OCTAVA NOTA VIII

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Lo primero que hice fue dejar a Paula sola excusándome para ir al baño. La única necesidad que realmente tenía era la de esconderme, como siempre. Puse seguro a la puerta y me dejé caer sentada en el piso. Las lágrimas inundaron mis ojos y me sentí frágil, pequeña e impotente.

El recuerdo del momento en que supe que mi familia no era perfecta como yo creía regresó, mientras mi madre le reclamaba a papá por sus infidelidades y por no ser una figura paterna para mí, yo me encerré en el baño a llorar, deseando tener un superpoder y desaparecer. Creo que tenía doce años cuando pasó eso y en años posteriores todo empeoró.

Ese día como cuando era niña me obligué a llorar en silencio, sin un sollozo, ningún suspiro, solo lágrimas escapando con libertad desde un corazón herido.

Inútil.

No había logrado nada especial con mi vida hasta ese entonces.

—Ya, no seas tan tonta. Ella confía en ti —me convencí. Tomando el valor para continuar con lo que había empezado.

Limpié mis lágrimas con el borde inferior de la camiseta, me levanté del suelo, me paré frente al lavamanos, lavé mi cara y me miré al espejo, asegurándome de que nada diera indicios del llanto o mi preocupación.

—Antes que todo y primero que nada, necesitas lidiar con Luis —le hablé al espejo del baño. Era la primera vez que cerraba la puerta con seguro—. Tienes que ponerle tatequieto y quitartelo de encima antes de que descubra que tienes a una mujer bajo tu techo.

Sabía que Luis intentaría aprovecharse de cualquier persona a la que le tuviera cariño para molestarme. Él sabía que yo estaba sola y que era muy despegada de mis papás por lo que si se enteraba que yo había decidido cuidar a Paula… Eso sí que sería un problema. Luís trataría de herirme lastimando a Paula.

Abrí la puerta y salí, miré a Paula y sonreí, ella me sonreía cálidamente. Miré a su alrededor y me armé de valor para empezar a vivir una nueva vida, una segunda oportunidad.

—Empecemos a ordenar este chiquero —junte mis manos con energía enfrente de mí—. Creo que es momento de poner un poco de música.

Me acerqué a la radio, que estaba sobre la estantería de la ventana, y la encendí. Se acabó una canción que no distinguí y dio paso al sonido alegre de un acordeón que coloreó el ambiente y calentó nuestros corazones.

¡Qué dicha, qué emoción! Se imprimió en mí el recuerdo de Paula meneando la cabeza al ritmo de la canción. Ahora cada vez que escucho Caracoles de colores de Diomedes Díaz no puedo más que agradecer por tan dichosa melodía.

Levantar una cosa por allí, esconder otra por allá, botar algunas que no servirían más, así pasé un rato, mientras Paula estaba feliz por poder escuchar música después de muchos años, a la vez que se sentía decepcionada por no poder ayudarme.

Satisfecha, pero cansada, me dejé caer sentada en el sofá, al lado de Paula.

—Nuestro transbordador espacial ya tiene forma —la miré y reímos—. Ahora sí, bienvenida.

La sonrisa de Paula era bastante infantil, tierna y llamativa. No podía pasar desapercibida, era imposible que no hiciera latir más fuerte un sincero corazón.

—Me gustó mucho esa música —comentó.

—Vallenato.

—Vallenato —repitió, así como se repite algo que se quiere memorizar, saboreando la palabra.

Puse mis manos, al lado de mis muslos, sobre el sofá, así me impulsé para levantarme.

—Tengo que salir por un momento, ya regreso.

Necesitaba buscar comida, también conseguir una silla, una de un material impermeable para poner bajo la ducha cada vez que necesitara Paula darse un baño, una silla plástica para sentar a Paula y facilitarle la hora del baño.

—¡Espera! —me detuvo con prisa—. Me prestas tu teléfono, quiero decirle a María que estoy a salvo.

Vacilé. Jugué con mis dedos a mi espalda, un lugar oculto a la vista de Paula.

—Perdí mi teléfono, es decir se me dañó —Una mentira más, yo misma lo había estropeado. Hasta sus piezas esparcidas recogí del suelo cuidando que Paula no lo notara—. No me demoro, lo prometo.

Una promesa que no cumplí.

Solo fue poner un pie fuera del edificio para saber que él estaba allí, esperándome.

—Preciosa. He de suponer que se descargó tu teléfono, no creo que me hayas cortado la llamada ¿Verdad? —su tono meloso escondía cierta amenaza—. No creo que te guste verme enojado.

—Ahora no tengo tiempo para tus juegos infantiles —lo esquive y seguí mi camino, pero Luis me agarró el brazo, con mucha fuerza.

—¿Todavía crees que estoy jugando? —se mostró furioso y empezó a lastimarme el brazo. Sacó del bolsillo su teléfono y me mostró las imágenes con las que previamente me amenazó—. Voy a publicar en Facebook la primera imagen. Vas a ver cómo se te viene el mundo encima.

No tenía tiempo de sopesar nada, solo con publicar una imagen todos sabrían la clase de persona que era, no importa qué chico fuera todos se enterarían de que los había engañado.

—No lo hagas, voy a ir contigo.

Cumplir la primera exigencia de Luis fue más bien sencillo. Tuve que ir a cenar con él a su restaurante favorito. Conversar si fue complicado, yo no quería hablar, él me daba asco. Al final aseguré que no podía comer más pero que deseaba llevar la comida a casa para no desperdiciar, y por suerte él accedió. Cuando se ofreció para llevarme a casa le dije que prefería un taxi si no le molestaba, por alguna razón no se enojó y me entregó dinero para pagarlo. Llamó al servicio de transporte y se aseguró de despedirme, como un caballero, hasta cerró la puerta por mí.

—Su novio es muy amable —elogió el taxista.

Yo le sonreí amargamente y apreté mis puños.

—No es mi novio. ¿Por favor, puede dejarme a la vuelta? Me voy a bajar donde él no me vea.

El hombre se sumió en silencio, avergonzado, pero quizá bastante intrigado, eso podía verlo. Cruzó a la derecha y estacionó el auto. Me dejó ir y no quiso recibir nada de dinero.

Caminé más de una hora para llegar a casa. Paula, por el camino me consolaba el deseo de ver tu sonrisa, pero al entrar a casa, tú ya estabas dormida. Sin embargo, sonreí, traía algo de dinero y comida para ti.

«Lo que nunca te dije, Paula» recibió el premio como primer lugar en una de las categorías de los BlackJack Awards 2018 de la EditorialBlackJack
De verdad me encuentro muy agradecida por ello. Les conté que esta historia salió de mí en un momento desesperado y necesitaba expresar muchas cosas, por esa razón creí que no lograría llegar a ningún lado con ella. Pero, ya ven, he sido sorprendida con un reconocimiento. Les agradezco lectores y amigos cercanos que me dan apoyo.

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⏰ Última actualización: Sep 10, 2020 ⏰

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➴ Lo que nunca te dije Paula - #SummerA2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora