señal de paz.

Aquello lo entendió el contrario y dejó de gruñir y sacar los colmillos. Observó detenidamente al sujeto que había inspeccionado desde el momento en el que había pisado este bosque, su tierra, su territorio.

-Tranquilo bonito, no te voy a matar-se sentó desparramado- solo quiero que hablemos, ¿vale?- el albino no dijo nada, se mantuvo estático hasta que, su instinto le dijo que podía confiar en ese extraño.

Y así hizo... le mostró su verdadera forma.

Cazador y Bestia/ yaoi/ McHanzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora