Destroya.

2.1K 67 6
                                    



Era un cuarto para las nueve de la noche, mi madre caminaba por la casa de un lado a otro desesperada, apurando a mi padre con sus palabras, buscando desquiciada las llaves del auto o cualquier otra cosa que se le ocurriera que tenía que llevar a la esperada fiesta de bodas de una de las grandes amigas de la familia.

Yo la miraba disgustado, amargado y desesperado para que se largaran de una vez, era un completo antisocial que a mis 18 años prefería follar en casa o masturbarme en soledad que salir a una ridícula fiesta donde la mayoría serían solteronas, hombres calvos o parejas disparejas.

-¡Ya nos vamos Gerard! – gritó desde la puerta como su no se hubiera percatado de que estaba sentado en el sofá a unos pocos metros de distancia – ¡Cuida bien de tu primo Frank!

¡¿Qué?! ¡¿Qué cuidara bien de mi primo Frank?! Nadie me había dicho que se quedaría conmigo aquella noche… Más bien… ¿Por qué tenía que quedarse conmigo esa noche? Ni siquiera nos llevamos demasiado… ¡Apenas nos vemos en navidad y en algún que otro día del año!

-¡No me habías dicho que se quedaría conmigo! – reclamé molesto.

-¡Te lo estoy diciendo ahora! – reiteró imitando mi tono de voz.

-¡¿Por qué se tiene que quedar aquí?!

-¿En donde querías que se quedara Gerard? Tus tíos también irán a la boda.

-Esta noche será una mierda – dije por lo bajo pretendiendo que no me escuchara.

-¡Oí eso Gerard Way! – me informó molesta, y el que me llamara también por el apellido me hacía saber que estaba más molesta de lo normal.

Abrió la puerta para saludar sonriente a mis tíos y dejar pasar a mi pequeño primo Frank… que bueno… ya no era tan pequeño como lo recordaba, tendría unos catorce años si no me equivoco, aun así, su rostro seguía pareciendo el de un niño pequeño.

-¡Que se diviertan! – se despidió mi primo de todos y cerró la puerta para caminar hacia el sofá donde me encontraba.

Me giré hacia su rostro antes de que hablara y sonreí hipócrita, como si no hubiera maldecido el instante en que me dijeron que sería mi compañía aquella noche.

-¿Cómo estás Frank? – pregunté por cortesía, porque lo único que me interesaba era entretenerlo con alguna caricatura estúpida para subir a mi habitación y continuar viendo aquél video que me había obligado a llevar mi mano a mi entrepierna.

-Estoy muy bien – respondió sonriente – ¡Tenía ganas de verte Gerard! ¿Cómo has estado?

Su tono de voz tan optimista me provocaba nauseas, y antes de percatarme de lo suave que era su voz pensé que prefería mirar su fino rostro cuando permaneciera con la boca cerrada.

-Bien – respondí dubitativo y reseco, opacando su pregunta entusiasta y obligándolo a permanecer en silencio por un par de segundos.

-¿Y en donde está Mikey?

-Está en un campamento o algo así – respondí desinteresado.

-¿Quieres hacer algo? – inquirió dudoso.

¡Por supuesto que quería hacer algo! Pero su sorpresiva visita me lo impedía.

-¿Quieres ver una película? – dije adelantándome a colocar una en el reproductor de DVD.

-Seguro – respondió sin más y se acercó a mi lado una vez que me senté en el sofá.

No tenía idea de que película había puesto, y no me importaba, porque no me quedaría lo suficiente para averiguarlo. Pasados diez minutos me coloqué de pie pretendiendo creer que mi primo no se daría cuenta que me desaparecería de pronto.

-¿A dónde vas Gerard? – preguntó curiosos.

-Voy al baño – mentí indiferente y corrí a mi habitación.

Me coloqué frente al ordenador y me dispuse a seguir reproduciendo aquellos videos que habían logrado excitarme sin haber llegado siquiera a la mitad, desabroché mis jeans y coloqué mi mano sobre mi miembro sin moverla aun, simplemente me adelantaba a los hechos, y esperaba que aquél video no me defraudara. No me importaba haber dejado a mi primo ahí abajo, no creía que se atreviera a venir a buscarme si tardaba más de un cuarto de hora, debía pensar que había venido a dormir y no que me encontraba aferrado a la silla con mis ojos clavados en el monitor, embobado con aquellos cuerpos masculinos perfectos, y mi mano rodeando mi pene para masturbarme.

-¿Gerard, estás aquí? – preguntó su entrometida voz abriendo la puerta de mi habitación.

¡Mierda! ¡Mierda, me había equivocado! Mi pequeño primo si se había atrevido a ir a mi habitación a buscarme, ahora el impacto de mi mano dándome placer se reflejaba en sus ojos a pesar de la oscuridad de mi cuarto, y aquél último gemido salir de mi boca debía estar perturbando la sensibilidad de sus oídos.

Mi mirada era intensa, y permanecía clavada en aquél rostro deseoso y ojos confundidos. El movimiento de mi mano era el mismo, porque por más sorpresiva que hubiera sido su presencia en mi habitación, mi mano se movía maquinalmente al escuchar aquellos gemidos artificiales salir de las bocinas de mi ordenador.

Opté por morder mis labios sin decir nada y lo miré caminar despacio hacia mí, necesitaba que dijera algo, de lo contrario no podría negarlo o contradecirlo.

¡Cualquier palabra para decir que no era lo que pensaba, o simplemente que no le importaba lo que yo hiciera!

Tragó saliva duramente y me miró fijo a los ojos, se arrodilló lentamente frente a mí y acercó su entrometida boca a mi entrepierna mientras su respiración se tornaba golpeada. Sentí sus tiernos labios húmedos alrededor de mi pene, solo durante aquél glorioso instante que me dejé llevar por el morbo y ocultar la razón, no por más de tres segundos en los que logró encender mi cuerpo y quemar con el mismo fuego mi conciencia.

-¿Qué estás haciendo Frank? – interrumpí agresivo aquél extraño momento que me había absorbido, y me coloqué de pie para abrochar mis jeans.

-Voy a – miró mis ojos dubitativo e hizo una pausa – Voy a mamártela, es mejor que masturbarse ¿no lo crees? – concluyó finalmente.

Me sorprendí por lo precoz que eran sus palabras, pero aquél corto momento, me había obligado a esconder mi erección que ya no había sido provocada únicamente por el video pornográfico. Sonreí tratando de que no pareciera una burla y regresé mi mirada hacia sus enormes ojos avellana.

-¿Qué estás haciendo aquí? – pregunté antes que otra cosa.

-Pues… estoy aquí desde hace un rato, mis padres me trajeron ¿recuerdas? – respondió burlón.

-Me refiero a mi habitación – recalqué un tanto molesto.

-La película estaba muy aburrida, y hacía casi media hora que te fuiste al baño, así que decidí venir a buscarte… Gerard… ¿puedo pasar la noche contigo? – preguntó provocador.

No sabía como contextualizar aquellas palabras, después de lo recién sucedido solo pensaba en sexo, pero decidí colocarlas en la única idea que debía tener hacia mi primo menor.

-Claro… puedo dejarte mi cama y yo…

-No me refería a eso – me interrumpió acosador haciendo de sus lentos movimientos un exquisito platillo de tentación.

-Frankie… ¿por qué me haces esto? – reclamé casi en un gemido que sus ridículas palabras me conseguían imaginar.

-¿Hacerte qué? Solo quiero estar contigo Gerard…

-Eres pequeño para estar conmigo… lo eres para estar con cualquiera – lo interrumpí fríamente.

-No me importa… te deseo – insistió provocador – ¿No es mejor hacerlo con alguien más, que con tu propia mano?

-Si… con alguien más que no seas tú – afirmé empujándolo sutilmente del pecho.

Mi atrevido primo colocó su mano en mi entrepierna y me empujó con fuerza hacia la pared para dejarme acorralado. Podía quitármelo de encima fácilmente, pero aquello comenzaba a gustarme bastante.

-¿Qué hay de malo en mí? – preguntó insolente.

-Que tú y yo somos primos Frank – dije con obviedad.

-¡No es nada del otro mundo Gerard! – Respondió a la defensiva y apretó mi cuerpo con el suyo – Déjame mamártela ¿No quieres hacerlo conmigo? ¿No te gusto?

Sus labios estaban tan próximos a los míos, y la tibia esencia de su aliento comenzaba a excitarme. Tenía que decirle que sí… Porque de pronto encontraba sus labios exquisitos y deseables, y su cuerpo contra el mío me parecía tiernamente acosador y excitante. Sonreí y acaricié su mejilla.

-Si – respondí sin más. Sus labios buscaron los míos pero no dejé que se tocaran – Pero no voy a follarte.

-¿Por qué no? ¿No quieres experimentar cosas nuevas? – indagó inocente.

¿¡Cosas nuevas?¡ Follarlo de todas las formas que se le ocurrieran a su pequeña cabecita no podría ser nada nuevo para mí.

-¿Experimentar? – Sonreí con desdén y me acerqué a su rostro – Frankie… no hay nada que tu hayas hecho y que no conozca ya de memoria.

-Entonces hazlo por mí – susurró sobre mis labios – Quiero hacerlo contigo Gerard.

Y de nuevo deseaba decirle que sí… que ahora deseaba su cuerpo tanto como él deseaba el mío, y que aquella noche iba a cogerlo hasta reventar. Absorbí su aliento discreto y deslicé despacio mi mano por su torso.

-¿Eres virgen? – pregunté en voz baja.

Sus mejillas se ruborizaron levemente y sus labios se crisparon dubitativos, aun así, negó con su cabeza y me miró expectante. Lo tomé con fuerza del mentón y lamí sus labios despacio, mientras con mi otra mano apretaba su pene y lo movía suavemente sobre los jeans. Su cuerpo se estremeció y enseguida se colocó nervioso; me había mentido.

-… Si lo eres – afirmé alejándome de su cuerpo.

-De acuerdo… lo soy – admitió al no ver otra opción – ¿Pero que diferencia hay? ¿Por qué tengo que rogarte Gerard? ¡Será solo sexo! – Exclamó tras de mi – Te deseo…

Lo apreté por la cintura y caminé hasta llevarlo a la cama. Me acerqué a sus labios, deseoso de robarle mucho más que un beso pero me detuve antes de hacerlo.

-¿Por qué quieres hacer esto conmigo? – indagué despacio.

-Porque me gustas – respondió de igual forma y llevó sus manos alrededor de mi cadera.

-Tu también me gustas – susurré sobre sus labios – ¿Será solo sexo? – cuestioné antes de dar un paso más en falso y deslicé mis ojos detenidamente por su cuerpo tendido bajo el mío.

-Solo sexo – respondió jadeante sobre mis labios y se apoderó de ellos con un feroz beso de desespero que jamás me hubiera esperado.

-Tranquilo pequeño, tenemos tiempo – dije en cuanto pude respirar.

Me coloqué a horcajadas de su cuerpo y deslicé mis manos por su torso sobre la ropa, para comenzar a quitar cada prenda con cuidado. Frank gimió discreto, y me haló de la playera para devorar mis labios una vez más. Sonreí porque no podía hacer más, y lo dejé robarme el aliento hasta que mis pulmones parecían querer explotar. Colocó su mano en mi entrepierna y comenzó a acariciarme sobre la ropa, mientras yo me encargaba de sacar la última prenda de su cuerpo.

-Creí que querías colocar algo más que tu mano ahí – le dije cuando comenzó a masturbarme despacio.

Sonrió malicioso y cambió su posición conmigo para separar mis piernas con rudeza y hundir su cabeza sobre mi miembro. Acaricié su cabello y su espalda mientras él se encargaba de acariciar mi pene con su lengua.

-… ¿Es la primera vez que… se la mamas a alguien? – pregunté jadeante.

-Si – contestó agitado e introdujo mi pene una vez más a su boca para chupar eufórico desde la base hasta acariciar mi glande con toda la extensión de su lengua una vez más.

Sus movimientos me estaban alcanzando bastante placer, y sus esporádicos jadeos me ponían más caliente y deseoso, me llevaban a imaginar todo lo que iba a hacerle a su pequeño cuerpo inexplorado una vez que hubiera terminado de hacerme sexo oral. Pero el repentino roce de sus dientes me entregaba una gélida sensación escalofriante.

-Entonces… evita el contacto con tus dientes – gemí al sentirlo una vez más, y de inmediato me regaló la suave sensación de sus labios tersos y húmedos deslizarse por la gruesa extensión de mi pene.

Aumentó el movimiento de sus labios, lo hacía cada vez más rápido mientras comenzaba a masturbarme con su mano y lamer mi glande deseoso de mi sabor. Logró sacarme varios inesperados gemidos, estaba al borde de correrme, no quería manchar el interior de su boca con el impacto de mi semen, pero los gemidos atrapaban las palabras coherentes justo en medio de mi garganta. Lo halé del cabello hasta mis labios e introduje mi lengua dentro de su boca mientras mi semen se esparcía entre nuestros cuerpos.

Acaricié la espalda de Frank hasta llegar a sus nalgas y apretarlas entre mis manos. Su piel era suave, la mía estaba ahora cubierta de sudor. Metí mi mano entre nuestros cuerpos para llevar mi semen hasta el trasero de Frank y que sirviera como lubricante.

-¿Tienes…

-No tengo lubricante – lo interrumpí jadeante.

No guardaba tal cosa entre mis pertenencias. Si alguien quería evitar el dolor, entonces debía conseguir el lubricante por él mismo.

-… ¿Temes que vaya a lastimarte? – pregunté sutilmente y besé sus labios robándole la respuesta.

-No…

Deslicé mis manos por su cuerpo desnudo hasta llegar a su trasero y metí dos dedos con cuidado hasta llegar al fondo de su ano. Su expresión era de dolor, y aquellos endebles gemidos eran completamente ajenos a cualquier tipo de placer.

-¿Quieres que siga? – pregunté excitado.

-Aah… si – asintió con la misma expresión dolorosa enmarcada en sus facciones.

Plasmé mis labios en su cuello y lo chupé hasta dejar una pequeña marca rojiza. Deslicé mi lengua por su torso y lamí su pene desde la base hasta la punta. Aumenté el movimiento de mi mano hasta que emitió aquél gemido que tornó mi cuerpo más caliente y la erección de mi pene aun mas dura.

-¿Estás listo? – pregunté en un susurro.

-Si – gimió arqueando su espalda para entregarme su cuerpo.

Lo apreté por la cintura y resbalé mis manos hasta llegar a sus muslos y obligarlo a llevar sus piernas sobre mis hombros. Coloqué la punta de mi pene en su entrada y lamí sus labios despacio una vez más.

-… Gerard… recuerda que…

-Eres virgen – lo interrumpí sonriendo – Y seré cuidadoso.

Me dispuse a entrar en su interior, pero de momento el timbre de la puerta sonó con insistencia. Ambos nos miramos nerviosos, sentí mi cuerpo tornarse helado y mi cerebro no dejaba de repetirme que no podía ser nadie más que nuestros padres.

Me quité de inmediato y me coloqué los jeans lo más rápido que pude. Tomé la ropa de Frank y se la entregué en sus manos. Su rostro lucía pálido y aun más nervioso que el mío.

-Corre al baño mientras me cercioro de quien es – le ordené fríamente.

-¿Crees que sean nuestros padres? – indagó preocupado.

-No lo sé…. se supone que vuelven hasta mañana, pero es probable – dije sin más y me precipité a la puerta – ¿Qué esperas? – pregunté girándome de nuevo hacia su cuerpo.

-Claro… yo…

Caminé hacia él y besé sus labios despacio.

-Todo estará bien Frankie – susurré a su oído y lo impulsé de una nalgada para que saliera de la habitación.

Bajé las escaleras aprisa y abrí la puerta de golpe para eliminar la tensión. El ligero viento voló mi cabello despeinado y también el de aquél desbalagado amigo que había ido a mi casa casi a las once de la noche.

-¿Qué haces aquí Bert? – pregunté aliviado y un tanto confundido.

-¡Pues es sábado por la noche! – Respondió animado – Venía a ver si querías salir con nosotros – dijo haciéndose a un lado para dejarme ver a los demás chicos en su auto.

-Lárguense Bert… te hablo mañana – dije estrellando la puerta en su cara.

Corrí hacia arriba una vez más para encontrarme con Frank. No había nada más que pudiera importarme en ese momento que su pequeño y estrecho trasero esperando ser desgarrado por mí.

-¿Frank? – dije abriendo la puerta del baño.

Mi pequeño primo al que estaba dispuesto a corromper sexualmente aguardaba por mí con su bóxer puesto y el resto de la ropa en sus manos. Me acerqué despacio y bajé su bóxer con brusquedad, para después desabrochar mis jeans y desprenderme de ellos totalmente.

-¿Quién era? – preguntó curioso.

-No importa… no era nadie importante – sonreí y lo halé hacia mi cuerpo para sentir su miembro rozar con el mío.

Lo arrojé a la cama nuevamente y continué friccionando su pene con el mío porque encontraba aquél roce delicioso y excitante, su cuerpo comenzó a moverse a mi ritmo y nuestros miembros se acariciaban uno con el otro cada vez ejerciendo más presión, con más velocidad y rudeza.

-¿Quieres continuar en donde estábamos? – dije jadeante.

-Aham – respondió de igual forma y colocó sus piernas sobre mis hombros antes de que se lo pidiera.

Coloqué mi pene entre sus glúteos y lo hundí despacio por su estrecha cavidad que comenzaba a proporcionarme bastante placer. Su cuerpo se contrajo y su ano se apretó más alrededor de mi pene.

-Mmhh – gimió dolorosamente.

Continué al mismo ritmo por un rato, penetrándolo despacio y permaneciendo un momento dentro antes de sacarlo para que comenzara a acostumbrarse al tamaño de mi pene antes de recibir la próxima penetración.

Sus manos se aferraban a mi espalda fuertemente y sus pequeñas uñas se enterraban en mi piel.

-Aahh – gemimos ambos al mismo tiempo y saqué mi miembro de su ano para ingresar con fuerza esta vez.

Su cuerpo me recibió gustoso y el movimiento de su cadera comenzaba a acompañar el mío, entregándome su cuerpo en cada embestida, que cada vez era más ruda y potente, más deseosa de su cuerpo y ávida de placer.

-Aahh… Frankie… tus manos – gemí dolorosamente cuando enterró de nuevo sus uñas en mi piel.

-Mmhhh… lo siento – gimió sin dejar de moverse.

Tomé sus manos y las sostuve con fuerza por arriba de su cabeza para deshacerme de aquella desagradable manía.

-Quédate quieto y separa las piernas – susurré jadeante.

Separé sus pernas bruscamente y torné las penetraciones más agresivas y potentes, mientras los gemidos de ambos se tornaban más escandalosos y continuos.

-Haaa… Gerard – gimió por último mientras su cuerpo se contraía y su semen se esparcía por nuestros cuerpos.

Descansó su cuerpo sobre el mío mientras me encargaba de las últimas embestidas hacia su ano y me corrí dentro sin ningún previo aviso. Me dejé caer sobre su cuerpo y lamí su abdomen hasta llegar a sus labios y succionarlos despacio, entrelacé su lengua a la mía y me posesioné del interior de su boca una vez que había terminado con su trasero.

Continué acariciando su piel con mis manos, porque mi cuerpo podía sentirse saciado de placer, pero no por eso significaba que dejaría de tocar aquel pequeño cuerpo que me hacía sentir ahora como un pervertido sexual. Lo miré a los ojos sin saber que decir y besé sus labios sin saber que esperar. Era mío durante toda aquella noche y probablemente un par más.

Cuidar del pequeño Frank no había sido para nada lo que esperaba, y supe que jamás se deja de ser adolescente si no coges con tu primo mientras no están tus padres en casa y después de todo… había sido solo sexo.
____________________
______________________
Creditos a la creadora, ame este shot y lo comparto aqui para que puedan disfrutarlo :3  http://www.slasheaven.com/~vpsslash/viewstory.php?sid=41038&chapter=1
(Link del original)

¿Solo sexo? (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora