SEGUNDA NOTA II

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Pasé por allí, los siguientes cinco días, siempre cuidando no ser vista. La tristeza me consumía, el panorama fue siempre el mismo. A ella la dejaban afuera después de la hora del almuerzo, hasta que empezaba a anochecer y nadie se quejaba.

Una tarde, a eso de las tres, mientras yo me escondía tras el muro de una casa, una mujer llegó abrazando a la chica con emoción. La señora, de unos cincuenta y tantos, vestía completamente de blanco, a la distancia deduje que era enfermera. Me senté en el suelo, manteniéndome escondida y me puse a analizar lo que hacían; terapias, ella primero masajeó sus manos, pasó a sus pies y luego le ayudó a hacer algunos ejercicios simples. Por como la mujer miraba cada nada hacia las ventanas de la casa, supuse que lo hacía sin el consentimiento de la familia de la chica, se notaba que la mujer temía ser descubierta.

Fueron pocos minutos, la chica sonrió, la mujer la abrazó, acarició con ternura su cabello y se fue, quizá prometiendo regresar pronto, eso me pareció entender en sus labios.

Era mi turno para ir a ella, crucé la calle, y estaba a dos casas de la suya cuando la sirena del carro de policía sonó. La mujer gorda salió de la casa, la chica me miró y el oficial me detuvo con brusquedad, como si me hubieran encontrado cometiendo un delito. Me esposaron, me subieron a la patrulla y hasta la señora esa me cacheteo antes de que cerraran la puerta. Comprendí todo cuando vi como esa bruja le pasaba un fajo de billetes al oficial de policía.

Pasé la noche en una pequeña celda, compartida con una extraña mujer que, después de la medianoche, empezó a coquetear conmigo, fue una experiencia perturbadora, debido a que era una persona insistente y abrumadora, no pude cerrar los ojos en toda la noche por miedo a que quisiera propasarse.

Pasó un mes entero en el que, como buena cobarde, no me asomé por ese vecindario y no traté de saber sobre la chica. No tenía el más mínimo deseo de preocupar a mis padres, llamándolos desde la estación de policía para que fueran a sacarme como la última vez.

Pero una noche no lo soporté más y planeé seguir a la enfermera la próxima vez que la volviera a visitar. Así que esta vez fueron ocho días de guardia, como una acosadora la vigilaba a la distancia.

➴ Lo que nunca te dije Paula - #SummerA2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora