Boceto

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Mientras Marinette se retiraba a su casa, Adrien ya se encontraba en el auto que, todos los días, lo llevaba a su casa.

Como era costumbre, el edificio se encontraba en completo silencio, lo único que se escuchaba eran sus pisadas y los tacones de la asistente de su padre.

Tras almorzar, se dirigió a su habitación a ¿su clase de piano?

Adrien tocó por unos minutos el instrumento, sin embargo su mente estaba en otro lugar o mejor dicho persona.

- ¿Por qué no vamos de una vez? – preguntó impaciente Plagg. Quería ver a Tikki.

- Porque tengo que asegurarme que nadie venga a verme – respondió, mientras sacaba su tablet ver para su horario – y tengo que ver otra cosa...

Para suerte de ambos, en el horario del chico solo indicaba clases de piano, dándole la oportunidad perfecta para escapar a su balcón favorito.

- Pero lo puedes buscar después – exclamó impaciente Plagg.

Adrien lo ignoró y se dirigió a sus estantes. Horas antes, le tuvo que pedir a Nino que le diera un par de hojas de su cuaderno para hacer la tarea de Artes, pues la noche anterior, cuando guardaba los cuadernos en su mochila, no pudo encontrarlo, buscó un poco pensando que lo encontraría más tarde, sin embargo no apareció. Aquello le parecía muy raro, ya que la última vez que lo vio fue en su cama, antes de una sesión de fotos.

- No puedes simplemente pedir que te compren otro – comentó el kwami.

- Podría... pero no quiero – respondió con la vista fija en su mesa de noche. Había algo que no quería perder.

En ese momento tocaron a su puerta. El chico sorprendido, indicó que podía pasar.

- ¿Papá? – exclamó extrañado al verlo - ¿qu-que ocurre? – preguntó al ver que tenía los brazos detrás de la espalda.

- Nada... solo pasaba a saludar... ¿buscas algo? – preguntó al ver todos los objetos de la mesa de noche, sobre la cama.

- Perdí un cuaderno – aclaró, levantándose.

- Ya veo... por casualidad ¿será este? – preguntó, mostrando una libreta roja.

- ¡Sii! – exclamó aliviado - ¿Por qué? – preguntó confundido.

En silencio, su padre cruzó la distancia que los separaba y le devolvió el objeto.

- Vine a buscar unos discos cuando lo encontré. Debo admitir que me llamó la atención tus dibujos, has mejorado mucho durante este tiempo – dijo tranquilo.

Adrien solo pudo soltar un nervioso "gracias". No sabía cómo reaccionar, se alegraba de tener su cuaderno de vuelta, pero le molestaba que su padre lo viera sin su permiso y a la vez eso lo ponía nervioso.

- Aunque hubo uno que me llamó bastante la atención – dijo pensativo. Adrien lo miró nervioso - ¿me permites? – preguntó, extendiendo la mano para que "le devolviera" el cuaderno. Curioso, el chico accedió.

Sin perderse, Gabriel pasó rápidamente las páginas hasta encontrar la que estaba buscando.

- No recuerdo haberlo visto dentro de los que participaban - dijo mostrándole el dibujo - ¿Por qué no participaste?

El chico no pudo evitar tragar saliva, nervioso, al verlo. Era justo el motivo por el que lo buscaba.

- No sé, me pareció injusto hacerlo, como soy tu hijo – respondió avergonzando.

- Entiendo – dijo pensativo – es un trabajo estupendo ¿puedo conservarlo?

- ¿Qué? – dijo tan fuerte que se tapó la boca – lo siento, es que no entiendo porque lo quieres – dijo extrañado.

- Como dijiste eres mi hijo y sabes que me gusta guardar las cosas que haces – contestó tranquilo.

Adrien miró a su padre, buscando la manera de negarse, pero no se le ocurría nada.

- Entiendo que quieras conservarlo, es tuyo – dijo. Sorprendiendo a su hijo - ¿puedo escanearlo? – ofreció.

- Si – exclamó el chico, sin pensarlo dos veces.

Ante la respuesta y prometiendo que se le devolvería ese mismo día, su padre se retiró.

Adrien y Plagg no pudieron evitar mirarse extrañados ¡¿Por qué tanta insistencia por un dibujo?!

Un viaje inesperado: ItaliaWhere stories live. Discover now